
“El Día del León Alado” (1) es uno de los cuentos incluidos en el libro del mismo nombre, escrito por Silo en 1991.
Para muchos este cuento es un entretenido relato de ciencia ficción. Para muchos otros es además una fuente de innumerables enseñanzas que se adelanta a un futuro que es ya presente. Algunas de estas enseñanzas se reflejan en los diálogos directos de sus personajes. Otras, se insinúan detrás de alegorías o descripciones de un futuro distópico en algunos casos, esperanzador en otros.
Desde REHUNO Salud queremos compartir algunas de estas enseñanzas enfocadas y traducidas desde la particular mirada de la necesidad de humanizar el bienestar y la salud para todas las personas independientemente de su lugar de residencia o condición económica. Para ello, nos proponemos analizar algunos “mensajes” que encontramos en diálogos del cuento y relacionarlo con situaciones y datos actuales de la realidad social.
En esta segunda nota nos concentramos en otro de los diálogos. Casi al final del relato, dice:
–Cuánto me alegra escucharla, señora Walker. ¡Cuánto me alegro! Pero dígame, ¿en qué momento empezó a cambiar todo?… ¿Cuándo nos dimos cuenta que existíamos y que, por tanto, otros existían? Ahora mismo yo sé que existo, ¡qué estupidez! ¿No es cierto señora Walker?
–No es ninguna estupidez. Yo existo, porque usted existe y a la inversa. Esta es la realidad, todo lo demás es una estupidez. Creo que los muchachos de… ¿cómo es que se llamaba?… ¿Algo así como “La Inteligencia Torpe”?….
La simple frase “Yo existo, porque usted existe y a la inversa”, devela verdades profundas que reflejan un modo diferente de existir y sentir.
La solidaridad, el trato amable, la alegría, la esperanza, la amistad, la bondad y la compasión tienen como base el reconocimiento de la “existencia” propia unida a la existencia de los demás sumando una actitud de ayuda ante sus necesidades. Lo opuesto, es decir el individualismo esquizofrénico y la no atención a la situación de los demás lleva al encierro, la soledad, al sufrimiento mental en sus múltiples manifestaciones, y muchas veces a las llamadas “enfermedades mentales”.
El reconocimiento de “Yo existo porque Tú existes” nos conduce a una apertura mental que choca con el automatismo e individualismo que se impone en el ritmo de vida actual. Este automatismo y encierro en uno mismo, este “no-reconocimiento” de la existencia de los demás, se encuentra a la base de muchas enfermedades y malestares mentales como la soledad, la angustia y el temor irracional que hoy invaden la existencia cotidiana de millones de personas.
¿Por qué el “no-sentir” o “no-reconocer” la existencia de los demás impulsa un encierro y aislamiento que conduce al sufrimiento mental?, y a la inversa, ¿por qué atender y sentir su existencia nos aleja del sufrimiento y fortalece nuestra salud mental?
Porque cuando se niega o no se atiende a la existencia de los demás se está directa o indirectamente negando su intencionalidad, sus proyectos, sus actuales sentires, todos ellos fundamentos de la humanidad que anida en su interior (y en el nuestro propio). En síntesis, se tiende a anular su existencia presente y futura. Y si se llega a vislumbrar o imaginar que se opone a nuestros intereses, esta actitud de no-sentir su existencia escalará desde la simple indiferencia hacia conductas más discriminatorias y violentas, buscando su anulación, su desaparición como si fuese un objeto que impide nuestro camino. He aquí el origen de una escalada en la espiral de sufrimiento que lleva a más violencia ya no sólo mental, sino también emocional, física y social.
Por todo esto, la reflexión sobre la afirmación en el cuento “El Día del León Alado” que nos dice “Yo existo porque Tú existes.. y viceversa” no es sólo una frase poética en un relato. Esta sentencia encierra un “mensaje” profundo, el secreto de un modo de vivir y sentir la vida que actúa como antídoto infalible ante una variedad de enfermedades mentales que hoy se multiplican. Si deseamos andar el camino para la superación del temor y del sufrimiento mental, vale la pena profundizar en estas enseñanzas que a modo de acertijos y alegorías se comparten en el cuento.
Hagamos un simple intento. Miremos a nuestro alrededor. Comencemos por nuestro medio inmediato. Veamos a quienes nos rodean. Pero esta vez, hagamos el esfuerzo de “mirarlos” de un modo nuevo. Pongamos en ellos una atención especial, cuidadosa, profunda, sin apuros. Intentemos “reconocer y sentir su existencia”: qué sienten?… cuáles son sus necesidades?… sus temores? … sus esperanzas?… reconozcamos que compartimos un mismo espacio y algo del tiempo… estamos juntos… existimos juntos… somos diversos pero al mismo tiempo iguales… Hago el esfuerzo por “reconocer” en mi interior, su existencia!
Si avanzamos y profundizamos en este modo de mirar y sentir a los demás, si hacemos de esto un modo permanente de relacionarnos con las otras personas en nuestra vida cotidiana, comenzaremos a sembrar en nuestro interior la semilla de una fuerza interna y mental que permitirá vivir de una manera diferente, superando dificultades internas que muchas veces derivan en las llamadas “enfermedades mentales” y que tienen como origen esta tendencia al encerramiento, al aislamiento y al “sálvese quien pueda” tan propiciados por el sistema actual.
Hagamos el intento. Vale la pena este esfuerzo interno y personal. Los cambios y avances más significativos comienzan en nuestra propia interioridad, en nuestro modo de sentir y tratar a los demás.
“Yo existo porque Tú existes” es el germen de una mente sana, solidaria y alegre. Es fundamento de salud interna y mental.
“Yo existo porque Tú existes” encierra también el secreto de un cambio interno profundo que de proyectarse a la sociedad en general ayudará a superar la violencia, el sufrimiento y la venganza presente en los conflictos sociales actuales.
“…Cuando alguien comprueba que el individualismo esquizofrénico ya no tiene salida y comunica abiertamente a todos sus conocidos qué es lo que piensa y qué es lo que hace sin el ridículo temor a no ser comprendido; cuando se acerca a otros; cuando se interesa por cada uno y no por una masa anónima; cuando promueve el intercambio de ideas y la realización de trabajos en conjunto; cuando claramente expone la necesidad de multiplicar esa tarea de reconexión en un tejido social destruido por otros; cuando siente que aún la persona más “insignificante” es de superior calidad humana que cualquier desalmado puesto en la cumbre de la coyuntura epocal… cuando sucede todo esto, es porque en el interior de ese alguien comienza a hablar nuevamente el Destino que ha movido a los pueblos en su mejor dirección evolutiva, ese Destino tantas veces torcido y tantas veces olvidado, pero reencontrado siempre en los recodos de la historia.” (2)
1.Cuento “El día del León Alado”, escrito por Silo. Disponible en www.silo.net
2.Libro “Carta a mis Amigos”, Carta 1, Silo. Disponible en www.silo.net
REHUNO – Red Humanista de Noticias en Salud
Nota Original en: PRESSENZA.COM