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A tres años de su fallecimiento, el cerebro del legendario compositor Alvin Lucier continúa produciendo música… sin estar vivo. Un proyecto artístico y científico llamado Revivificación ha convertido parte de sus células cerebrales en una instalación sonora activa, cuestionando los límites entre creatividad, biología y tecnología.
El cerebro de un compositor que iba más allá del arte
Alvin Lucier no fue un músico convencional. Su legado, ampliamente reconocido en los círculos de la música experimental, lo posiciona como un innovador que exploró el sonido desde sus raíces más físicas: ondas cerebrales, resonancias acústicas, vibraciones del cuerpo humano. Durante su larga carrera como profesor en la Universidad Wesleyana, rompió moldes con piezas como I Am Sitting in a Room, donde su voz grabada y reproducida repetidamente se descomponía hasta convertirse en una resonancia pura del espacio. Pero incluso la muerte no detuvo su búsqueda por comprender el sonido como fenómeno vital.
Lucier falleció en 2021, a los 90 años. Antes de morir, colaboró con un equipo de artistas y científicos para concebir Revivificación, una obra que no sería completada sino hasta después de su muerte, literalmente con su cerebro.
En abril de 2025, la Galería de Arte de Australia Occidental presentó esta instalación. El núcleo del proyecto fue un organoide cerebral —un «minicerebro» cultivado a partir de glóbulos blancos de Lucier, reprogramados para generar células madre y luego diferenciados hasta formar tejido cerebral.
Esta materia biológica, conectada a una red de electrodos, producía impulsos eléctricos que activaban una serie de placas de latón mediante golpes mecánicos, generando una experiencia sonora inigualable: música post mortem.
Entre la ciencia y el alma: ¿puede la creatividad sobrevivir a la muerte?
Revivificación no es simplemente una provocación biotecnológica ni una pieza artística más. Es un experimento filosófico. Los creadores del proyecto, en declaraciones para The Art Newspaper, lo explican como una reflexión sobre la identidad, la memoria y el misterio de la creatividad:
“En un momento en que la IA generativa cuestiona la autonomía humana, este proyecto explora los desafíos de encontrar la creatividad y la originalidad artística”.
¿Puede haber arte sin consciencia? ¿Puede la memoria persistir en una estructura biológica desvinculada del yo? La instalación de Lucier no reproduce grabaciones del pasado, ni utiliza algoritmos para simular su estilo: es materia viva que reacciona y produce sonidos sin guía externa aparente. Y aunque no se puede afirmar que este “minicerebro” tenga consciencia o intención artística, el simple hecho de que emita señales activas plantea preguntas inquietantes sobre la esencia del pensamiento creativo.
Neurocientíficos y biólogos llevan años debatiendo si los organoides cerebrales —estructuras rudimentarias similares al cerebro humano— podrían albergar una forma mínima de percepción o experiencia. Algunos van más allá, sugiriendo que todas las células vivas poseen una proto-consciencia, una idea que todavía divide al mundo académico. En este contexto, Revivificación se convierte en una alegoría sensorial de nuestras obsesiones modernas: la inmortalidad digital, el alma biológica, la fusión entre inteligencia artificial y biológica.
Lo que Revivificación nos dice sobre el futuro
En los últimos años, la frontera entre la vida y la muerte ha comenzado a diluirse gracias a los avances en inteligencia artificial, modelado biológico y neurociencia. Empresas tecnológicas ya trabajan en réplicas digitales de personas fallecidas, alimentadas por sus datos, voces y patrones de comportamiento. El concepto de «consciencia híbrida», donde una identidad humana se combina con una IA, parece cada vez menos ciencia ficción.
Pero el caso de Alvin Lucier introduce un matiz único: no se trata de datos digitalizados o simulaciones, sino de una pieza biológica real, cultivada en laboratorio, conectada al mundo material y capaz de afectar el entorno mediante sonidos.
Este proyecto no busca replicar a Lucier, sino más bien invocar su esencia creativa de un modo nuevo, en el que el cuerpo y el arte se rehacen desde sus componentes más básicos. Es un homenaje viviente (o semi-viviente) a un hombre cuya vida estuvo dedicada a desentrañar los misterios del sonido y sus múltiples formas de existir.
“¿Puede la esencia creativa de Lucier persistir más allá de su muerte?”, se preguntan los creadores de Revivificación. Y aunque la respuesta no sea definitiva, el simple hecho de que se plantee esa pregunta transforma nuestra concepción del legado, la identidad y la muerte.
Alvin Lucier rompió las fronteras del arte en vida, y ahora lo hace incluso después de muerto. Revivificación es más que una obra sonora: es una reflexión biológica, ética y estética sobre lo que significa seguir “vivo” en un mundo donde la tecnología puede prolongar nuestras huellas. Tal vez, en este experimento que mezcla ciencia y arte, hay algo más profundo que un simple acto creativo: una nota sostenida en el umbral de lo humano.
Referencia:
- The Art Newspaper/‘Brain’ of late composer lives on in show at the Art Gallery of Western Australia. Link
Fuente: CerebroDigital.net