Por Leo Ricciardino: Después de elaborar la derrota electoral, a pesar de haber sido el candidato más votado, el intendente de Rosario lanzó este fin de semana la reorganización del espacio progresista en Santa Fe. Parece decidido a lograr por primera vez de manera estructurada y estratégica, una oposición como nunca existió en esta provincia con hegemonía peronista… El intendente Hermes Binner ha dado un paso decisivo en dirección a convertirse en el principal referente de una oposición estructurada que piense, en serio, en transformarse de una vez por todas en una alternativa de poder en la provincia. Así lo demostró el fin de semana en la ciudad de Santa Fe donde presidió una convocatoria ampliada del Encuentro Progresista, donde uno de los principales desafíos planteados es terminar con los desaguisados con Lilita Carrió y arrimar al ARI para este espacio, al cual pertenece naturalmente.
Mientras, siguen los elogios de hombres del gobierno nacional hacia el socialista pero éste no se desvela porque –es cierto– «nunca ha habido un ofrecimiento concreto».
Tras el golpe que significó personal y políticamente resultar el hombre más votado de Santa Fe pero tener que entregar la gobernación al peronismo merced a la Ley de Lemas; Binner parece decidido a no abandonar los espacios y lograr por primera vez de manera estructurada y estratégica, una oposición como nunca existió en esta provincia con hegemonía peronista. Pero él mismo lo aclaró este fin de semana que pasó: «No quiere decir que nos vamos a oponer a todo lo que Obeid haga, o que vamos a poner palos en la rueda. Sino que vamos a construir una oposición coherente e inteligente porque al futuro gobernador ya lo conocemos y la verdad, no esperamos demasiadas sorpresas de su gestión».
De esta manera, el intendente de Rosario logra dos objetivos muy importantes para su futuro político. Por un lado, se fortalece desde afuera hacia el interior de su propio partido donde las heridas que han quedado después del 7 de setiembre no cicatrizarán tan fácilmente. Y por el otro, tratará de no regalarle todo el amplio espacio que abre el presidente Néstor Kirchner al peronismo, porque sabe exactamente cuál es la caracterización que tiene de Obeid el santacruceño y su entorno patagónico.
Si se debe quedar en la provincia, Binner no piensa precisamente en un tránsito disimulado y sin protagonismo. En dos años habrá elecciones de diputados nacionales y esa coyuntura no lo encontrará trabajando de anestesista, sino en plena batalla por recuperar terreno perdido. Si después del 10 de diciembre Binner se duerme, difícilmente pueda recuperar predicamento aún dentro de su fuerza. En el PS Giustiniani ha quedado un tanto demonizado hacia afuera, pero consolidó mucho poder interno y una estructura que incluye la mayor parte de los diputados provinciales del partido, más la participación que pueda tener en el futuro gabinete de la Municipalidad de Rosario. Aunque en este caso, el intendente electo Miguel Lifschitz ha sido muy claro respecto de hasta dónde llegarán las incidencias de los dos hombres más poderosos del Partido Socialista. «Giustiniani es nuestro referente nacional, y Binner tendrá un gran protagonismo en la provincia», explicó desde el principio ubicándolos a ambos bien lejos de la ciudad, a la que querrá convertir en territorio de su exclusividad política.
Por eso mismo Binner hará el esfuerzo de seguir impulsando el Encuentro Progresista, porque allí piensa hallar el oxígeno político que necesitará para sobrevivir con un partido que ya no le responderá ciegamente, fuera de los principales cargos electivos e imposibilitado por lo tanto, de sostener un estructura propia.
fuente: Leo Ricciardino, diario Rosario 12.
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