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Pese a la contundente advertencia surgida de las urnas el 16 de julio, la dirigencia peronista no da todavía las señales de reordenamiento y reagrupamiento que la militancia y las bases anhelan de cara a las generales de septiembre.
Tras el golpe de las primarias, el peronismo afronta el desafío de replantear su campaña y superar en serio la etapa de especulaciones sectoriales y personales de su dirigencia. El problema es que las Paso ni siquiera le sirvieron para establecer un liderazgo interno nítido. Omar Perotti fue el más votado en su categoría, pero sacó menos votos que Marcelo Lewandowski en la suya. A la vez, Lewandowski fue protagonista principal de una elección primaria para la Gobernación en la que el peronismo obtuvo casi 300 mil votos menos que en la similar anterior, en 2019, en la que la puja fue entre tres coaliciones y no entre dos como en esta última. Sin embargo, las reacciones de ambos en los primeros días posteriores a la jornada del 16 de julio no dieron señales de pronto reacomodamiento y reagrupamiento suficientes para recrear esperanzas y entusiasmos. El Gobernador y el candidato a gobernador con el que compartió listas en la interna apenas mantuvieron una reunión tras la que no hubo anuncios ni definiciones claras y contundentes. Y después, Perotti partió a una misión comercial de 11 días a la India. A la espera de entendimientos y convocatorias entre y desde candidatos y dirigentes, militancia y bases se aferran a los no muchos datos y proyecciones que pueden resultar alentadoras para las generales de septiembre, entre los que se cuentan una esperable mejor performance en las Paso nacionales de agosto y la posibilidad cierta de ganar la intendencia de Rosario, aunque sea con un candidato no peronista, pero tampoco gorila.
Otra de las hipótesis que se barajan es que el candidato opositor Maximiliano Pullaro no retenga la totalidad de los votos que obtuvo su coalición. Y también se especula que en la compulsa de septiembre se incremente el porcentaje de participación, que cayó un 7 por ciento respecto de las primarias de 2019. En este sentido, vale resaltar un dato: son más de un millón las santafesinas y santafesinos que decidieron no ir a votar el domingo pasado; y casi 270 mil sí lo hicieron pero para votar en blanco o anular su sufragio.
Claro que para pescar en esas aguas, el peronismo tendrá que redoblar esfuerzos y compromisos colectivos y poner más el cuerpo. Incluso para pescar entre quienes sí fueron a votar y lo hicieron a favor de referentes locales, pero no para las categorías provinciales. “Hay algunos que hicieron poco y otros que no hicieron nada” para lograr un mejor resultado para la disputa por la Casa Gris, evaluó el presidente del Partido Justicialista santafesino, Ricardo Olivera, en alusión a las notorias diferencias entre la cosecha de precandidatos a intendentes y senadores respecto de lo obtenido en sus terruños por los aspirantes a la Gobernación. Es evidente que expresar verbalmente apoyos y posicionamientos no alcanza para aleccionar al electorado, más aún con el sistema de boleta única. Tampoco alcanza con “hacer medios” y militar vía redes sociales, terrenos donde prevalecen las simplificaciones y reduccionismos mucho más funcionales al antiperonismo y al “cambio” que a esclarecer lo que está en juego en términos de modelos de gestión y proyectos políticos.
Lo del “cambio” como premisa afecta a todos los oficialismos, incluidos el del municipio rosarino pese a que quien lo gobierna forme parte de la coalición que obtuvo más del 60 por ciento de los votos a nivel provincial. Pablo Javkin ganó su interna, pero hasta quien fuera su principal contendiente interno, Miguel Tessandori, sostuvo que los resultados locales indican que la gran mayoría de las rosarinas y rosarinos también quieren “un cambio” para el Palacio de los Leones. Y a partir de los resultados de las primarias, la única opción en ese sentido es el frente formado en torno al peronismo pero ahora encabezado por un no peronista, Juan Monteverde, referente de Ciudad Futura.
Obviamente, Monteverde también machaca con lo del “cambio”, pero enmarcado en un discurso que apunta más allá de oficialismo y oposiciones de turno. “Un cambio de cultura política”, remarca.
“La sociedad terminó de entender que la política tradicional que nos trajo hasta acá está agotada, en tanto hay una manera de hacer las cosas y una cultura política que no tiene más nada que ofrecer”, sostiene el ganador de la interna ante Roberto Sukerman.
“Lo que estamos experimentando en Rosario es la posibilidad de desbloquear la democracia para un lado de profundización y mayor democratización. El resultado de la elección es una señal para sacar a Rosario de la crisis que vive, para no conformarnos cada vez con menos ni intentar parecernos a nuestros adversarios para ganarles sino hacerlo con ideas, osadía y con construcción real y genuina desde abajo para cambiar la historia”, se entusiasma de cara al mano a mano con Javkin que se viene tras las Paso, en las que Rosario confirmó su impronta mucho menos antiperonista que la del resto de la provincia, que puede derivar en el fin de muchos años de gobiernos en manos de socialistas y aliados.
Pero antes de las generales provinciales de septiembre, en Rosario y en toda la provincia se votará para las Paso nacionales, en las que el escenario de polarización registrado en las primarias santafesinas no se reitera. En las boletas sábanas de agosto estarán, además de peronistas y juntocambistas, nombres de peso como Javier Milei y el gobernador cordobés Juan Schiaretti, que seguramente provocarán una dispersión del voto antiperonista que puede redundar en, si no un triunfo, al menos una diferencia no tan abultada.
En el plano nacional, con la precandidatura de Sergio Massa y aún en un contexto económico más que complicado todavía, en principio el peronismo se presenta más ordenado y competitivo que a nivel provincial, donde se espera un resultado que sume indirectamente para la final santafesina de septiembre. Para restar, ya hay demasiado.
Adelante y exultantes
Entre los más enfervorizados por el resultado de las Paso en favor de Maximiliano Pullaro se puede contar a Felipe Michlig, senador provincial por el departamento San Cristóbal, titular del Comité Provincial de la Unión Cívica Radical y uno de los “armadores” principales de la candidatura y campaña del ex ministro de Seguridad, que el domingo de las elecciones hizo algo que seguramente nunca hizo antes: llegarse hasta Rosario para festejar un triunfo electoral.
“Hace 60 años que estamos esperando esto”, exclamó exultante desde el escenario montado en el búnker de Pullaro, adelantándose a lo que muy probablemente suceda a partir de diciembre próximo: la asunción de un radical como gobernador de la provincia.
La frase resume y sintetiza lo difícil y poco grato que fue para los radicales santafesinos haber oficiado de meros actores secundarios de los triunfos que en las pujas de 2007, 2011 y 2015 logró el Frente Progresista, del que formaron parte junto al socialismo y otras fuerzas.
“Desde diciembre vamos a administrar los negocios públicos”, dijo también Michlig, que tal vez no haya querido decir “negocios”, pero bueno, suele pasar que en momentos de tanta euforia los filtros no cumplan su función, tan propia de los dirigentes políticos cercanos al poder.
Locales y visitantes
Uno de los datos que se analizan en el marco de la “catarsis” del peronismo santafesino pos primarias es la notoria diferencia registrada en muchas localidades entre los votos obtenidos por los postulantes a cargos locales con los logrados por los precandidatos a la Gobernación. Algunos ejemplos son contundentes y se registraron en territorios en los que los jefes municipales afrontaron la disputa buscando sus reelecciones, en tiempos de tanta manija en favor del “cambio”: en Villa Constitución, el intendente Jorge Berti, que no tuvo rival interno, recibió el respaldo de 8.570 electores, casi el doble que los que sumaron en la misma ciudad Marcelo Lewandowski (3566), Marcos Cleri (1442), Leandro Busatto (982) y Eduardo Toniolli (408). En Pérez, Pablo Corsalini, que tuvo un rival interno que logró apenas 153 adhesiones, cosechó 9.523 sufragios, mientras que fueron 5.707 los obtenidos por Lewandowski, 657 los que fueron para Cleri (a quien Corsalini había expresado su respaldo en la puja interna), 366 los que optaron por Toniolli y 235 los recogidos por Busatto.
En el norte provincial, en Reconquista, los precandidatos a intendente Enri Vallejo (actual titular del ejecutivo municipal) y su competidora interna Bibi Acosta obtuvieron 17.391 y 1.587 votos respectivamente, más del doble que los aspirantes a gobernador que lograron 4.982 (Lewandowski), 1.859 (Cleri), 1.296 (Toniolli) y 999 (Busatto).
También es notoria la diferencia entre los votos para los candidatos a las intendencias y los que recibió la lista para diputados provinciales encabezada por Omar Perotti, que logró 6.411 en Reconquista, 3409 en Pérez y 4925 en Villa Constitución.
En el caso de Perotti, que a nivel provincial logró 241.218 votos y fue superado por la suma individual de Lewandowski que llegó a 270.291, uno de los lugares donde más lo desfavorece la comparación con los precandidatos locales es Rosario, donde lo votaron 37.933 electores, mientras que los postulados para la Intendencia, Juan Monteverde y Roberto Sukerman, obtuvieron 77.461 y 61.952 votos respectivamente. En Rosario, la diferencia es aún mayor si se compara lo de Perotti con los 90.476 sufragios que fueron para Lewandowski.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 22/07/23
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Redacción Rosario / Región