Ricardo Lucero, argentino, licenciado en Comunicación Social y profesor universitario, es promotor de los Consejos Permanentes por la Noviolencia Activa, un proyecto que pretende transformar desde sus bases, o sea durante la formación y educación de las personas, la cultura violenta hoy imperante.
Ricardo Lucero, argentino, licenciado en Comunicación Social y profesor universitario, es además promotor de los Consejos Permanentes por la Noviolencia Activa y ha dedicado años a la difusión de este proyecto que pretende transformar desde sus bases, o sea durante la formación y educación de las personas, la cultura violenta hoy imperante.
A Ricardo, esta misión autoimpuesta le ha llevado a recorrer, dando conferencias y organizando eventos y encuentros con distintos estamentos ligados a la educación, varios países de nuestra región: Colombia, Brasil, Perú, Uruguay, Bolivia, Chile, y por supuesto, Argentina. De paso en Chile, nos cuenta sobre la próxima edición del Manual del Método Triple de Cambio
R: El nombre se refiere a la parte operativa, a la herramienta precisa que se utiliza –nos dice Ricardo- pero esta herramienta es la sistematización de un proceso que se define como una vía “Hacia una Cultura Solidaria y Noviolenta“. Se trata de un programa cuyo objetivo es educar para la noviolencia en las escuelas y también en organizaciones y barrios, para ayudar a formar personas y ciudadanos que tengan otros modelos conductuales, basados en valores de solidaridad, de paz, de cooperación.
P: Ricardo ¿Cuál es el origen de este proyecto?
R: Esta experiencia comenzó hace 8 años, como un proceso de investigación-acción sobre la violencia y las formas de superarla, en escuelas desfavorecidas del sur del gran Buenos Aires. Estuvo a cargo inicialmente de un grupo de profesionales de la educación que participan en la corriente de pensamiento del Nuevo Humanismo.
Durante este tiempo se ha ido construyendo una Red de Instituciones No Violentas, en su gran mayoría escolares, en más de 20 ciudades de América y también está comenzando en Europa y se acelera su crecimiento con la apertura continua de nuevos puntos.
P: ¿Y cómo ha sido su evolución hasta ahora?
R: Bueno, luego de varios años de trabajo silencioso en instituciones, ha comenzado una notable expansión.
A principios de 2010 se inicia la capacitación de docentes en Río de Janeiro por pedido de la Secretaría de Educación de la ciudad. Hoy se está desarrollando en 50 escuelas y la Secretaría de Educación del Estado de Río, propone extenderlo a todo el Estado (sólo en la ciudad de Río hay 1500 escuelas). Se está aplicando en el Municipio de Lomas de Zamora en el conurbano de la Ciudad de Buenos Aires, en 35 Jardines de Infantes municipales. Allí se capacitan Inspectores, Directivos y Docentes.
Se está por comenzar la formación de representantes de 30 escuelas de la Provincia del Chaco, de Argentina, luego de una resolución emitida por su Ministro de Educación, quien propone abarcar las 1600 escuelas provinciales. Por otra parte, el Intendente de la Ciudad de Resistencia lo declaró de interés Municipal y se firmó un convenio por dos años con la Universidad Tecnológica Nacional, Regional Buenos Aires, para que funcione en sus aulas un Centro de Formación Permanente en No Violencia Activa (Capacitación en Consejos Permanentes por la Noviolencia Activa y Redes). En la ciudad de Neuquén, luego de aplicarse el Método en escuelas de la periferia, se expandió la propuesta de la no violencia a 60 barrios carenciados a partir de una convocatoria recibida desde la Secretaría de Desarrollo Social de la Provincia, y hay muchos otros ejemplos en marcha.
P: ¿Los modelos educativos actuales, no contemplan una formación noviolenta, de fortalecimiento de la paz?
R: Lo que ocurre es que esta es una sociedad basada en la violencia. Es individualista y genera diferentes formas de violencia, porque impulsa a la desconfianza, la rivalidad, la manipulación, la acumulación desmedida de bienes tangibles, que lleva a la soledad, a la defen¬sa, a la agresión y al temor, como una forma de vida considerada “normal”. Una primera etapa para iniciar el cambio es la “desnaturalización” de esa dirección de vida, reconociendo que vivimos en una cultura universal que la promueve y que, por lo contrario, podría educar en un sentido solidario y no violento.
No es difícil comprender el impacto que produce en la mente de niños y jóvenes esta cultura mundializada que propone una existencia centrada solo en el propio beneficio y que a nivel internacional resuelve los conflictos por medio de la guerra. Estamos en una sociedad mundial que modela a las nuevas generaciones en el error, operando como un enorme “molde” que bloquea los mejores impulsos solidarios.
Tal como aprendemos nuestra lengua materna, sin advertirlo, aprendemos esta dirección mental individualista y estas actitudes violentas. Ambos rasgos, en mayor o menor medida, los tenemos todos incorporados a nuestra forma de ser y existen en el medio institucional y social como algo “natural”.
P: Sin embargo, hoy se adhiere cada vez más a las ideas de paz. Según tú ¿Ciudadanos que practican la paz y la noviolencia no existen en la actualidad?
R. Sí, si existen y se manifiestan, pero en realidad lo hacen de modo espontáneo, son experiencias aisladas que viven las personas y no es un modo de vivir o encarar la sociedad o la conducta cotidiana de modo permanente. La gente lo experimenta en un campo, por ejemplo en la organización solidaria o comunitaria en que participa, pero se encuentra con que las instituciones que enmarcan su vida no comparten ni colaboran en esa dirección. Si bien muchísimas personas practican formas solidarias y noviolentas en su vida personal o en su entorno inmediato, la frustración igualmente los invade dado que en otras esferas no hay el mismo interés o propósito.
P: ¿Cómo se puede frustrar alguien que busca mejorar la vida de la sociedad o que se dedica a resaltar valores más humanos?
R: Bueno, por ejemplo ocurre que las reglas de juego institucionales favorecen la competencia y el individualismo y esas personas que creen y practican una cultura diferente al interior de esas instituciones no encuentran eco ni apoyo hacia sus conductas sino todo lo contrario. También ocurre que las aspiraciones de vivir de un modo diferente y en una sociedad diferente se debilitan muchas veces cuando esas personas experimentan su propia violencia y no saben como encararla, a qué echar mano para hacer un trabajo equivalente en su interior, consigo mismas.
P: Pero una institución que cambia, igual se va encontrar con que la sociedad en general no cambia ¿O no es así?
R: Justamente por eso se busca la creación de redes. En un primer nivel se constituyen los Consejos Permanentes por la Noviolencia Activa en las Instituciones y estos se conectan a una Red de Consejos de Noviolencia Activa y a los Nodos locales en las Comunidades. Hemos observado que estas redes, en algún momento de su crecimiento, se tocan con los poderes establecidos -Intendentes, Ministros de Educación, Gobernadores, etc.- y éstos, en muchos casos, comprenden la necesidad de este cambio y gracias a su influencia, multiplican las posibilidades de acción.
Esto, sin olvidar los Proyectos de Vida Solidarios, que es el conjunto de herramientas y el método para trabajar el cambio en el interior de los Individuos. El Manual contiene la sistematización y el método para la construcción y sostenimiento de estos tres ámbitos permanentes sobre los cuales hay que aplicarse.
En un paso posterior, llegaremos a la definición de “Ciudades Noviolentas”.
P: ¿Estás diciendo que un profesor, al integrarse a un Consejo por la noviolencia, encuentra respuestas y/o herramientas para llevar adelante sus aspiraciones de un mundo mejor también a nivel institucional y personal?
R: Claro, porque se va generando un cambio cuando las emociones, como el temor, que dan origen a políticas y conductas de prevención cambian y dan nacimiento a nuevas emociones como la esperanza, la esperanza compartida por varios de que tales cambios son posibles. La estrategia central del Método se basa justamente en detectar lo positivo y convertirlo en el eje central. Por ejemplo, cuando frente a un acto violento se hace necesario darle respuesta, la mirada de los Consejos Permanentes, aparte de la respuesta puntual que se debe dar, analizan el origen de esa violencia y se descubre por ejemplo que la falta de afecto, de participación y de sentido está a la raíz de esos actos. Entonces, además de atender a lo emergente, que lo harán los especialistas del caso –sicólogos, educadores orientadores y quienes ya tienen experiencia y metodologías para ello- el consejo permanente elabora respuestas a mediano plazo que van a colmar esas necesidades de afecto, de participación y de sentido, apoyándose en lo mejor de las personas.
Nosotros no trabajamos sobre las situaciones de violencia en forma directa, trabajamos con todos aquellos –que llamamos los positivos- que ya están orientados y en el intento de cambiar las reglas de juego a nivel personal e institucional. Son esas personas, que están en todas partes, que sistemática se dedican a tratar de modificar las situaciones conflictivas en sus entornos. Al formarse los consejos, al comienzo llegan pocos, pero ocurre que pronto comienzan a aparecer más personas con esas características, las que se sienten potenciadas, valoradas y acompañadas en sus esfuerzos individuales.
P: ¿Los que tú llamas positivos, son niños también y se los incluye a ellos?
R: No, todo este programa está dirigido a los adultos. Se trata de juntarlos, de encuentros en los cuales los docentes rescatan lo mejor de su propia experiencia, no de charlas o talleres que dan ‘especialistas’. Los especialistas son los mismos maestros.
Esto conduce a que el proceso de cambio comience en lo institucional y/o lo comunitario y no en el aula.
Luego se ponen en marcha acciones formativas solidarias. Se anima a que los niños participen en actividades de este tipo. En Argentina por ejemplo, existe un programa que se llama Aprendizaje-Servicio, en el que se reseñan muchas acciones ya probadas a través de las cuales los chicos tienen la experiencia de ir a ayudar a hospitales geriátricos o de participar en jornadas de reforestación u otras. También hay actividades, todas ellas descritas en sendos manuales que se entregan a los consejos permanentes, de recreación y aprendizaje que se pueden realizar en las mismas escuelas. Se trata de juegos muy formadores.
P: ¿Me puedes contar como son?
R: Si, claro. Está el juego de las sillas musicales por ejemplo. Tú lo conoces, tiene sus reglas en las cuales los participantes van perdiendo y saliendo del juego. Bueno, se cambian las reglas, se modifica el “molde” del juego. Se juega al revés, de modo que todos van siendo incorporados, nadie pierde o queda afuera. Lo que va saliendo son las sillas hasta quedar una sola. Es la idea del cambio a nivel institucional aplicada. Existe el molde societario y sus reglas. Todos deben actuar de acuerdo a ellas. Pocos se cuestionan el cambiarlas. Más bien se suele pensar en que uno debe cuestionarse a sí mismo y cambiar cosas en uno para seguir el molde. Ese molde invisible es la cultura y su modo de aplicación son las reglas que tiene o que impone una institución o sociedad.
P: No ha de ser fácil encontrar personas que conciban así las cosas.
R: Se da inicio a estos procesos al interior de los colegios u organizaciones a partir de quienes quieren embarcarse o ya están embarcados en esa dirección, no con quienes están muy afectados por situaciones de violencia o aceptan las reglas existentes aunque no estén de acuerdo.
Al poco tiempo, vamos teniendo testimonios como el de un maestro que me decía: “Yo nunca había analizado las causas profundas así. Siempre creí que obtenía mis fuerzas por enfrentarme a los conflictos, porque incluso así se entiende mayoritariamente; que los accidentes o los sucesos negativos fortalecen al ser humano. Pero a la larga, la reiteración de los sucesos negativos va debilitando. Es muy distinto cuando te apoyas en lo positivo, en ver el lado bueno de las personas y cómo, al potenciar y darle cabida a lo positivo, se van reduciendo los conflictos, va cambiando el entorno social e institucional”.
A partir de esta experiencia, infinidad de educadores vuelven a encontrarse con sus sentimientos solidarios profundos y su actitud de servicio intactos, como para volver a vivirlos con alegría y entusiasmo con colegas y estudiantes. Esto es algo que el sistema educativo y el modo de vivir actual, no están en condiciones de brindar.
Para mayor información : www.consejosnoviolencia.org