China está reverdeciendo al Sur Global, aunque alcanzar la neutralidad CO₂ implica $7 billones/año
Por Robert Hunziker. Pressenza.com. Medio Ambiente
China se está posicionando en ciertos aspectos en rol de liderazgo mundial a través de la energía verde como la herramienta de negociación por excelencia. Su inversión extranjera directa, impulsada por su industria de tecnología verde, en los últimos tres años supera los 227.000 millones de dólares. Según Bloomberg (El Plan Marshall de China funciona con baterías, 9 de septiembre de 2025), ajustado por inflación, esa cifra equivale al Plan Marshall de la posguerra mundial. Solo la tecnología verde de China ascendió a 138.000 millones de dólares en 2023-24.
La neutralidad en CO₂ o “Cero Neto», es la empresa más costosa de la Historia humana
De acuerdo con un extenso estudio de Bloomberg NEF, se requieren 7 billones de dólares anuales en inversiones renovables, una cifra abrumadora, para alcanzar las cero emisiones netas para 2050, totalizando 175 billones de dólares para esa fecha. Mmm…
En consecuencia, en 2024 el mundo invirtió un récord de aproximadamente 2 billones de dólares, lo que dejó un déficit anual de 5 billones para la carbono neutralidad. Esta brecha no hace más que aumentar la deuda futura: por cada año de subinversión, la meta se eleva, necesitándose 8 billones al siguiente, luego 9, en una espiral creciente.
A modo de comparación: El Plan Marshall, o Programa de Recuperación Europea (tras la Segunda Guerra Mundial), costó aproximadamente 13.300 millones de dólares entre 1948 y 1952. Ajustado por inflación, serían unos 130.000 millones de dólares actuales, una cifra que palidece junto a las necesidades del Cero Neto o la neutralidad en las emisiones de carbono.
China está ganando terreno rápidamente, consolidándose por su esfuerzo en este sector como un actor clave en la geopolítica verde del siglo XXI.
La capacidad de China para producir y exportar tecnología solar a escala masiva ha permitido que casi dos tercios de los mercados emergentes superen ya a Estados Unidos en la proporción de energía solar en su mix eléctrico, que ronda el 9%. «EE.UU. Situación que en cuanto al aspecto de las fuentes de energía y la sostenibilidad/país hace que se parezca cada vez más a una reliquia steampunk, que aún depende de la tecnología de hornos y turbinas del siglo XIX para alimentar sus sueños de inteligencia artificial». (Bloomberg)
Este atraso recuerda un tanto a la última caravana de carretas de colonos del siglo XIX migrando lentamente hacia el Oeste, mientras los trenes ya empezaban a pasar a toda velocidad.
Apuntándose un tanto directo, frente a las arcaicas prestaciones en emisiones de CO₂ de la producción petrolera estadounidense, solo las exportaciones solares de China en 2024 fueron suficientes para reducir las emisiones globales de CO₂ en 4.000 millones de toneladas métricas. Este impulso se materializa con la puesta en marcha de proyectos de inversión de nueva planta (término ‘greenfield’ para inversiones desde cero, a diferencia de ‘brownfield’ en instalaciones existentes). Un ejemplo emblemático es COBCO, una fábrica de baterías de ion-litio de 2.000 millones de dólares inaugurada en junio en Marruecos, con una capacidad de 70 gigavatios-hora anuales, suficiente para alimentar 1,2 millones de vehículos eléctricos al año.
Otro proyecto emblemático se materializó en Yakarta donde una fábrica de paneles solares. con capacidad para producir 1,6 gigavatios de módulos al año, respaldará los planes de Indonesia de alcanzar 17,1 GW de generación fotovoltaica para 2035.
Por otra parte, las inversiones extranjeras de China en el Sur Global traen consigo empleo, independencia energética, crecimiento económico, transferencia tecnológica, aire limpio y, crucialmente, un respiro ante la amenaza del cambio climático disruptivo. Sin embargo, la magnitud del desafío (forjado durante siglos de emisiones de CO₂) es tal, que superarlo exigirá no solo décadas de inversiones billonarias para ‘domar a la bestia’, sino avances exponenciales en investigación básica y aplicada: la búsqueda de esa tecnología disruptiva como la llegada de las perovskitas, o la fusión fría, un sistema de captura de aire y fijación de CO₂ revolucionario) que multiplique por órdenes de magnitud nuestra capacidad de respuesta, tal y como ya exploran centros de vanguardia desde Fraunhofer en Alemania a sus homólogos en China. No es que el camino esté trazado y abierto del todo, lo que está claro es la necesidad del esfuerzo y el I+D+i, y que los avances lleguen al mercado en tiempo.
Aparte de la inversión extranjera directa de China en el Sur Global, los aranceles estadounidenses han sido una bendición para la industria solar china, ya que las importaciones africanas aumentaron un 60% en el último año. Todos veíamos desde fuera que la política arancelaria estadounidense era un tiro en el pie y bien pronto o evidente.
En este sentido, el distanciamiento de EE.UU. de la energía verde comienza a parecer uno de sus mayores errores estratégicos, al renunciar a una oportunidad histórica de crecimiento rápido con empleos cualificados y, lo que es más crucial, a su capacidad para influir en la gobernanza y las cadenas de valor de la economía baja en carbono del futuro.
Hay evidencia de que la revolución de la energía limpia no está fracasando por las políticas de Donald Trump y su Administración. Más bien, se está reubicando, dejando atrás a EE.UU. asfixiándose obstinadamente en sus nubes de polvo y CO₂. Por ejemplo, la UE aumentó su inversión verde un 63%, hasta casi alcanzar 76.000 millones de dólares, el doble que los exiguos 37.000 millones de EE.UU.
El capital inversor huye del mercado renovable estadounidense para buscar inversiones verdes de vanguardia en otros lugares; por ejemplo, tanto TotalEnergies SE como el gigante energético alemán RWE AG están redirigiendo sus planes de energía eólica hacia el Mar del Norte, a expensas de proyectos de inversión estadounidenses en este sector. Los principales inversores y desarrolladores de energías renovables están abandonando el mercado estadounidense, mientras su presidente afirma que la energía eólica ‘está arruinando nuestro país’…
Curiosamente, tanto India como China compiten por liderar la transición energética global. India es un caso paradigmático: mientras bate récords de instalación de plantas de energía renovable y reduce el uso de combustibles fósiles, su paradoja climática por otra parte la obliga a mantener el carbón. Dos fuerzas convergen y contraponen: el explosivo crecimiento de su clase media y la necesidad de adaptación al calentamiento global. Esta última se manifiesta en ventas masivas de aires acondicionados (13,3 millones de unidades en 2024, un 30% más que en 2023), creando una demanda eléctrica que las renovables aún no pueden cubrir por sí solas aparte del desafío de la distribución de la energía (nuevas líneas de alta tensión). Por eso decimos que hay una situación paradojal…
Curiosamente, tanto India como China compiten por liderar la transición energética global. India ejemplifica a la perfección la complejidad de este desafío: mientras instala energía renovable a un ritmo récord, se ve forzada a mantener e incluso ampliar su dependencia del carbón. Este pulso responde a un triple desafío concurrente. Por un lado la explosión de consumo de una clase media en rápido crecimiento. Por otro, la demanda energética extrema para adaptarse al calentamiento global, visible en la venta masiva de aires acondicionados (13,3 millones de unidades en 2024, +30%). Finalmente, el factor de las carencias en la red de distribución, un lastre común a muchos países (N. de T.: España incluida), donde la falta de líneas de alta tensión y ‘smart grids’ impide llevar la energía renovable a donde se necesita.»
«A medida que el clima se calienta, los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes y graves en toda India. La India ha experimentado recientemente olas de calor extremo, inundaciones, escasez de agua y patrones monzónicos irregulares». (Yale Climate Change Communication, de 22 de mayo de 2025)
Mientras tanto, en Estados Unidos se preguntan, según un reciente subtítulo de Bloomberg, «¿Cuándo se darán cuenta los ciudadanos estadounidenses de lo mal que les han vendido las energías renovables?
No hace tantos años, EE.UU. era la única superpotencia mundial en energía limpia, liderando el mundo en la conexión de energía eólica y solar a la red. Era una posición envidiable que otros buscaban emular. Y lo están haciendo. China añadió el año pasado ocho veces más capacidad renovable que EE.UU. Ahora, India está en carrera, conectando 22 gigavatios de eólica y solar en el primer semestre de 2025, mientras lamentablemente Estados Unidos se queda atrás.
Los dólares de inversión en renovables son universales y no respetan fronteras nacionales. Son un beneficio para todos. Respetan el retorno de la inversión (ROI), y la inversión internacional está cambiando rápidamente de las renovables estadounidenses a India y la UE, donde las políticas gubernamentales promueven activamente el desarrollo. De hecho, es una de las grandes historias de crecimiento del siglo XXI.
Hace solo unos años, nadie habría predicho que el papel de liderazgo mundial de EE.UU. en energías renovables se deterioraría, hundiéndose hasta un nivel en el que, finalmente, «EE.UU. es el gran perdedor».
Este artículo se publicó originalmente el 26 de septiembre de 2025. © Counterpunch
Robert Hunziker
Nota original en: PRESSENZA.COM