Los rosarinos decidieron romper la polarización y abrir el arco político. La candidata oficialista se impuso por poco más de 4 puntos a Cavallero, referencia del PJ. Boasso quedó tercero, el PRO llega al Concejo por primera vez y Cortés fue la sorpresa.
Lifschitz, Clara García, Binner y Del Cerro festejan el triunfo
en el búnker del Frente Progresista. (foto: Francisco Guillen)
El frío domingo de primavera abrió el abanico político en Rosario. El Frente Progresista logró con sumo esfuerzo alcanzar una victoria que le permite evitar problemas de gobernabilidad en los dos años que le restan de gestión, pero sufrió una merma considerable de adhesiones que dejó en el olvido la marea de votos con los que había triunfado en años anteriores. A casi cuatro puntos quedó el Partido Justicialista, que pese a realizar una performance interesante sufrió una pérdida considerable respecto a las primarias, cuando se impuso sobre el resto. La sangría peronista benefició a las demás agrupaciones que lograron escaños y que le darán matices a un Concejo dominado por el Frente.
"Las finales no se explican, se ganan. Y nosotros competimos contra todos", reveló anoche a LaCapital un altísimo funcionario de la administración con un pragmatismo que hasta Carlos Bilardo envidiaría pero sin dejar de tener razón. En el socialismo veían venir un comicio cargado de nubazones por la presencia de dos tanques mediáticos como Héctor Cavallero y Jorge Boasso, quienes parecieron acertar en los discursos de campaña al hacer eje en la inseguridad (en verdad un tema de jurisdicción provincial) y en la caída notoria del ayer promocionado boom rosarino, estrujado por la crisis del campo y el cambio de las circunstancias económicas.
Sin embargo, desde hoy Miguel Lifschitz deberá pegar un volantazo en su administración, ya raleada de algunos cuadros importantes que Hermes Binner se llevó a la Casa Gris. Superado el último mojón electoral del 2009, Lifschitz queda en posición de ser candidato a gobernador (algo que admitió a este diario) pero la estrella socialista no es la única que está en el firmamento. En la capital de la provincia, la lista patrocinada por el intendente Mario Barletta le pegó otra paliza al PJ, victoria que envalentona a los radicales que ya dicen sin pudor que el próximo gobernador será del centenario partido.
La suerte del PJ dependía del mantenimiento de los votos cosechados en las primarias, cuando se impuso al Frente Progresista por la cosecha de Cavallero pero también por lo que aportó Diego Giuliano, quien llegó a sectores independientes que jamás habían votado al peronismo: ayer la lista perdió casi 75 mil votos.
La fuga se dispersó en dirección a Boasso y Laura Weskamp, quienes aumentaron considerablemente el colchón logrado en las internas. El antikirchnerismo mayoritario que impulsa a los rosarinos hizo que se produzca esa mutación, que, a la vez, muestra un nuevo sino político en Rosario: el quiebre de la polarización.
Weskamp apoyó su campaña en la presencia de dirigentes nacionales de PRO y el arándano del postre fue la visita de la muy bien conceptuada Gabriela Michetti, quien pidió el voto para Weskamp y admitió las intenciones del partido de Mauricio Macri de hacer pie en Rosario. La primera huella quedó marcada con la formidable elección de ayer. Tanto los votos a Boasso como a Weskamp muestra como se columpia la realidad ideológica a la hora del voto. Aparece un sufragio moderado, más volcado a la centroderecha que augura nuevos tiempos por venir.
El efecto Pino Solanas que sopló fuerte en la ciudad de Buenos Aires el 28 de junio tuvo su coletazo en Rosario con Alberto Cortes, una sorpresa, pese a que no se trata de un rostro nuevo de la política. Cortes ya fue concejal.
El PS deberá ingresar en tiempo de deliberaciones para definir quién encarnará la sucesión de Lifschitz si es que quiere mantener Rosario bajo su ala y mejorar la gestión para pulsear con la UCR el nombre del sucesor de Binner.
Pero que ni a algunos les dure la euforia ni a otros la depresión. La de ayer fue una elección de medio mandato, donde no estaba en juego la jefatura del Palacio de los Leones. Sí fue aprovechada para pegarle un tirón de orejas al Frente Progresista y, a la vez, poner en práctica el voto afrancesado.
Los rosarinos demuestran no dejarse llevar por ninguna atadura partidaria: en las primarias le dieron el sí al peronismo, en las legislativas votaron mayoritariamente por Rubén Giustiniani y ayer repartieron sus voluntades para darle mayor democracia a un Concejo Municipal que es un apéndice del Ejecutivo y demostrar de una vez por todas el disconformismo con la gestión. Casi el 70 por ciento de los electores prefirieron no optar por la oferta del Frente.
Boasso aumentó en más de 20 mil adhesiones lo conquistado en las internas por un leit motiv que es la mayor preocupación de los rosarinos: la creciente inseguridad que no reconoce zonas geográficas ni clases sociales.
A lo Pirro, Clara García cantó victoria; el PJ demostró que está vivo pero necesita renovación; Boasso revalidó su banca e hizo ingresar a Daniela León. Laura Weskamp dirá que "va a estar bueno Rosario" y Cortes levanta en soledad la bandera del progresismo.
Los rosarinos cocinaron una sabrosa sopa de letras.
fuente: La Capital