
Antes de presentarse en Rosario junto a Pedro Saborido, Felipe Pigna sentenció: “El programa económico actual es el mismo de la dictadura pero con más audacia. En términos de autoritarismo hay un evidente camino hacia la autocracia”.
Felipe Pigna se crió en Azul, provincia de Buenos Aires, y como su padre era director de Cultura de esa localidad que tiene sierra y río, por su casa desfilaban músicos de la talla de Jaime Dávalos, Eduardo Falú, Los Fronterizos, los Chalchaleros, Mercedes Sosa y el mismísimo Atahualpa Yupanqui. De esas conversaciones que se daban en la sobremesa durante su infancia, y de la lectura de historietas como Robin Hood, El Tomi, El Eternauta y Mafalda, adquirió una escucha y una pasión por los relatos que lo fueron formando hasta llegar a ser lo que es hoy: un transmisor de las memorias de la patria.
Junto a Pedro Saborido llegará este domingo 10 a Rosario para presentar, con dos funciones agotadas, Historias Argentinas, un espectáculo que reúne lo mejor que sabe hacer cada uno de ellos: humor desopilante y análisis detallado de los acontecimientos más importantes de nuestro país. La cita es en el espacio Bioceres Arenas, del Patio de la Madera, a las 17 y a las 20.
Riámonos en serio
La dupla Pigna Saborido, impensable para muchos por lo formal de uno y lo delirante del otro, la viene rompiendo. Llenan todas las salas a las que llevan su espectáculo en cualquier rincón del país y la gente sale con la panza y el corazón llenos de risas, aprendizajes y sobre todo con mucho por pensar y mucho por querer hacer. Porque eso es lo que ocurre cuando uno se siente interpelado por la alegría y por la tristeza: dan ganas de salir a transformar el mundo y la realidad de los que peor la pasan, ganas de ser mejores personas, ganas de llorar pero de la felicidad y que esa felicidad se contagie a todo el pueblo argentino.
“Lo que pasó con Pedro es que nos fuimos viendo y encontrando en distintos lugares, ferias de libros y cosas así, y la verdad es que pegamos muy buena onda –cuenta Felipe en diálogo con El Eslabón–. Y en un momento dijimos ¿por qué no hacemos algo juntos? Empezamos a charlar y ahí surgió esta idea que ya lleva dos años, con la que estamos recorriendo el país y con mucho éxito en todos lados”.
Tras destacar que es “fanático de Pedro desde siempre, de lo que hacía con Diego (Capusotto) y sobre todo de sus libros”, el historiador atribuye ese éxito a que “también tiene que ver con que la gente lo toma como un lugar de encuentro” y argumenta: “La clave para que la gente la pase bien es que uno la pase bien. Hay como una muy buena onda y una química muy linda que se transmite a la gente. Básicamente la pasamos muy bien arriba del escenario y eso se traslada hacia abajo”.
Y cuando este cronista le señala que generalmente la gente lo tenía como una persona más bien seria, aclara: “Sí, bueno, pero estaban equivocados (risas). Me encanta el humor, siempre me gustó. Me gusta mucho leer sobre humor, ver películas de humor, y la verdad que poder hacerlo con Pedro es maravilloso y muy divertido. Igual Pedro es una persona muy reflexiva, cuando habla en serio es un tipo súper interesante y le encanta la historia, le interesa la política. Todo eso hace que haya una confluencia interesante donde cada uno tiene cosas para aportar a los temas que hablamos, que son temas serios como por ejemplo Civilización y Barbarie, Alberdi, Sarmiento, Rosas, Perón y tantos personajes de los que hablamos en el espectáculo. Arrancamos con un enfoque serio y después va derivando en algunas cosas de humor que va poniendo Pedro pero que también tienen que ver con el surrealismo de la historia argentina”.
Museo de grandes novedades
Cuando se lo consulta por la Argentina actual, hablando de surrealismo, Felipe adelanta que “en el espectáculo se analiza la coyuntura pero no desde un lugar panfletario ni mucho menos”, y agrega: “Por supuesto hay bromas y reflexiones que conducen directo al presente. A mí siempre me gustó más el erotismo que la pornografía. Entonces creo que cuando hablás de situaciones del pasado, la gente automáticamente hace la asociación con el momento actual y se empieza a reír o a comentar como diciendo «bueno, es lo mismo que está pasando ahora». Esto quizás es un vicio de tantos años de docencia porque siempre me gustó más que los alumnos llegaran a la conclusión o hicieran ellos el vínculo, más que dárselo servido”.
Ante la pregunta de cómo cree que la historia recordará esta Argentina en el futuro, Felipe se explaya: “Creo que estamos en un momento completamente disruptivo, un momento que no tiene mucha comparación con el pasado. Algunos tienden, para mí equivocadamente, a vincularlo a los 90. Hay elementos de los 90, por supuesto, cierta frivolidad, la crítica al Estado, la exaltación del individualismo. Pero acá hay una matriz mucho más autoritaria, una cuestión de corrimiento a la ultra ultraderecha que no estaba presente en el discurso de los 90, por ejemplo, que era un discurso más neoliberal. Si querés notar este fenómeno que se ha dado en los comienzos de la segunda década de este siglo, sobre todo después de la pandemia, donde se vincula mucho la idea neoliberal con ciertos elementos del fascismo, que es lo que estamos viviendo en este momento en el mundo, no solamente en la Argentina”.
Pigna indica que también muchos otros lo comparan o asocian con los tiempos más oscuros de nuestra patria, aquellos que se extendieron desde el 24 de marzo de 1976 hasta la recuperación de la democracia en 1983, y en ese sentido analiza: “El programa económico actual es el programa de la dictadura, exactamente el mismo pero con mucha más audacia que la dictadura porque la dictadura se vio limitada por la corporación militar a hacer ciertas cosas como vender los ferrocarriles o las fabricaciones militares. Cosas que este tipo no tiene ningún problema en hacerlas. En términos del modelo económico, es mucho más extremo que el que planteó la dictadura. Y en términos de autoritarismo, hay un evidente camino hacia la autocracia, hacia una persona que no le interesa respetar las formas republicanas, ni democráticas de ninguna manera”.
Felipe de Mafalda
Sobre el cierre de la charla con este semanario, Pigna se adentra en su propia historia. “Me crié en distintos lugares, pero una parte importante la pasé en Azul, provincia de Buenos Aires, una ciudad muy linda que tiene sierra, que tiene río, una especie de Córdoba chiquita en medio de la pampa, y tuve una infancia muy linda, muy de estar en la calle –rememora el autor de una veintena de libros sobre la historia argentina–. Mi viejo era director de Cultura de ese momento, en la época de Illia, y venían a mi casa a la noche artistas que él traía para actuar. Así venían los músicos de Los Fronterizos, los Chalchaleros, la Negra Sosa, Atahualpa, y eso para mí fue hermosísimo. Creo que ahí nació mi gusto por el relato, por la escucha, porque no había celulares y la gente hablaba, hablaba en la sobremesa, era una cosa muy hermosa, muy extensa y de muchas narraciones. Me acuerdo de Jaime Dávalos, de Eduardo Falú contando el origen de alguna zamba, era un momento mágico realmente que siempre le voy a agradecer a mi viejo. Disfuté, además, de una infancia en la que jugar a la pelota no era contrapuesto a leer, éramos los jóvenes de los 60, jóvenes que leíamos de la colección Robin Hood a las historietas, que en aquel entonces eran muy importantes, desde El Eternauta hasta Mafalda y el Negro Fontanarrosa. Revistas como Intervalo, el Tony, Scorpio formaban parte de nuestro universo. Aparte la tele era hermosa en esa época, era corta, poca, pero con series extraordinarias como Batman, El Superagente 86, Pepe Biondi. Una infancia muy linda”.
Felipe no se considera un nostálgico, y lo explica: “Soy memorioso y me gusta recordar los lindos momentos, pero la nostalgia es algo que se vincula con la depresión, con vivir de momentos que ya no volverán. No soy así, tengo la suerte de haberlos disfrutado y recordarlos y me encanta recordar, pero no sé si quisiera volver exactamente a esos momentos. Como decía Serrat, lo único que tenemos es el presente, el pasado ya fue y el futuro no llegó. Lo que hay es esto. Y esto es lo que tenemos para vivir en este tránsito por la vida. En ese sentido, soy bastante realista de lo que hay hoy y de tratar de poner la mejor buena onda a este presente que no es un presente fácil, por supuesto”.
Por último, ante la consulta de qué significa la historia en su vida, el divulgador sentencia: “Para mí la historia la definió muy bien un historiador francés que se llama Fernand Braudel, que decía que sirve para conocer el pasado, mejorar el presente y planificar el futuro. Es decir, es una especie de elemento casi te diría terapéutico, en el que por un lado tenés que conocer ese pasado y por otro lado está muy bueno que sirva para mejorar este presente, no repitiendo errores, siguiendo la senda de lo que hiciste bien te da la preparación suficiente para poder planificar”.
Publicado en el semanario El Eslabón del 09/08/25
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La entrada La historia nos recordará se publicó primero en Redacción Rosario.
Fuente: Redacción Rosario