Por Mario Rodríguez Cobos, 1961. Años después sería conocido como SILO
La pregunta
Para la comprensión de la circunstancia histórica en la que se haya inmerso todo interrogador es necesario primeramente interrogar acerca de esa misma interrogación.
La pregunta es: ¿Porqué se pregunta acerca de la historia que en si misma es una pregunta?
Fenomenológicamente la historia aparece como el objeto intencional al cual se refiere la conciencia. En cuanto nóema éste aparece surcado por la temporalidad de la conciencia. Por tanto: el nóema historia tiene en cuanto tal una protensión, una retención y una actualización.
La historia como objeto externo a la conciencia supone la creencia básica de la existencia del mundo exterior. Aquí se trata de suspender el juicio sobre el mundo exterior y adentrarse al espiral sobre la temporalidad del nóema historia.
Recién ahora se está en condiciones de comprender el sentido de la pregunta. Este sentido desde ya «pragmático’ y como prágmata, exige una dirección hacia el mundo de los objetos intencionales. Esta dirección está «cubierta» por la «conveniencia».
La «conveniencia» de la historia aparece como exigida por la condición temporal de la conciencia que requiere en si misma una interpretación.
El estudio de la historia es pues, exigencia de toda conciencia. Desde el punto de vista de la responsabilidad de la conciencia para consigo misma, esta responsabilidad se convierte en conveniencia. El estudio de la historia, es responsabilidad de la conveniencia.
Como hipótesis de trabajos se supone en toda conciencia una altura de actualización que implica una retención, y esta retención es lo que doy en llamar altura histórica de la conciencia. Descartando el solipsismo de Leibniz inferimos que en toda conciencia se da una altura histórica.
Toda conciencia tiene una altura histórica y si estas conciencias se dirigen al mundo de los objetos, lo hacen desde una altura histórica. Luego para todas las conciencias, todo objeto es histórico.
Si nuestra posición es ingenua frente al mundo de los objetos las características de ésta (nuestra posición) es relevarse como lanzada al mundo de los objetos, desde una «altura histórica».
El primer objeto que aparece es el cuerpo y éste se manifiesta como centro de acción (praxis). Como dificultad o facilidad. La conciencia pues, lanzada al mundo, se encuentra con el cuerpo como barrera o puerta.
La presencia del cuerpo humano en el ámbito de los objetos, exige para sí la categoría histórica. El cuerpo es histórico. Como histórico tiene un comienzo y un fin que aparece como posibilidad.
La conciencia histórica se encuentra arrojada al mundo de los objetos históricos por intermedio de un cuerpo histórico.
La altitud histórica es pues para toda conciencia ingenua, distinta de la altitud de otras conciencias ingenuas históricas que la han precedido o sucedido en la aparición frente al mundo.
Cuerpo joven, cuerpo viejo
El cuerpo del joven es una retención menor y el cuerpo del viejo es una protención menor. En otros términos, el viejo es un recuerdo y el joven un proyecto.
Agrupadas estas dos categorías corpóreas con sus respectivas esferas, lo primero que aparece a la conciencia ingenua es la diferencia entre el cuerpo joven y el cuerpo viejo.
Todo proyecto implica un margen de utopía y ucronía, El joven es ilusión, La retención implica un margen de recuerdos, de hechos acontecidos en el tiempo y en el espacio. El viejo es nostálgico.
Estas dos categorías, Ilusión y nostalgia o ilusión y desilusión, surcan el movimiento de la historia. Yo, hombre, me encuentro en situación de ilusión o desilusión y por tanto me encuentro en situación de juventud o vejez. Un condenado a muerte es viejo y toda pregunta por el significado de la muerte, si no está lanzada a su peraltación, es vejez.
Los jóvenes no se preguntan por el significado de la muerte, los viejos preguntan por el significado de la muerte. Los jóvenes son infinitos, los viejos son finitos.
La pregunta es: acerca de la pregunta por la pregunta de la historia.
La pregunta es: acerca de la necesidad de la conveniencia de la pregunta por la historia.
La pregunta es: acerca del estudio del siglo XX, de la conciencia que se encuentra arrojada a él.
La idea del siglo y la idea de su numeración, implica para una conciencia la retención de una vida, unas vidas, otras vidas que no han sido vividas por ella. La aparición de este rótulo: «estudio acerca del siglo XX» descubre un pasado que es admitido, pero esta admisión es apriorística y no probada.
El rótulo «siglo XX», plantea la duda de su veracidad. Siglo XX es una interpretación y nunca un «hecho» primigenio de la conciencia. Siglo XX es una hipótesis y todo lo que puedan decirle a esa conciencia ingenua no pasa de ser hipotético.
Tenemos ya dos elementos descubiertos: siglo XX es una hipótesis y toda explicación del mismo no rebasa ese ámbito.
Hipótesis significa primariamente aquello que debe ser probado. Toda hipótesis es «probable», Por lo tanto: 1º) siglo XX es una hipótesis meramente probable y toda interpretación del siglo XX no es más que probable. Referido esto a la conveniencia de la responsabilidad, la hipótesis significa «sospecha».
Toda interpretación histórica se me aparece como sospechosa. La Historia no pasa de ser una enorme sospecha.
El joven se encuentra arrojado a un mundo sospechoso, y está forzado externamente a creer en su verosimilitud. El joven, para un viejo que vivió un hecho, es un «incrédulo».
Todo joven es un hereje y todo viejo un ortodoxo
Desde la metafísica los dos integrantes de la fórmula, aparecen como lógicamente contradictorios.
Los jóvenes y los viejos son contradictorios.
Si el cuerpo está exigido a moverse entre objetos y las direcciones de los cuerpos viejos y jóvenes son opuestas en la apropiación del mundo, estos son entre sí dificultades.
Los jóvenes son una dificultad para los viejos y viceversa. Los jóvenes son un problema para los viejos e inversamente. Dificultad y problema son para quien con ellos se encuentra, una exigencia de lucha.
Los jóvenes y los viejos se encuentran en posición de lucha. Los jóvenes y los viejos luchan por la posesión del mundo.
Dijimos que los viejos son ortodoxos y los jóvenes heréticos, el movimiento de los hombres se interpreta como lucha entre heréticos y ortodoxos.
Un hombre «A», nace antes que un hombre «B». Si el primero se apropia del mundo y hermetiza su posición en el baluarte de la ortodoxia, el segundo individuo no tiene entrada en él y por el sólo hecho de haber nacido luego dispara una lucha contra aquel. Los jóvenes son quienes inician la batalla. «A» y «B» se entienden como generaciones en lucha. «A» es la generación en el poder. «B» es la generación que desea apropiárselo.
Los viejos tienen perdida la batalla por estar cerca de la muerte. Los jóvenes tienen más tiempo por delante y en esto consiste su ilusión.