Cómo se formó y creció el empresario sudafricano que propone una «especie multiplanetaria» y que quiere replicar, con lo que era Twitter, la app china que más datos recaba en el mundo.
Ve cosas que el resto no, imagina escenarios que ninguna persona considera llevar de una ficción a la realidad, las exterioriza, prueba concretarlas. Algunas salen, otras quedan en la interminable lista que la sociedad rotula como “fracasos”.
En la última década, Elon Musk fue creciendo en influencia y llegó a convertirse en una de las personalidades más determinantes a nivel mundial. Hoy es una de las pocas personas, o tal vez la única, que propone líneas de acción para modificar el curso de la humanidad, al punto de plantear una “especie multiplanetaria” con ciudades autosuficientes en otros planetas, a los que se podrá viajar con desarrollos de una de sus múltiples empresas.
Elon Musk nació el 28 de junio de 1971, en Pretoria, Sudáfrica. Su padre era promotor inmobiliario y fue copropietario de una mina de esmeraldas en Zambia, su madre era nutricionista y modelo. La economía familiar no representó un problema en su vida y las de sus dos hermanos menores: Kimbal, hoy filántropo y empresario, y Tosca, cineasta y fundadora de la plataforma PassionFlix, un servicio de películas y series por streaming que sólo ofrece producciones románticas.
Musk declaró públicamente que llegó a Estados Unidos a los 17 años y con 2.000 dólares encima. Se recibió de licenciado en física y licenciado en economía en la Universidad de Pensilvania y a los dos días de empezar un doctorado sobre física aplicada en Stanford dejó todo para fundar, junto a su hermano menor Kimbal, la empresa de software Zip2 que después le venderían a Compaq en más de 300 millones de dólares.
Desde entonces, las ideas y ambiciones de Elon Musk fueron escalando: una ciudad autosuficiente en Marte, un chip que revierta lesiones cerebrales, fabricar robots que puedan encargarse de las tareas que los humanos no quieren hacer, por peligrosas, aburridas o repetitivas. Una mente maestra y una visión sobre lo que marcará tendencia son dos rasgos que caracterizan a Musk. Aunque no se conoce al detalle la lista de todos los proyectos en los que colaboró y no funcionaron.
Elon tiene una filosofía particular. En una entrevista con la organización TED, afirmó que la vida “no puede ser solucionar un problema tras otro”, a pesar de que siempre tiene varios frentes abiertos y es puesto en tela de juicio en casi todo el mundo.
Habla de forma tan pausada en cada reportaje que es imposible relacionarlo con su estilo de vida, que se rige por un mantra: cada minuto que pasa es un efecto sobre las dos mayores empresas que representa, Tesla y SpaceX: “Cada minuto de pensar en Tesla y SpaceX tiene un efecto tan grande en la empresa que trato de trabajar tanto como sea posible. Hasta el borde de la cordura, básicamente”. Hoy es la persona más rica del mundo según Forbes, con un patrimonio cercano a los 220.000 millones de dólares.
El medioambiente, la posible escasez de trabajo en caso de que los «robots humanoides» se incorporen a la vida cotidiana y los comentarios que la prensa hace sobre sus dichos y proyectos son las situaciones que más incomodan al sudafricano, que no suele expresarse en público más que por su cuenta de X.
Nuevo giro a la humanidad
Su obsesión hoy se centra en el desarrollo y escalabilidad de producción de robots que puedan convertirse en elementos de ayuda hogareños. Musk considera que estos productos, desarrollados por Tesla y llamados Optimus, serán más importantes que los vehículos que ya fabrican. Ejemplos de uso, varios: “Ordenar, cortar el césped, cuidar de la abuela”.
“Hay que tener cuidado de que no se convierta en una situación distópica. Pero el robot será lo que la gente quiera y las primeras unidades serán para trabajos peligrosos, aburridos o repetitivos. Cosas que la gente no quiera hacer”, aseguró quien, además, vaticina que cualquiera podrá comprarlos “en menos de diez años” y que “costará menos que un auto”.
Está en contra de las regulaciones en general, menos de una: propone que exista una agencia que ordene y controle los desarrollos de inteligencia artificial. “Es importante para la seguridad pública”, argumenta.
Otro de sus empresas, Neuralink, persigue la posibilidad de conectar el cerebro a humano a las computadoras de una manera confiable y que contribuya, en principio, a proponer avances médicos y científicos.
El propio Musk predice que al principio, por los próximos 10 ó 15 años, un chip de Neuralink podrá revertir lesiones cerebrales y medulares pero que habrá que esperar más que eso para que los humanos puedan sacar provecho de las potencialidades del desarrollo.
Vida “multiplanetaria”
Elon busca reutilizar todo lo que pueda, algo que planificó para los desarrollos que se llevan a cabo en su empresa SpaceX. La idea principal es que un cohete que se use para viajar pueda volver a usarse con sólo “rellenar” los propulsores.
No se queda ahí: quisiera construir una planta de generación de oxígeno en Marte para que los viajes de Starship, las naves fabricadas y pensadas para que sean 100% reutilizables, puedan ir y venir las veces que quieran. Lo plantea como una “solución general para llegar a cualquier sitio del sistema solar”. Casi un eslogan de una empresa de transportes y entrega de paquetes.
Imagina una década de 2030 con tandas de mil naves con 100 personas cada una que viajarán hacia Marte cada dos años. La misión de SpaceX, para él, no es proporcionar viajes interplanetarios a quien pueda pagarlos: “Trata de asegurar la supervivencia a largo plazo de la humanidad con una especie multiplanetaria”.
Un auto al espacio
Uno de los hitos en el recorrido de Tesla Motors fue el lanzamiento de un modelo Roadster al espacio en 2018, para que orbite el sol. El plan fue que el vehículo forme parte del lanzamiento de prueba del cohete Falcon Heavy de SpaceX.
No sólo el lanzamiento fue exitoso al igual que la puesta en órbita sino que, además, incorporaron al auto un muñeco sentado en el auto en posición de manejo con un traje espacial de SpaceX al que bautizaron como Starman, en homenaje a la canción de David Bowie.
Actualmente es imposible determinar en qué parte del espacio se encuentran Starman y el Tesla Roadster ya que diversos astrónomos en distintos puntos del mundo coincidieron en que encargarse de esta tarea demandaría mucho tiempo y dinero para algo que no reporta ningún beneficio a la humanidad.
La X a lo largo de la vida de Elon Musk
Algunos hablan de una “obsesión personal” de Musk con la letra X, que lo acompaña en sus desarrollos y fundaciones desde el siglo pasado.
En 1999, cofundó el banco online X.com que terminó convirtiéndose en uno de los elementos originarios de PayPal, en conjunto con la extinta empresa de software Confinity.
El éxito que le originó la X llevó a que bautice a la empresa de servicios de transporte espacial que fundó en 2002 como SpaceX, que sigue vigente hasta hoy. Un año después, se sumó a la ya existente fabricante de autos eléctricos Tesla como arquitecto de producto. Hoy es el director general de la firma que tiene como modelo icónico el Tesla X.
Y, claro, X es el nuevo nombre con el que bautizó Twitter, la red social de mensajería.
Con la mirada en China
La lista de empresas fundadas y cofundadas, adquiridas y vendidas por Musk es larga y tiene todos los rubros imaginables. La última compra de peso fue Twitter en octubre del 2022, por la que pagó 44.000 millones de dólares.
El sudafricano busca modificar la plataforma por completo (ya empezó bajando el icónico pajarito azul y cambiándole el nombre) para emular a WeChat, una app china que funciona en Asia y tiene desde servicio de mensajería como WhatsApp o su propia red social, hasta plataforma de pago propia y de solicitud de trámites ciudadanos.
Por el volumen de uso (tiene más de 1.300 millones de usuarios sólo en China) y la cantidad de funcionalidades, WeChat recaba datos como casi ninguna otra aplicación en el mundo. A eso, en principio, quiere llegar Musk con X.
El empresario considera que “la humanidad enfrenta grandes riesgos. El colapso de la población es un gran problema y me gustaría que más gente tome conciencia. Es importante emprender cualquier acción que se nos ocurra para enfrentar los riesgos existenciales que afectan al futuro de la conciencia”.
Quiere asegurar, por todos los medios, “un futuro para la humanidad”. Un futuro pensado y ejecutado sólo por él, por su cabeza.
Diario La Capital