Páez es profeta en su tierra, y a veinte años de su primera vez en El Círculo lo volvió a ratificar, como si hiciera falta Emoción sobre emoción
«Piluso» fue el primer tema con el que Fito inició el recital. Y en un fondo gigante surgió la imagen inolvidable e irrepetible del Negro Olmedo. Chiquito Reyes, fiel amigo del rosarigasino, fue uno de los que aplaudieron a rabiar mientras que algún lagrimón furtivo se escapaba por ahí. Otro momento muy especial de la noche por lo emotivo fue cuando el rockero casi recitó a lo Goyeneche «Un vestido y un amor», que pareció ser muy del gusto del exitoso empresario Alan Faena, ex pareja de la bella actriz y también ahora cantante Leticia Bredicce, que lucía, pintón, un vistoso saco blanco.
El marco no podía ser mejor. El teatro estuvo desbordado de fans, familiares, amigos, la gente que lo conoce desde que era el pibe rockerito que tocaba el piano y los desconocidos de siempre, esa mayoría anónima que lo ama incondicionalmente.
El arranque fue con «Piluso», «Cacería», «Al lado del camino», «Volver a mí», «Un vestido y un amor», «Tres agujas», «Bailando hasta que se vaya la noche» y «Nada es para siempre», estos dos últimos con la cada vez más tentadora Fabi Cantilo. Después de hacer «El diablo en tu corazón» Spinetta y Claudio Cardone acompañaron a Fito en «El centro de tu corazón», «Resumen porteño» (tema de Spinetta), «Jade» y «Despiértate nena» (tema de Pescado Rabioso). Y el delirio continuó con «El amor después del amor», en compañía de Cantilo, Claudia Puyó y Cardone. Resonaron después «Normal 1» y «Yo te amé en Nicaragua» junto a Puyó.
Imperdible fue el momento en que Fito presentó a Spinetta. Lo calificó como uno de los mejores músicos del mundo. Pero el Flaco no se quedó atrás y le devolvió la flor diciendo: «Al lado de Fito puedo ser un aprendiz toda la vida.»
Parecía que El Círculo se venía abajo pero Fito siguió arriba, bien arriba con el momento más intimista del recital en piano solo con un tema de Serú Girán («Desarma y sangra»), «La despedida», «She’s mine», «Del 63», «Cable a tierra» y «La casita de mis viejos».
De nuevo con su banda, el rosarino célebre se aprestaba a entregar al cierre de esta edición «Mundo real», «Tumbas de la gloria», «Canción de amor mientras tanto», y «Sólo vengo a ofrecer mi corazón».
Vestido con un elegante traje gris oscuro a rayitas blancas y corbata roja como correspondía a una celebración formal, el rosarino se mostró emocionado ante el recibimiento del público. Tanto como su mujer Romina Ricci, de escotado vestido negro, que embelesada lo aplaudió toda la noche desde su palco.
«Estoy orgulloso de poder estar en Rosario. Veinte años pasan una sola vez en la vida y por eso quiero dedicárselos a ustedes, a los rosarinos», dijo Fito a modo de saludo mientras sus músicos se acomodaban en sus instrumentos, sin poder ocultar el impacto que les devolvía la gente.
La banda que acompañó a Fito la integraron Guillermo Vadalá (bajo y coros), Javier Lozano (teclados y coros), Gonzalo Aloras (guitarra y coros), Carlos Vandera (teclados, guitarra y coros) y Jota Morelli en batería, una sorpresita sutil para los oídos, quien reemplazó a Sergio Verdinelli.
Desde el vamos, Fito les adelantó a sus fanáticos seguidores que el show sería largo. Y parece que cumplió con creces. El repertorio tuvo temas de todos sus discos, desde «Del 63» hasta el último «Naturaleza sangre», y con el aporte sustancial de algunos invitados de ruta, que fueron apareciendo a medida que el show se recalentaba.
Fito eligió muchos de sus clásicos, pero también se animó con los que no lo son mas están perfectamente acunados en el corazón de la gente.
La banda sonó sólida, con un Fito muy obstinado en respetar los cortes de cada tema y los arreglos originales, pero con la soltura necesaria como para darle los matices que hacen que lo que suene allí, en ese instante, sea único e irrepetible.
Al cierre de esta edición, el recital todavía estaba en su apogeo con Fito entregando su corazón en cada estrofa. Y muchos esperando una sorpresa, que se decía podría ser la infartante corista Silvina Garré en minifalda,Juan Carlos Baglietto y Rubén Goldin cantando junto a su amigo temas del álbum «Tiempos difíciles» como allá por los 80. Pero no quedaban dudas a esa altura de que Páez se había organizado la fiesta y que se había hecho su propio regalo, que fue su noche soñada allí, en El Círculo, veinte años después como si fueran nada. «Tus regalos deberían de llegar» cantó el rosarino de pelo ensortijado alguna vez. Y el de anoche, fue con yapa y todo.
fuente: Pedro Squillaci, diario La Capital