La comunidad chilena es representada hace dos décadas en el Encuentro y Fiesta Nacional de Colectividades (que se realiza desde hace veintidós años). Roberto Tapia, el representante principal de la Asociación Cultural de Residentes Chilenos que se alberga en nuestra ciudad, hace un recorrido por estos veinte años de participación, nos cuenta sobre los artesanos chilenos, sobre los bailes y nos aconseja que comer, previniendo que la cosa no se ponga picante sin que sepamos. Aquí, algo de la charla. “Comenzamos hace veinte años casi pegados a la Estación Fluvial invitados a último momento. Faltando dos o tres días y con lo poco que teníamos nos presentamos: un horno de barro y algunas cosas más. Hoy tenemos dos carpas grandes, con una cocina bien montada. Fue un crecimiento progresivo, hubo distintas comisiones directivas y todas han trabajado para Colectividades y le han dado prioridad. Además gracias al Encuentro hemos obtenido nuestra sede, nuestro grupo de baile y todas las cosas que se ven acá. A excepción de la carpa que son alquiladas. Este evento es el de mayor difusión de la colectividad, porque no sólo se acercan compatriotas, sino todo tipo de gente.
Inmediatamente preguntamos que se puede encontrar el visitante en el sector destinado a la cultura de Chile: “En la sección cultural, tenemos vendedores de artesanías, muchos de cuales están radicados en la argentina (como Luis Calderón Ortega, ver aparte). Es artesanía hecha por ellos pero en la Argentina. Eso sería la parte ventas. Después en la parte de cultura institucional tenemos un recorrido por Chile virtual, donde uno puede fotografiarse y poner de fondo lugares o personajes de Chile. Además se pasan videos turísticos de la república y una muestra sobre la población, minería, los indígenas y otros temas relacionados con la región”.
Roberto Tapia enumera algunas de las especialidades de la gastronomía chilena sin dejar de mencionar que sólo éstas son un pequeño porcentaje del ilimitado menú trasandino. No sólo por que son muchas, sino porque son platos que respetan las normas impuestas por bromatología. La empanada –dicen algunos- es un acto de chilenidad. Otro dato para tener en cuenta, la comida chilena es picante, así que tengan alguna bebida cerca o corran como un dibujito animado a tomar de algún estanque de agua. “La gama de comida chilena es amplia, esto es una cocina de campaña, hay que hacer lo más fácil y lo más higiénico. Lo más fuerte es la empanada chilena, el relleno que llamamos pino es de carne, cebolla (más cebolla que carne); lleva un cuarto de huevo duro, una aceituna negra y pasas de uva. El disco de la empanada tiene dieciocho centímetros de diámetro, es al horno; ¡Y picante! Hacemos chacareros, un pan casero, lleva un pedazo de carne similar al lomito, tomate, lechuga, chaucha, aderezos y picante. Los completos son los que en chile llaman ‘Hot Dog’, es como un pancho pero con los aderezos chilenos: como la palta, el picante y el chucrut”.
Para acompañar, bajar, y para que el picante no nos sorprenda, el presidente nos aconseja: “Nosotros vendemos el Borgoña que es el vino tinto con frutillas, después está el Mote con huesillo, vendría a ser el pelón hervido y trigo mote, se hace un trago fresco. También tenemos la Cola de mono, tiene leche, nuez, agua ardiente, azúcar y se sirve frío también”
Tapia, además, nos hace una reseña de las exigencias del organismo de control alimenticio municipal: “Nosotros hacemos las comidas más simples, respetando lo que nos pidió bromatología, como cumplir con la cadena de frió, la cocina, Etc. Además, todo los que estamos en la cocina tuvimos que hacer un cursillo en el instituto del alimento. Sabemos lo que manipulamos”.
Promediando la charla Tapia habla sobre la danza de su país y de la presentación del grupo chileno en Colectividades: “Tenemos el grupo de baile que funciona todo el año, presentándose en distintos eventos dentro de la ciudad y de localidades adyacentes a ésta. El número de participantes varía según el año, en esta oportunidad son quince personas. Vamos a estar en el escenario principal y en esta edición de Colectividades se va a representar la danza del norte de Chile. La música del norte es algo parecido al sur de Bolivia, al norte de Argentina. A diferencia del Huazo, que se baile en el centro del país; o el Chilote del sur, con vestimentas de lana y botas por ser climas más fríos. El baile Nacional de Chile es la Cueca, es algo parecida a la Cueca cuyana. Este baile representa la corrida del gallo a la gallina, por eso se baila en pareja y el nombre es el que domina la situación”.
Luis confecciona elementos con distintos materiales naturales del norte argentino.
Luis en actividad, en un stand chileno a pleno.
Invitamos a escuchar la entrevista completa
Nació en Valparaíso, hace unos años emprendió un viaje solo a la Argentina. Allí conoció una santiagueña; y juntos se radicaron en Cafayate (Salta). Cada año (desde 1998) participa del Encuentro y Fiesta Nacional de Colectividades de Rosario vendiendo sus artesanías en el stand cultural de la República de Chile.
Se llama Luis Calderón Ortega y es el único en el sector trasandino que fabrica a mano sus productos. Con un stand en hora pico y a plena actividad, nos contó su historia y como se siente al participar del evento. “Me enteré una vez de esta Feria, me comunique y quedé invitado. Eso pasó hace como ocho años. Hay un centro cultural chileno que organiza esto y participamos los chilenos que estamos radicados en la Argentina.
“Tengo un tallercito en Cafayate donde fabrico mis productos junto a mi familia, mi mujer (que es argentina), y mis tres hijos. Hago la misma actividad que hacía en Chile. Desde que llegue me enamoré de lugar, me gusta la Argentina”.
Luis confecciona elementos con distintos materiales naturales del norte argentino, los mismos que usaba en su Chile natal: “La tamasa es uno de ellos, es un instrumento de cuero de chivo y bolitas de arcilla. También hago palos de lluvia y portarretratos (con madera de cactus), lápices ecológicos de álamo (grandes y con doce colores diferentes), mates y bombillas de caña, uñas de cabra y sikus (instrumento de viento de origen preincaico que consta de dos hileras de tubo de caña de diferentes longitudes).
La gente sigue entrando y saliendo en un espacio que no es demasiado extenso. Luis sigue mostrando sus productos y respondiendo a las preguntas de los curiosos visitantes. A su diestra, una mujer vende bijouterie; a su siniestra, otra ostenta todo tipo de productos de cuero. En la puerta un hombre con una cámara y una computadora saca e imprime fotos para el público. En ese caos de gente, el entrevistado nos describe detalladamente el trabajo manual que realiza: “El palo de lluvia es hueco por naturaleza, se le cortan las espinas al cactus, se cruzan de lado a lado, luego se forma una escala de caracoles. Después se rellena con piedritas y se tapa. El cactus se recoge seco de piso, ya que es la única forma que sirve para hacer esto. Estas especies viven como un siglo y crecen un centímetro por año. Cuando mueren, sus partes se caen, luego se tienen que secar naturalmente. Después de eso intervengo yo”.
En el epílogo de estas líneas, el artesano chileno justifica su vida despojada de reproducción en serie y abocada al trabajo manual: “Estoy contento por la que gente conoce lo que hago, eso me llena de satisfacción. Este es el único lugar que expongo en forma de Feria, porque en Salta todos los productos que producimos en familia los vendemos al por mayor. Lo mío es netamente artesanas y mis precios son acordes con el bolsillo de la gente” .