
El lobo: guardián del equilibrio, espíritu del bosque
Por Pedro Pozas Terrados. Pressenza.com. Medio Ambiente
Desde los tiempos más remotos, el lobo ha sido un símbolo de fuerza, libertad e inteligencia. Reverenciado por culturas indígenas, temido por los relatos medievales y perseguidos hasta el borde de la extinción, el lobo ha cargado con un estigma injusto. Incluso en los cuentos infantiles el lobo es el malo. Lo que en verdad representa no es el terror que le han atribuido, sino el orden natural, el equilibrio invisible que sostiene la vida en los ecosistemas donde habita.
Hoy, pese a su protección legal en España, varias comunidades autónomas han comenzado a cazar al lobo ibérico, ignorando la normativa estatal que lo reconoce como especie protegida. Esta regresión no solo es una violación de derechos ambientales, sino un atentado contra el tejido mismo de la biodiversidad.
Para comprender lo que estamos poniendo en riesgo, viajemos a un lugar donde se vivió en carne propia el error de eliminar al lobo: el Parque Nacional de Yellowstone, en Estados Unidos.

Imagen Pedro Pozas Terrados – IA
Yellowstone:
En la década de 1920, los lobos fueron completamente exterminados de Yellowstone como parte de un plan de «control de depredadores». Al desaparecer el gran cazador, la naturaleza pareció respirar tranquila… pero solo por un momento. Las consecuencias fueron catastróficas:
- La población de ciervos y alces se descontroló, sobrepasando los recursos naturales del parque.
- Los animales comenzaron a devorar la vegetación ribereña, lo que causó la erosión de ríos y la desaparición de especies vegetales clave como los sauces y álamos.
- Castores, aves y anfibios perdieron sus hábitats.
- Las cadenas tróficas se desmoronaron, afectando desde insectos hasta grandes aves rapaces.
- Incluso el curso de los ríos cambió, al desaparecer la cobertura vegetal que sostenía sus márgenes.
Fue un colapso ecológico silencioso, como si el bosque hubiera perdido su memoria.
Pero la reintroducción del lobo en 1995 lo cambió todo. Tras más de 70 años de ausencia, una manada de lobos grises fue reintroducida. Lo que siguió fue una auténtica resurrección del ecosistema:
- Los ciervos se desplazaron, evitando las zonas más sensibles, permitiendo que los árboles jóvenes volvieran a crecer.
- Los castores regresaron, construyendo presas que dieron hogar a peces y anfibios.
- Zorros, osos, aves carroñeras y linces se beneficiaron del equilibrio trófico restaurado.
- Incluso los ríos recuperaron sus cauces estables, gracias al rebrote de la vegetación ribereña.
Este fenómeno fue bautizado como “cascada trófica”: cuando un depredador tope regula indirectamente toda la red de vida de un ecosistema.

Imagen Pedro Pozas Terrados – IA
El lobo como ingeniero ecológico
La historia de Yellowstone no es un caso aislado, sino una evidencia contundente del papel esencial del lobo en los ecosistemas. A través del equilibrio de las poblaciones de herbívoros, los lobos:
- Permiten que los bosques se regeneren.
- Controlan especies enfermas o debilitadas, fortaleciendo el acervo genético de sus presas.
- Favorecen el retorno de especies secundarias: carroñeros, aves necrófagas, carnívoros menores.
- Evitan el sobrepastoreo, fundamental para la lucha contra el cambio climático.
- Su presencia incluso estimula la biodiversidad microbiana del suelo, algo que apenas comienza a estudiarse.
Eliminar al lobo no es solo matar a un animal: es desmontar una estructura compleja, tejida durante miles de años, en la que cada especie ocupa un lugar. Sin el lobo, la armonía desaparece y el paisaje muere en silencio. Cada vez más, la ganadería se expande invadiendo territorio a los que siempre han guardado el equilibrio de la biodiversidad. Tenemos que buscar soluciones efectivas y ecológicas, protegiendo la vida natural. Con la muerte de especies silvestres que han regulado durante milenios los ecosistemas, es matar nuestra propia existencia como especie.

Imagen cartel de cientos de organizaciones participantes en la marcha del domingo 22 de junio de 2025
Perseguido pese a ser protegido.
En España, el lobo ibérico (Canis lupus signatus) fue protegido en todo el territorio en 2021 al ser incluido en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE). Sin embargo, varias comunidades autónomas del norte han incumplido flagrantemente esta normativa, autorizando batidas y disparos “de control”.
Estos actos vulneran no solo la legislación nacional, sino también directivas europeas, como la Directiva Hábitats, y envían un mensaje devastador: que la ley puede ser ignorada cuando estorba a intereses ganaderos o políticos.
Hay que decirlo con claridad: el lobo no es una amenaza generalizada para la ganadería. Existen medios eficaces para la convivencia, como los mastines, cercados eléctricos, pastores tradicionales y compensaciones justas. La eliminación del lobo responde más a prejuicios y presiones que a datos científicos. Y en esa guerra absurda, no solo pierde el lobo: perdemos todos.
Proteger al lobo es más que una causa ambiental: es una declaración de principios. Es reconocer que no somos los dueños del planeta, sino parte de él. Que cada criatura tiene un papel. Que la belleza de un bosque, el canto de un río o el vuelo de un buitre carroñero dependen también de un aullido en la noche.
El lobo no pide nada. No exige privilegios. Solo quiere vivir. Caminar libre. Oler la nieve. Enseñar a sus crías. Y nosotros, en nuestra soberbia, queremos silenciarlo.
Pero aún hay esperanza. Cada manifestación, cada firma, cada voz que se alza, es un ladrillo más en el puente entre el humano y lo salvaje. Es una semilla de reconciliación. Eliminar al lobo es cortar una raíz profunda de la vida. Protegerlo es abrazar el misterio y la sabiduría de la naturaleza. Hoy más que nunca, el lobo necesita de nuestra voz, porque donde él aúlla, el bosque respira.
EN MADRID MANIESTACIÓN MASIVA EN DEFENSA DEL LOBO

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Pedro Pozas Terrados
Nota original en: PRESSENZA.COM