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En el borde del desierto de Mu Us, en el norte de China, una revolución tecnológica está transformando la lucha contra la desertificación. Robots plantadores y drones reemplazan al trabajo humano en una titánica labor de reforestación que busca frenar tormentas de arena, proteger cultivos y salvar al río Amarillo, el “río madre” de China.
Tecnología al servicio del planeta: la nueva reforestación en el desierto
A primera vista, el paisaje puede parecer inhóspito: dunas interminables, aire seco y un horizonte dominado por el silencio. Sin embargo, esta primavera, el desierto de Mu Us ha comenzado a llenarse de vida con ayuda de la tecnología.
El ingeniero Gao Fei, del grupo tecnológico Jintaiming, explica que estas máquinas inteligentes de segunda generación tardan apenas cinco segundos en colocar una plántula. Automatizan todo el proceso: perforan el suelo, colocan el árbol joven, riegan sus raíces, lo cubren con tierra y lo compactan. Este año se desplegaron cuatro unidades, en fase de prueba, mientras la empresa trabaja en ampliar la producción y adaptar más modelos a distintos escenarios.
Estas máquinas permiten reforestar sin interrupciones, incluso durante la noche, y sin intervención humana directa. Además, la empresa ya posee derechos de propiedad intelectual sobre su tecnología, lo que abre un futuro prometedor para su comercialización y expansión. La visión es clara: acelerar la lucha contra la desertificación y convertir los desiertos chinos en zonas verdes.
Una defensa ecológica para el río Amarillo y el norte de China
El desierto de Mu Us no está solo. Forma parte de un extenso ecosistema que bordea las tierras irrigadas del río Amarillo, el segundo más largo del país. En su recorrido por Mongolia Interior, este río serpentea por más de 840 kilómetros, bordeando también los desiertos de Ulan Buh y Kubuqi. Esta zona crítica se ha convertido en un frente clave para combatir la desertificación.
Desde 1978, China impulsa el Programa Forestal de la Franja Protectora de las Tres Regiones del Norte (TSFP), conocido como la “Gran Muralla Verde”. Tiene como objetivo contener el avance de la arena, proteger a las ciudades del norte y asegurar la producción agrícola.
Según las autoridades locales, existen más de 15 millones de hectáreas de tierra desertificada solo en Mongolia Interior, muchas de ellas responsables de tormentas de arena que afectan a regiones como Beijing o Tianjin.
En el distrito de Otog, donde se está aplicando esta tecnología, el objetivo de 2025 es reforestar 3,333 hectáreas, de las cuales el 60 % será trabajado por maquinaria avanzada. Veinte drones ya se encargan del transporte de plántulas, lo que mejora la eficiencia del trabajo en terrenos de difícil acceso. La integración de la inteligencia artificial y la maquinaria pesada está marcando un nuevo camino para la reforestación masiva en el país.
Eficiencia, bajo costo y una sorprendente tasa de supervivencia
Los beneficios de esta tecnología no se limitan a la velocidad. Según Gao Fei, una sola máquina plantadora puede hacer el trabajo de diez personas en un solo día, y a un costo apenas el 30 % en comparación con la mano de obra tradicional. Esta eficiencia económica representa una ventaja sustancial para proyectos a gran escala.
Pero lo más sorprendente ha sido el resultado sobre el terreno. Las plántulas de Salix mongolica, una especie de sauce adaptado a climas secos, mostraron tasas de supervivencia más altas cuando fueron plantadas por los robots, en comparación con las que se colocaron manualmente. Esto se debe a la precisión con la que la máquina ejecuta el proceso: profundidad exacta, riego uniforme y compactación adecuada.
El equipo de Jintaiming ve un futuro prometedor. Además de perfeccionar los modelos actuales, están desarrollando nuevas versiones para distintos tipos de suelos y necesidades climáticas. Con estas herramientas, China no solo acelera su reforestación interna, sino que podría exportar soluciones tecnológicas a otros países afectados por la desertificación.
La “Gran Muralla Verde”: un legado ambiental del siglo XXI
La experiencia china en la lucha contra la desertificación ha sido reconocida internacionalmente. Su histórica “Gran Muralla Verde”, compuesta por millones de árboles plantados en las últimas décadas, ha logrado estabilizar suelos, mejorar microclimas y devolver la fertilidad a zonas erosionadas. Parte del éxito ha sido la combinación de métodos tradicionales, como las redes de paja de trigo para fijar arena, con estrategias modernas basadas en la ciencia y la ingeniería.
Ma Qiang, subdirector de la administración regional de silvicultura de Mongolia Interior, destaca que los esfuerzos deben ir más allá de las fronteras administrativas. Para él, la reforestación debe vincularse con otros proyectos estratégicos, como las energías renovables. De hecho, las zonas desérticas también están siendo destinadas al desarrollo de granjas solares y parques eólicos, convirtiéndose en polos de sostenibilidad y progreso.
La reforestación ya no es solo una causa ambiental, sino una apuesta nacional por el desarrollo ecológico. Con la tecnología como aliada, China está demostrando que incluso los desafíos más áridos pueden enfrentarse con innovación, planificación y visión de futuro.
La reforestación del desierto de Mu Us es mucho más que un proyecto ambiental: es un símbolo de cómo la tecnología puede ponerse al servicio de la vida y del planeta. Drones, robots y árboles se unen para escribir un nuevo capítulo en la lucha contra la desertificación. Una muralla que no divide, sino que protege y regenera.
Referencia:
- China Focus: Intelligent machines boost China’s «green Great Wall» building efforts. Link.
Fuente: CerebroDigital.net