“¿Quién no ha recibido alguna vez el horóscopo por Whatsapp?
Por Natalia Aruguete. CENITAL
¿Nunca te predijeron esa singular dimensión del destino explicada por el movimiento astral?”, me preguntó un colega racionalista cuando le comenté que estaba escribiendo sobre astrología digital.
Me quedé un tiempo pensando al respecto. No recordaba ningún episodio de ese tipo, aunque —confieso— en ocasiones me intriga saber qué me deparará el futuro. Tal vez me niego a consumir algún tipo de servicio místico por temor a que esas predicciones tengan un efecto de realidad en mi comportamiento. Recalculé, entonces, e inicié mi bús665queda por aquellos que consultan los astros para, luego sí, avanzar sobre la oferta de estos servicios y su expansión económico-financiera.
¿La astrología polariza?
La polarización en las elites políticas llegó para quedarse, las sociedades resignifican esa distancia percibida cual cámara de eco, advirtió V. O. Key en la década de 1960. Como uno de sus rasgos más notables, la polarización reduce la complejidad de nuestro comportamiento, al realinear distintos ámbitos de nuestra vida que quedan contenidos, todos juntos, en polos contrapuestos. Así, las divisiones político-ideológicas encuentran su correlato en el ámbito económico —más libertario o más estatista—, en el sanitario —donde las libertades individuales desafían al cuidado colectivo— y en el geográfico —entre quienes se mudan de barrio para estar con gente como uno—. Sin embargo, no es tan fácil establecer distinciones tajantes entre racionalismo e irracionalismo cuando se piensa en los astros. “Quienes practicamos la astrología no somos necesariamente religiosos o anti-vacunas”, me advirtió un astrólogo con recelo.
¿Acaso ser académico implica no creer en la energía de los astros y su conexión con los movimientos terrenales? ¿Ser político te vuelve más estadista o más místico? Los expertos en consultoría política entrevistados para este artículo aseguran que los dirigentes políticos son “cabuleros por definición” y que, en ocasiones, toman los sondeos de opinión como una explicación mística del rumbo de la política, según si estas confirman o no sus presunciones. En ese ambiente, además, circulan los rumores que apuntan a consultas de las elites políticas por servicios místicos o pensamientos mágicos desde los cuales se explican el derrotero de ciertos eventos.
La astrología no polariza naturalmente; tampoco se alinea con posiciones políticas, sociales y culturales, o con credenciales educativas contrapuestas: no hay categorías excluyentes entre cientificismo y misticismo cuando de astros se trata.
Esos desacuerdos son más claros entre quienes analizan el fenómeno, aunque también en el interior del mundo astrológico. Por ejemplo, la carta natal, el Zodíaco, los planetas o las luminarias no significan lo mismo para Mia Astral, Rae Orión o AstroMostra. La norteamericana Rea Orión entiende que la astrología “ilumina los esquemas oscuros del yo, provee una llave para entender a los otros, constituye un método útil para evaluar relaciones y nos da la posibilidad de echar un vistazo al futuro”. La venezolana Mia Astral es una influencer digital con millones de seguidores en redes sociales, que ofrece desde horóscopos y clases para aprender los tránsitos astrológicos hasta coaching personalizado con tips para la acción efectiva.
AstroMostra discute la idea de sanación y se opone a “los gurúes que nos dicen lo que tenemos que hacer”. Su Guía astrológica para sobrevivir en la Tierra (Alfaguara, 2019) la concibe como “un modo de interpretación, como lo es la lingüística, el marxismo o el situacionismo”.
Desde una postura crítica, la filósofa Danila Suárez Tomé y la psicóloga Mariel Giménez definen la astrología como una pseudociencia autoproclamada como objetiva, que tiene implicancias performativas. Se basa en “afirmaciones fácticas” que buscan predecir la conducta, “ayudada por una sobre-identificación que simplifica”. A contramano de la visibilización de las inequidades de género, las creadoras del podcast Ocultonas apuntan que el consumo astrológico es una “invitación a reflexionar alrededor de intereses que están feminizados”. Pero no todas las personas toman la astrología como una guía tranquilizadora y conductista, algunos la presentan como formas de entender la energía de los astros e interactuar con ello autónomamente. Un espacio para el diálogo… espiritual.
La astrología digital
La pandemia por Covid-19 aceleró la virtualización de las relaciones laborales, sociales, educativas y amorosas. Pero se trata de un estadio dentro un proceso más amplio en la configuración de un yo —definido como “neo” o “post-liberal”— caracterizado por la auto asignación de recursos, no solo para el crecimiento económico-financiero, sino, además, para agenciarse credenciales educativas, amorosas y espirituales, por mencionar solo algunos.
De un tiempo a esta parte, la astrología se instaló con legitimidad entre millones de usuarios ávidos por conocer el movimiento de los astros en tiempo real y el efecto de ello en su experiencia de vida. Una encuesta del Centro de Investigaciones Pew constató que, paradójicamente, la disminución de las afiliaciones religiosas convive con el aumento en el nivel de espiritualidad entre los estadounidenses.
La astrología digital, en particular, se ha expandido de manera sostenida durante los últimos años. Según datos sistematizados por el Sensor Tower Store Intelligence hasta 2019, el crecimiento de usuarios activos por mes en las principales apps de astrología es exponencial: casi triplicaron sus gastos entre 2016 y 2019, al pasar de 7,7 millones de dólares en 2016 a 24 millones 4 años después. Solo en Estados Unidos, los consumos de estas apps alcanzaron casi 40 millones en 2019.
Con el confinamiento de los últimos dos años, la astrología pegó un salto ineludible en paralelo con la demanda de métodos para relajarse, combatir la ansiedad y dormir bien. Apenas estalló la crisis sanitaria, aumentó el tráfico en sitios como Astro.com, Cafe Astrology o Astrology Zone en paralelo a la creciente descarga de apps, según datos de la compañía Comscore. La necesidad de restablecer relaciones, mejorar el bienestar mental y orientarnos en medio de una pesadumbre que excedía lo sanitario, se conjugó con la facilidad en el acceso y la usabilidad de las apps para móviles con lectura de manos, horóscopos y sesiones de coaching.
Entre las más descargadas se encuentran Astrology & Palmistry Coach, Co-Star y Daily Horoscope Plus, que hoy gozan de una insuperable salud financiera. La apuesta de inversión en este mercado se explica, en parte, por el potencial financiero de estos mercados, que detectan las necesidades subjetivas de la época y las potencian con aceitados mecanismos de segmentación, personalización de la oferta y hasta notificaciones.
Un caso exitoso es Miistico, una startup creada por unos pocos emprendedores de Barcelona en plena pandemia, que vincula a expertos de servicios místicos y clientes ubicados en distintas latitudes. Reyes Pont, CEO y cofundadora de Miistico, explicó al Diario de Emprendedores, que la confianza de ese marketplace y la diversidad de países e idiomas que cubren les permitirá multiplicar su facturación en 2022.
También en Argentina crecen velozmente las plataformas digitales —blogs, podcast, cuentas de redes sociales y apps— con una variada oferta que va desde horóscopos personalizados, sesiones de tarot, citas astrales, blogs y podcast. Sin embargo, los usuarios vernáculos entrevistados en esta ocasión, admiten optar por las ofertas foráneas, sobre todo en un momento en el cual los límites geográficos se han evaporado.
El análisis de las ganancias e inversiones de los servicios místicos genera suspicacia, aunque se trate de una actividad extendida. Al menos así lo entiende Alberto Payo, cofundador de Aplicantes, una web de información diaria en español sobre apps y juegos móviles. Este experto en tecnología analizó el caso de Nebula, un servicio de astrología que se arroga la capacidad de ofrecer las predicciones del zodiaco “más precisas” de manos de astrólogos reales.
En diálogo con Cenital, Payo admitió que su escepticismo se mantuvo durante toda la exploración de estas apps. Nebula le generó más confianza que las otras, dado que tenía muchas descargas y, en principio, parecía tener un proyecto sólido detrás y un diseño más cuidado. Pero tras publicar su investigación surgieron comentarios de usuarios descontentos por cargos engañosos y el cobro de suscripciones no solicitadas.
Astrología millennial
Twitter, vector de pasiones políticas, culturales e identitarias, es un escenario privilegiado para las predicciones zodiacales. Con más de 3 millones de seguidores, la cuenta @horoscoponegro es un emblema de la astrología millennial, promotora de un discurso optimista, positivo y totalizador. Esteban Madrigal también pegó un salto significativo en el crecimiento de su comunidad de Astrología Millennial. Para este instagrammer, el movimiento de los astros es mucho más que conocer nuestro signo zodiacal: es una herramienta para entender los astros “de una manera sencilla y entretenida” o alcanzar el auto-conocimiento y el crecimiento personal. “As above, so below” es el lema con el que Madrigal invita a los usuarios a sumarse a su comunidad, donde “¡la magia y los cambios suceden! pues alineamos nuestro micro-cosmos personal con el macro-cosmos con el que estamos conectados allá arriba».
Con el paso del tiempo, pasamos de buscar el horóscopo en las revistas del corazón a interpretar las constelaciones mediante recursos digitales de lo más diversos: newsletters personalizadas, perfiles de Instagram, influencers de YouTube y apps que aumentan sus tasas de descarga a paso redoblado. Facilidad en el acceso y familiaridad en el lenguaje son, sin duda, marcas del resurgimiento de la astrología con estética millennial.
¿Y si acaso todo lo que se mueve lo hace en clave astrológica? Sam Dean lo ejemplifica de manera contundente: Google, Snap y Netflix son de virgo, Microsoft y Twitter, arianos. Y Facebook —que en Argentina cuenta con 28,4 millones de usuarios, según datos de DataReportal – Global Digital Insights de 2022— es de acuario. En definitiva, “cualquier entidad nacida en este planeta” viene con una carta astral debajo del brazo, concluye este colaborador de Los Ángeles Times en español.
Indagar el mundo de la astrología parece errático, y lo es en alguna medida. La dimensión subjetiva de quienes la consumen como de aquellos que la ofrecen no mantiene un patrón consistente; tampoco crea comunidades homogéneas en su interior ni polarizadas hacia afuera. Desde las predicciones metafísicas de los griegos en base al movimiento de las estrellas hasta los menúes a la carta que brindan las apps astrológicas, las personas entran y salen a mirar, adivinar y predecir sus destinos según indicios cósmicos. Frente a este frenesí de usuarios digitales que se agolpan para ingresar en los mundos de la astrología digital, con promesas creativas y actualización en tiempo real, los inversores apuestan millones para explotar el potencial de estos servicios místicos, que personalizan al extremo la experiencia del usuario.