El pulso medioambiental en China
Por Claudia Aranda. Pressenza.com. Medio Ambiente
China enfrenta una encrucijada crucial en la lucha global contra el cambio climático y la degradación ambiental, pero ha demostrado una constancia y tenacidad en su enfoque hacia la sostenibilidad que marcan tendencias a nivel mundial. Con una visión estratégica a largo plazo y políticas públicas robustas, el país ha logrado avances notables en la reducción de emisiones contaminantes, promoción de energías renovables y protección ecológica, así como en la recuperación de ecosistemas previamente amenazados.
En términos de calidad del aire, los esfuerzos coordinados para controlar emisiones han producido una mejora significativa en el este de China, donde los niveles de material particulado fino han disminuido por debajo de la media histórica. Ciudades como Beijing han experimentado un cambio histórico en su composición energética, reduciendo drásticamente el uso de carbón y promoviendo vehículos eléctricos y procesos industriales más limpios. Estas medidas establecen un nuevo estándar para otras megaurbes que enfrentan retos similares. Se reconoce también un avance en la gestión integrada de contaminantes combinando estrategias de precisión en sectores clave para mantener y consolidar estos logros.
En paralelo, China ha puesto una meta ambiciosa para finales de 2025: eliminar casi en su totalidad la grave contaminación atmosférica, reforzando mecanismos legales y técnicos para el control de fuentes móviles y actividades industriales contaminantes. Esto constituye un esfuerzo sistematizado que abarca desde el desarrollo de normativas ambientales hasta la implementación de tecnologías limpias en transportes, logística y producción energética.
Sin embargo, el foco medioambiental chino no se limita a la atmósfera. Uno de los proyectos más emblemáticos y con mayor impacto histórico es la batalla contra la desertificación, que ha permitido no solo detener el avance del desierto sino recuperar terrenos para la agricultura y fortalecer ecosistemas vitales. Esta obra titánica se enmarca en el Programa Forestal de los Tres Cinturones de Abrigo del Norte, conocida popularmente como la «Gran Muralla Verde». Con casi cinco décadas de trabajo, ha logrado aumentar la cobertura forestal nacional de un 10% a más del 25%, frenando la desertificación en regiones críticas como Xinjiang, donde la cobertura pasó del 1% al 5% en 40 años.
Este ambicioso programa es el resultado de una conjunción efectiva entre políticas públicas visionarias, ciencia avanzada, biotecnología y un profundo compromiso social. La clave radica en la mezcla innovadora de tecnologías, como el uso de biotecnología avanzada que permite acelerar la restauración del suelo mediante la aplicación de cianobacterias líquidas, lo que forma costras biológicas en el terreno en sólo 10 a 16 meses, un proceso que anteriormente tomaba más de una década. Estas costras estabilizan el suelo, reducen la erosión eólica y contribuyen a la supervivencia y crecimiento de plantas fijadoras de arena, con un ahorro significativo en recursos y costos.
Junto a la biotecnología, la modernización incluye el uso de drones y robots que efectúan labores de siembra y mantenimiento en áreas inaccesibles, mejorando la eficiencia y la escala de los proyectos de reforestación desértica. Pero esta tecnología va de la mano con la tenacidad y esfuerzo de generaciones enteras de comunidades locales, que durante décadas han plantado álamos, fijado dunas con entramados de paja y cuidado cuidadosamente el manejo del agua para que la tierra recupere su fertilidad.
Esta obra social y ambiental representa un ejemplo vivo de cómo la voluntad pública puede unirse a la innovación tecnológica para ganar terreno al desierto, proteger la seguridad alimentaria al expandir la frontera agrícola y generar un modelo de sostenibilidad que es replicado y extendido. La recuperación de ecosistemas ha prevenido también la invasión de dunas en infraestructuras críticas como la línea ferroviaria Lanzhou-Baotou, garantizando su funcionamiento y el desarrollo económico regional.
En definitiva, el pulso medioambiental en China revela un país que no sólo busca tecnología de punta y reducción de emisiones, sino una transformación integral que compromete a la sociedad entera y que pone en primer plano la sostenibilidad ecológica a largo plazo. La combinación de políticas públicas consistentes, innovación científica y compromiso social sostenido es lo que permite no solo recuperaciones cuantitativas —como la expansión de cobertura forestal y reducción de contaminantes—, sino impactos cualitativos en la vida diaria y el futuro ecosistémico del país.
Claudia Aranda
Nota original en: PRESSENZA.COM