Casos sorprendentes que destacó el Wall Street Journal en un artículo en donde enumeró proyectos exitosos que se iniciaron con menos de u$s200
Casos sorprendentes que destacó el Wall Street Journal en un artículo en donde enumeró proyectos exitosos que se iniciaron con menos de u$s200
Aunque la creencia generalizada es que se necesita mucho dinero para comenzar con un negocio y, de hecho, ese es uno de los primeros obstáculos que enfrentan muchos empresarios, no es necesario acabar con todos los ahorros para iniciar un proyecto.
O al menos, así los demostró una nota del diario The Wall Street Journal (WSJ). "Decidimos investigar si es posible lanzar una iniciativa empresarial por menos dinero de lo que la gente piensa. Muchísimo menos. Buscamos a empresarios autosuficientes que comenzaron sus empresas en años recientes sin gastar más de u$s200", explicó el artículo.
En este sentido, el medio puntualizó que las reglas eran que los empresarios debían pagarse un salario a sí mismos o reinvertir las ganancias, así como tener planes de seguir como empresarios.
"¿Qué descubrimos? con creatividad, compromiso y capacidad de resistencia un emprendedor puede convertir una pequeña inversión en un negocio admirable", destacó WSJ.
"Las historias que encontramos tienen mucho en común. El trabajo duro es un ejemplo. Si no tiene mucho para invertir, prepárese a dedicar más tiempo y energía", remarcó el medio.
Asimismo, aseguró que los avances tecnológicos han resultado de gran ayuda para los emprendedores. Tal es el caso de las páginas web de calidad profesional y sistemas de correo de voz, que pueden acelerar las ventas y darle una mejor imagen a una empresa nueva.
En este contexto, el WSJ destacó cómo tres empresarios crearon sus negocios "casi de la nada".
1. Kael Robinson – Live Worldly
Por increible que parezca, este emprendimiento comenzó con tan sólo 40 dólares.
Todo empezó en el 2007, cuando Kael Robinson recibió un regalo inusual, una pulsera de algodón con letras en portugués con instrucciones para pedir tres deseos mientras se la ponía. Robinson no deseó un negocio exitoso, pero eso fue lo que ocurrió.
Seis meses después de recibir el regalo, Robinson perdió su trabajo en relaciones públicas. Con tiempo de sobra, se fue de vacaciones con su familia a Argentina, donde hizo un descubrimiento interesante: su pulsera era una pieza muy popular ahí. "Vi que todo el mundo la usaba", recordó Robinson, de 27 años.
La estadounidense tuvo una corazonada. Cuando regresó a su casa en Denver compró 100 pulseras por u$s40 de un mayorista brasileño. Robinson las ofreció a estudiantes de secundaria a los que entrenaba como directora técnica voluntaria de lacrosse. Vendió cada pieza por u$s2,50 y rápidamente agotó su inventario, lo que la llevó a invertir en otras 100 unidades. "Pensé en mi mercado objetivo y cómo las tendencias comienzan en el colegio", señaló.
En poco tiempo, Robinson tenías más pedidos de los que podía satisfacer, a un nuevo precio de u$s5 por pulsera, dándole suficiente confianza para comprar otras 1.000.
Llamó entonces a comerciantes locales y varios accedieron a revender su producto. Gradualmente, varios comenzaron a hacerle pedidos.
Para mediados de 2008, Robinson generó suficiente efectivo para montar una página web profesional y un logo para Live Worldly. También contrató a un publicista amigo quien le ayudó a escribir y distribuir comunicados de prensa. CosmoGirl fue la primera de varias revistas que mencionaron sus pulseras.
La atención mediática inspiró a Robinson a contactar tiendas más exclusivas como Barneys New York y Fred Segal. A cada una le envió una copia del artículo con 50 pulseras. En una semana las tiendas vendieron todas las muestras y pidieron más. Seis meses después comenzó a pedirles a compradores extranjeros —consumidores y vendedores minoristas— que distribuyeran su producto en sus países. También expandió su catálogo con joyería y ropa de varios lugares del mundo.
El año pasado, Live Worldly registró u$s60.000 en ganancias sobre ingresos de y u$s160.000. De todos modos, Robinson dice que aún no se paga un salario y continúa invirtiendo el dinero en su empresa.
2. Jeff Swedarsky – Food Tour
Según el relevamiento del WSJ, esta compañía empezó con 110 dólares.
Su creador, Jeff Swedarsky, trabaja durante el día en el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Pero, por la noche y los fines de semana, es el director de Food Tour, la empresa que fundó y que ofrece excursiones culinarias en los vecindarios de Washington.
"Me encanta la comida", sostuvo Swedarsky, de 29 años, quien maneja su firma desde su casa en Alexandria, Virginia. "La comida es una de esas cosas que acerca a las personas", agregó.
Luego de graduarse en 2006 de una maestría en administración de empresas estaba listo para crear un negocio, inspirado por un artículo de prensa sobre el turismo culinario, pero se dio cuenta de que no tenía presupuesto. La solución, concluyó, sería encontrar un trabajo normal para pagar las cuentas y crear su empresa de forma orgánica.
En 2007, Swedarsky expuso su concepto en una breve presentación a dueños de restaurantes. El plan era traer a pequeños grupos de comensales para catas especiales durante "las horas de poca actividad" entre el almuerzo y la comida. Los restaurantes prepararían pequeños platos que no figuraban en el menú y que reflejaban la historia local, como el jamón de Virginia.
Swedarsky pagó u$s100 para registrar su negocio y u$s10 para comprar el dominio en Internet a través de GoDaddy.com. El emprendedor creó su propia página web.
Su primer tour oficial fue en mayo de 2008 y lo tomaron únicamente dos "señoras encantadoras de Nueva York de unos 50 años", recordó.
Pero el negocio "tomó impulso" rápidamente y, en seis meses, Swedarsky contrató sus primeros empleados de medio tiempo.
En la actualidad, emplea a 23 personas de medio tiempo, primordialmente guías turísticos, y rara vez sirve de guía él mismo. Mientras tanto, se dedica a expandir el negocio que ofrece varios recorridos, almuerzos y visitas a bares en Washington y Baltimore.
Los tours se limitan a 12 o 14 personas y los boletos cuestan entre 50 y 60 dólares.
Swedarsky espera registrar u$s300.000 en ventas este año, pero aún no se paga un salario y tampoco deja su trabajo en la agencia gubernamental.
El emprendedor aconseja a quienes quieran crear una empresa que persigan sus ideas, pero que antes se aseguren de "que es algo que realmente aman".
3. Marc Ringel – Floor Works New York
Cuando Marc Ringel empezó en julio del 2007 su negocio de instalación de pisos con sólo u$s145, estaba "realmente asustado", según él mismo admitió.
Antes de lanzarse, Ringel, ahora de 32 años, nunca había podido ahorrar. Por muchos años fue un profesor de matemáticas en la ciudad de Nueva York, al no encontrar trabajo con su título en ingeniería de sistemas.
Decidió trabajar entonces para una empresa de pisos de un colega. Debía buscar nuevos clientes y hacer marketing, pero no era muy lucrativo. Ringel ganó apenas u$s2.000 en comisiones su primer año.
De todas formas, en 2005 abandonó la docencia por el negocio de suelos y aprendió todo lo que pudo sobre el negocio.
Observó cómo operaban tanto la pequeña empresa como los contratistas, a quienes ayudaba esporádicamente.
Al mismo tiempo, las ventas se dispararon y Ringel vio la oportunidad para proponerle a su jefe la implementación de ciertos sistemas y procesos que ayudaran a despachar y organizar mejor los contratos. Pero el dueño de la empresa no compartía su visión.
Así que, pese a la oposición de amigos y familiares, decidió -a mediados de 2007- abrir su propio negocio de pisos. Al no tener la licencia y seguro necesarios, le ofreció a un contratista solicitar trabajo a su nombre a cambio de compartir las ganancias y éste accedió.
Ringel montó una línea telefónica con un sistema múltiple de correo de voz que daba la impresión que pertenecía a una empresa con varios empleados. El costo: u$s20 al mes. Gastó u$s25 adicionales en tarjetas de presentación y otros u$s100 en un dominio para una página web que diseñó él mismo.
En agosto de 2007, la empresa de Astoria, un barrio de Nueva York, tenía u$s7.000 en reservas. Con el dinero, Ringel registró oficialmente la empresa como City Works New York, aunque opera como Floor Works New York.
A mediados del año pasado, empezó a pagarse un salario y ha diversificado el negocio a trabajos de pintura para hacerle frente a las vacas flacas.
"Cometer errores no significa que usted es un fracasado, es parte del proceso de aprendizaje. No existe una fórmula mágica para crear un negocio, sólo necesita la voluntad de trabajar duro y una alta tolerancia a los períodos agitados", concluyó.
Fuente: Iprofesional