Marilyn Manson tocó en Argentina el 29 de setiembre en el marco del Pepsi Music 2007 presentando canciones de su reciente disco Eat Me, Drink Me.
El Reverendo sacudió Bs.As.
El Reverendo volvió al país luego de 10 años y fué la figura más importante del Festival, cerrando la novena y anteúltima noche del ciclo, realizado en el club Ciudad de Buenos Aires
Hay ciertos artistas que tienen el don de generar idolatría o rechazo, pero indiferencia nunca. Son aquellos que pueden darse el lujo de pegar alaridos, revolear micrófonos y demás artilugios de un rockstar de ley para provocar la histeria de multitudes, sin que eso parezca una simple suma de clichés.
Marilyn Manson es uno de esos seres que desatan emociones violentas, ya sea el horror y el asco o el fanatismo llevado al extremo de los cientos de oscuros personajes que se agolpaban contra la valla al borde del desmayo, por el solo hecho de verlo de cerca.
Cuando salió a escena, minutos después de las diez de la noche, desencadenó un estallido unánime de gritos y llantos de las 20 mil almas que esperaban ansiosas su llegada. Su lánguida figura, digna de un film de Tim Burton, se sacudía al ritmo de If I was your vampire( 2º corte de su último disco), y con absoluto dominio de la pasarela, no paraba de arengar en un dudoso castellano. “Aryentina…”, rugía Manson, y el público deliraba con él.
Disposable teens, y Mobscene subían aun más la temperatura del campo, que iba in crescendo detrás de cada movimiento del frontman, que lucía un antifaz fucsia pintado sobre sus ojos, uno de los detalles que complementaban sus varios cambios de vestuario. Otros dos fueron el cuchillo que usó como micrófono durante el primer tema, y los lentes con forma de corazón para el tema Heart Shaped Glasses( corte difusión; protagonizado por Evan Rachel Good y censurado por un simple recurso estético como hacer llover sangre). El show más importante de la grilla en materia de artistas internacionales, estuvo a la altura de las circunstancias, con una soberbia puesta de luces y el sonido preparado para volarle la tapa de los sesos a cualquiera.
Promediando la lista, el medley Sweet Dreams-Lunchbox, escoltado por Fight Song, resultó ser el pasaje más poderoso de la noche; aunque el verdadero climax se dio al final del show, cuando Manson salió al escenario después de un extenso impasse, y arremetió con The Beautiful People, arrojándose ante un campo repleto de gente saltando y celulares en alto. Doce temas en total; un set bestial, aunque grotescamente corto. Será por eso que, cuando se encendieron las luces del estadio, nadie se movía, en medio de un estado de hipnosis y de euforia tal vez. Pero Manson cumplió con todas las expectativas y dejando en claro que cantidad no es lo mismo que calidad.
Sin duda un show donde prevaleció lo segundo. «It’s better than a sexy, it’s a fucking obscene» -es mejor que lo sexy, es f@#%g obseno-(Mobscene), en palabras del propio Marilyn.