
“Abrígate bien porque sino te vas a enfermar”.
¿Cuántas veces no hemos escuchado algo así durante el invierno? Es común que relacionemos las bajas temperaturas con un aumento en los resfriados, ¿pero en realidad tienen algo que ver? ¿El frío nos resfría?
¿El frío nos resfría?
El frío no nos resfría porque, necesariamente, una persona tiene que estar expuesta ante un virus para enfermarse. Sin embargo, el frío sí propicia la aparición de circunstancias que promueven el éxito de un patógeno. Así, entre el frío y el resfriado sí existe una relación, pero no es causal. Es decir, no es una de causa y efecto en la que el que haga frío automáticamente signifique nos vamos a resfriar.
La primera situación que promueve la propagación del virus de la gripa común es que pasamos más tiempo en interiores. Ello aumenta la probabilidad de vernos rodeados de gente que tal vez ya esté enferma. Además, la calefacción y la humedad también juegan un papel. Encender la calefacción para mantener un lugar cálido también la reseca. Eso conlleva a que los senos paranasales también se resequen, y es más difícil que el sistema inmunitario combata un virus cuando no existe un flujo nasal adecuado.
Investigaciones señalan que la poca humedad en interiores podría favorecer el contagio. Cuando hay mucha humedad, un virus es capturado por una molécula de agua y cae al piso, después de haber sido estornudado. Cuando hace frío el ambiente es más seco, por lo que el virus se queda flotando hasta que encuentran una nueva víctima. El frío también podría debilitar el sistema inmunológico. Cuando las células que nos defienden son menos capaces de atacar un virus, éste puede contagiarse con mayor facilidad. De la misma forma, el rinovirus (el virus que provoca el resfriado común) se reproduce más rápido a temperaturas bajas.
El frío nos resfría (indirectamente)
Combinando todos los factores, obtenemos la receta perfecta para saber cómo, indirectamente, el frío nos resfría. Pasamos más tiempo en interiores, probablemente con gente que ya está enferma. Encendemos la calefacción, lo que reseca nuestra nariz y debilita el sistema inmunológico. Como hay poca humedad, el virus pasa más tiempo suspendido en el aire, pudiendo llegar a más víctimas. Éstas caen frente a la enfermedad porque el frío disminuye sus defensas y, a la vez, le facilita reproducirse.
Fuente: NuestroClima.com