Newell’s y Central igualaron 0-0 en un cotejo de jugadas polémicas, un expulsado y dos remates en los postes. Newell’s y Central protagonizan el clásico del fútbol argentino que registra mayor cantidad de empates en el historial. Esta tendencia se viene repitiendo cada vez más en los últimos años. A la hora de jugar, el miedo a perder se impone sobre cualquier planteamiento ofensivo. Este tipo de partidos representan una bisagra y suelen dejar secuelas (recordar el despido del uruguayo Víctor Púa). Quizá esta sea una de las explicaciones del empate.
Lo mejor del clásico se vio antes que el árbitro Daniel Giménez dé el pitazo inicial. Cerca de las 17 hs. los equipos pisaron la cancha y la razón le dio paso a la emoción. Más de 40.000 almas convirtieron al Coloso en una especie de volcán en estado de erupción.
Los leprosos festejaban el campeonato y los canallas se jactaban de no abandonar.
Una vez comenzado el partido, Newell’s tomó la iniciativa. Exhibiendo mayor movilidad que el torneo pasado, Ortega sacó a relucir sus pergaminos y complicó al mediocampo centralista. El local tuvo varias oportunidades de gol, pero no supo definirlas.
Tras un taco de Belluschi y el posterior centro de Vella, quedó demostrado el escaso poderío ofensivo del equipo. Al no contar con un nueve de área, Zapata quiso disfrazarse de héroe pero su cabezazo se fue por arriba del travesaño.
Promediando el primer tiempo, Central comenzó a adueñarse de la pelota. Ledesma empezó a hacer pie, Díaz y Encina generaban fútbol y «abrían» la cancha.
Newell’s parecía desorientado. Como por arte de mago, Capria desapareció del partido. En ese tramo del encuentro, el arquero Villar fue figura. Tapó un cabezazo de Villa y un remate de Díaz que tenían destino de red.
Pero hubo una acción que podría haber cambiado la historia. Luego de un contraataque que inició Encina, cayó un centro al área leprosa y Vella le cometió una infracción a Ferrari que Giménez no sancionó. Minutos más tarde, el árbitro expulsó a Ledesma por doble amonestación, después que el jugador le había dicho que estaba «comprado».
Muchos pensaban que Newell’s haría valer su superioridad numérica en el segundo tiempo, pero no supo cómo vulnerar la defensa visitante. Ortega no encontró un socio para el desequilibrio. Al no estar Marino, Zapata aporta garra pero no pesa en ataque.
Scocco nunca pudo desbordar, aunque casi convierte al estampar un disparo en el horizontal. Ingresaron Esnaider y Rodas, quien casi convierte el gol de su vida, pero el travesaño se lo negó.
Central supo aguantar los embates del local. Ojeda mostró seguridad y rapidez de piernas al taparle un mano a mano a Scocco. Ya se siente titular y cada vez se parece más a Germán Lux, arquero de River y la Selección.
Apostando al contraataque, el equipo auriazul tuvo varias chances en la segunda etapa. Ingresaron Alemanno, Borzani y Ruben para darle aire fresco y empuje. Aunque sobre el final, el local casi lo gana con un cabezazo de Maidana.
Tal vez el empate le cae mejor a Central, que jugó 55 minutos con un hombre menos. Newell’s se mostró falto de ideas en ofensiva. Nuevamente ganó el «miedo a perder». Las hinchadas profesaron un amor incondicional desde las tribunas. Los jugadores olvidaron esa máxima futbolera que dice «goles son amores».
por Matías Torno para Rosarinos.com
Fotos: Hugo Ferreyra – Héctor Rio