LA PAZ (Reuters) – El Gobierno boliviano y la oposición dieron el sábado en una reunión los primeros pasos hacia un acuerdo que frene la sangrienta ola de violencia en el país, que dejó al menos 15 muertos y obligó a dictar el estado de sitio en un convulsionado distrito amazónico. La rebelión de los grupos económicos dominantes, que se niegan a aceptar la derrora del Referendo y quieren evitar a cualquier costa la nueva Constitución que el pueblo proclamará en Enero 2008.
Por Marco Aquino
Tras un maratónico encuentro con funcionarios oficiales que finalizó en la madrugada, el gobernador del sureño distrito de Tarija, que representó a sus pares de los departamentos opositores, afirmó que tenía la esperanza de que los contactos permitan llegar a un acuerdo de reconciliación nacional.
Mientras tanto, efectivos de Ejército custodiaban las calles de Cobija, la capital del opositor distrito de Pando, luego de que el Gobierno declarara el estado de sitio después de denunciar que seguidores del gobernador provincial «masacraron» a tiros y machetazos a campesinos fieles al presidente Evo Morales.
«Después de carnicería humana que se ha vivido cerca de Cobija, en Porvenir, el Gobierno tiene la obligación de recuperar la autoridad del Estado,» afirmó a una radio el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana.
El funcionario agregó que un marino y un civil murieron durante la violenta recuperación del aeropuerto de Cobija, que estaba controlado por seguidores del gobernador local.
La televisión local mostró imágenes de varios cadáveres cargados en un camión, mientras que emisoras de radios dijeron que decenas de campesinos estaban desaparecidos tras los enfrentamientos en Pando, al norte de La Paz.
El prefecto del distrito, Leopoldo Fernández, dijo que el Gobierno distorsionó los hechos y aseguró que, con sus seguidores, va a resistir hasta con su vida.
«El Gobierno tiene una tremenda habilidad para distorsionar las cosas. Están totalmente equivocados si creen que con esto nos van a amedrentar. Ni con los tiros, ni con los muertos que nos han hecho, vamos a huir,» amenazó desde un discurso que, justamente, achaca al gobierno consecuancias de sus propias acciones.
La ola de violencia contra las aspiraciones del Presidente Morales comenzó hace más de dos semanas, hundiendo a parte del país en un caos con bloqueos de carreteras que dejaron a varias ciudades cerca de desabastecimiento, saqueos a comercios, quema de oficinas públicas y violentos enfrentamientos entre militantes oficialistas y opositores.
La oposición, parapetada mayormente en Santa Cruz, capital económica del país, ha prometido resistir por todos los medios contra el plan del Gobierno de consultar en enero a la población sobre una nueva Constitución que legitima su nacionalización de la economía y da más poder a la mayoría indígena.
Analistas han apuntado también que uno de los factores que más irrita a los partidos antigubernamentales, mayormente conservadores, es la reforma agraria lanzada por Morales, que amenaza a los latifundistas del este del país.
La violencia en la nación andina prendió una alarma en la región, con Brasil y Argentina ofreciendo a Morales intermediar en la crisis luego de que una serie de ataques obligara a cortar brevemente el vital flujo de gas natural boliviano a ambos países.
El mandatario, que el miércoles ordenó la expulsión del embajador de Estados Unidos en La Paz acusándolo de apoyar a la oposición, rechazó la intervención diplomática.
El lunes, mandatarios sudamericanos se reunirán en Santiago de Chile para discutir la crisis en Bolivia.
NUEVA REUNION
Los representantes de la oposición y del Gobierno esperan volver a reunirse el domingo para darle tiempo al prefecto de Tarija, Mario Cossío, a informar a sus aliados de Beni, Pando y Santa Cruz sobre los resultados de la primera cita.
«Hemos cumplido con el objetivo de apertura y que ojalá en las próximas horas se convierta en un proceso de diálogo sostenido, que concluya en un acuerdo para resolver los problemas en el marco de una reconciliación nacional,» afirmó el líder opositor.
El viceministro de Descentralización, Fabian Yacsik, quien habló en representación del Gobierno, dijo a periodistas que en el encuentro se tocaron temas como un controvertido impuesto petrolero, cuya devolución exigen las regiones opositoras luego de que Morales pasó parte de él a un fondo para los ancianos.
«Lo que hemos logrado en este encuentro es sentar las bases para iniciar el diálogo y hemos encontrado varias coincidencias, identificadas estas bases restableceremos la tranquilidad en el país,» afirmó Yacsik, sin dar más detalles.
Varios mandatarios latinoamericanos han salido en apoyo de Morales. El líder venezolano, Hugo Chávez, llegó a prometer financiar grupos armados en Bolivia si la oposición derroca a Morales.
Las Fuerzas Armadas bolivianas, fieles al Gobierno, advirtió que no toleraría tropas extranjeras en el país, en una advertencia al mandatario venezolano.
Luego de que Morales expulsara al embajador de Estados Unidos, Caracas se solidarizó haciendo lo mismo, a lo que Washington respondió declarando persona no grata a los representantes diplomáticos de La Paz y Caracas.
(Con reporte de Marco Aquino; Editado por Ricardo Figueroa)