Patio Cívico y veredas estuvieron repletos de gente. El tenor rosarino Juanjo Cura cantó y dirigió el coro de 200 voces y la sinfónica.
Un tierno pesebre viviente a cargo de los niños del Colegio Maristas se robó los aplausos anoche en el Monumento. |
No cabía un alfiler. Todas las escalinatas del Monumento a la Bandera, incluso las veredas, estuvieron llenas de gente que siguió viviendo la Navidad a través del espectáculo que brindaron un coro de 200 voces, 50 músicos de una orquesta sinfónica, un pesebre viviente y grupos de danzas. Todo ideado y coordinado por el tenor rosarino Juanjo Cura. Un espectáculo de una hora que emocionó a una populosa platea que no ahorró aplausos; una obra que brilló por su encanto, calidad, música y vestuario. Y que cerró a todo color con fuegos artificiales ante los ojos de miles de espectadores.
Se dispusieron cuatro pantallas en distintos puntos del Patio Cívico y hasta podrían haber sido más. Todos querían ver, y con ese objetivo coparon cada rincón. Subieron a sus hijos a cococho, o se pararon en puntas de pie. Todo valía.
«Papi, upa que quiero ver», dijo una de las nenas de la familia Cadoppi de Funes. «No mi amor, yo tampoco veo nada, escuchá», le respondió el papá, quien ya cargaba con su hermanita sobre los hombros, a pocos metros de la Llama Votiva.
La gente llevó sillas, reposeras, canastos, mate y gaseosas. Fue dispuesta a disfrutar del espectáculo. «Esto es hermoso», remarcó la hermana Beatriz del Cotolengo Don Orione quien se ubicó al pie del escenario junto a tres alumnos y otras religiosas.
«A la huella, a la huella…», entonaba el coro dirigido por Cura y acompañado por las palmas de familias enteras.
Los voces tenían distintos orígenes. Los niños de la Escuela de Música local, del Colegio San Ramón y de Granadero Baigorria. Pero también los adultos de esta comunidad vecina a Rosario, y junto a ellos los del Coro San Miguel. Como solista, la niña Daiana Petit, al piano el maestro Leonel Lúquez y reemplazando a Cura en la dirección cada vez que él cantaba, Maximiliano Cañas.
A un costado del escenario un pesebre protagonizado por niños de la colonia de verano del Colegio Maristas. La Virgen, José, el Niño, los pastores y los Reyes Magos. No faltó ningún tramo del relato bíblico que fue narrado, paso a paso por el actor Héctor Ansaldi, convertido en ángel Gabriel.
La música era ejecutada por una orquesta sinfónica que se acompañó de instrumentos folclóricos. No faltaron el palo de agua, los chas chas, el charango y el sikus, para envolver la escena al aire libre con tradicionales sonidos del folclore argentino y latinoamericano. Tras sus ritmos, danzó el ballet de El Trébol. «Es la primera vez que bailamos en el Monumento y ante tanta gente, estamos emocionadas», aseguraron tres integrantes del grupo a punto de salir a escena a bailar un candombe.
«La idea es que todo el año se siga viviendo el espíritu de la Navidad. Y cada vez viene más gente, estamos muy contentos», aseguró una de las coordinadoras del espectáculo que organizó por segunda vez consecutiva el Nuevo Banco Bisel.
Fuente: diario La Capital – Foto: Hugo Ferreyra