Y dijo la serpiente a la mujer: “Mas sabe Dios que el día que comiereis del fruto prohibido, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dioses sabiendo del bien y del mal”. Génesis 3:5.
El 20 de mayo recién pasado, la importante revista científica “Science” publicó un artículo firmado por un equipo de científicos dirigido por Craig Venter, atribuyéndose la creación de la primera célula sintética, es decir, la primera forma de vida creada de manera artificial a partir de un genoma desarrollado en laboratorio.
por Efrén Osorio
Explicado de manera muy simple, el equipo de Venter trabajó con una versión sintética del ADN procedente de una pequeña bacteria llamada Mycoplasma mycoides, realizando este complejo proceso con la asistencia de un computador. Una vez obtenido el código genético artificial de la bacteria, los científicos vaciaron de ADN otra bacteria -Mycoplasma capricolum- y le transplantaron el código artificial. El genoma artificial desplazó al genoma natural de la bacteria y asumió el control de las células, comenzando a comportarse como un nuevo organismo vivo, al cual se le “bautizó” como JCVI-syn1.0.
LA POLÉMICA CIENTÍFICA
El artículo en cuestión abrió la discusión científica acerca de si efectivamente estamos en presencia de creación de vida.
De hecho, el experimento necesitó al menos del genoma original de una bacteria (la Mycoplasma mycoides) así como de la envoltura de una segunda bacteria (la Mycoplasma capricolum). Pero, aún cuándo el genoma de la célula sintética fue copiado de un genoma natural, se hizo sintetizando por métodos químicos ocupando un computador para realizar la secuencia.
"Ésta es la primera célula sintética que se ha creado, y la llamamos sintética porque la célula deriva totalmente de un cromosoma sintético, fabricado con cuatro botellas de químicos sobre un sintetizador químico, comenzando con la información en una computadora", explicó Craig Venter.
La discusión científica recién comienza: “Venter no ha creado vida, sólo la ha imitado”, afirmó el biólogo molecular y Premio Nobel, David Baltimore. Por su parte el ingeniero biomédico James Collins, en la revista Nature, planteó: "Francamente, los científicos no saben lo suficiente acerca de la biología como para crear vida. El trabajo publicado por Venter y su equipo es un importante avance en nuestra capacidad para hacer diseño o ingeniería de organismos, pero esto no significa que fabriquemos nueva vida desde cero".
Más allá de la discusión científica, lo claro es que es un paso extraordinariamente importante, y que aún si la bacteria JCVI-syn1.0 no fuera vida sintética, bastarán unos pocos años para mejorar las técnicas y procedimientos y presenciar la creación de vida sintética sin discusión alguna.
DISCUSIONES LEGALES, ÉTICAS Y RELIGIOSAS
Pero el trabajo de Venter también tiene implicancias legales y éticas. De hecho, mucho de la polémica científica deriva del litigio suscitado el año 2000, cuando Venter intentó registrar la propiedad intelectual de la secuencia del genoma humano. Ese año, dos equipos llegaron casi en forma simultánea a secuenciar el genoma humano. Uno de los equipos era parte de un proyecto público que planteó que tal información debería ser de dominio de todos los científicos, mientras que el otro equipo era parte de una iniciativa privada del laboratorio del propio Venter, quien intentó patentar para sí la secuencia del genoma humano. Felizmente la información no pudo ser patentada por Venter, pero éste quedó con el estigma de intentar “patentar la vida humana”.
Además, es necesario señalarlo, el trabajo de Venter tiene bastante de intereses económicos y comerciales, lo cual hace aumentar la sospecha sobre él. Sus investigaciones se desarrollan bajo el alero de la empresa Synthetic Genomics Inc., fuertemente apoyada por el Gobierno de Estados Unidos y muy vinculada con las petroleras Exxon Mobil y BP, cuyas capacidades de aplicación de tecnologías novedosas se pueden observar con cruda realidad en el incontrolable derrame de petróleo en el Golfo de México.
La importancia del trabajo de Venter es que da inicio a la carrera para la creación de microrganismos diseñados a la carta para producir, por ejemplo, células programadas para crear biocombustibles a partir de la luz solar, para purificar el agua y los derramos de petróleo, nuevas vacunas y nuevos antibióticos, etc.
Los riesgos de mala utilización de esta tecnología son evidentes pues podría utilizarse para la producción de armas biológicas, generar accidentes o las ilimitadas implicancias de nuevas formas de vida. De hecho, en octubre de 2004, un editorial de la revista científica Nature planteaba: "Si los biólogos están a punto de sintetizar nuevas formas de vida, el alcance de los desastres que podrían provocarse voluntariamente o por negligencia es potencialmente inmenso".
Por el lado religioso las reacciones no tardaron: "En manos equivocadas, la novedad de hoy puede suponer mañana un devastador salto a lo desconocido", estimó el obispo Domenico Mogavero, presidente de la Comisión para los Asuntos Jurídicos de la Conferencia Episcopal italiana, en una entrevista al diario la Stampa. "El hombre viene de Dios pero no es Dios: es humano y tiene la posibilidad de dar la vida procreando y no construyéndola artificialmente", añadió. Por su parte, Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, se mostró más prudente al afirmar que había que "esperar a tener más información" sobre el descubrimiento.
UN AVANCE PARA CELEBRAR
Históricamente los avances científicos que llegan a las fronteras del conocimiento, han generado grandes temores e, incluso persecuciones, basta recordar a Galileo. Pero si intentáramos ponernos en el lugar de aquellos homínidas de hace 500.000 años atrás, que a diferencia de todas las otras especies y superando su propio instinto de conservación, fueron capaces de acercarse al fuego, conservarlo, dominarlo y posteriormente producirlo, nos daremos cuenta que el “aprender sin límites” ha sido uno de los pilares del extraordinario desarrollo de nuestra especie.
Hasta el día de hoy, todas las especies huyen del fuego pues su presencia atenta su propia conservación, pero aquellos homínidas fueron capaces de superar sus propios miedos y seguramente tuvieron accidentes y también utilizaron el fuego como una arma de destrucción.
Pero el empleo del fuego cambió por completo la vida de aquellos homínidas: Procuró luz y calor en medio de la oscuridad y el frío; les dio protección frente a otros animales predadores; les permitió cocinar el alimento, eliminando parásitos y bacterias, mejorando con esto sus capacidades nutritivas; el uso del fuego hizo posible iniciar las transformaciones físicas y químicas de la materia inanimada como la fundición de los metales. Es decir, el fuego da inicio a la primera época de “alta tecnología” de la humanidad.
Indudablemente, hoy no existiríamos si es que aquellos primeros homínidas no hubiesen desobedecido su propio instinto de conservación y ni siquiera seríamos capaces de plantearnos conceptos éticos o religiosos.
Más allá de las preocupaciones éticas, filosóficas, religiosas e, incluso, políticas; más allá de los obvios intereses comerciales del propio Venter y las empresas relacionadas en la investigación, lo claro es que el trabajo de Venter abre el cauce para iniciar el diseño humano de nuevas formas de vida.
La evolución de la vida ha dependido durante millones de años de la combinaciones de los cuatro pares de las letras químicas del ADN, pero el trabajo de Venter abre la posibilidad cierta de generar seres vivos inéditos en nuestro planeta.
Si hasta ahora nuestra especie había sido capaz de modificar la naturaleza y su propia naturaleza, ahora estamos en el umbral de diseñar formas de vida no contempladas por la propia naturaleza. Los alcances de todo esto son inimaginables y es realmente una noticia que necesariamente debe celebrarse.
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Fuentes:
http://www.sciencemag.org/cgi/rapidpdf/science.1190719v1.pdf
http://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=65725
http://www.bbc.co.uk/mundo/ciencia_tecnologia/2010/05/
http://www.terra.cl/actualidad/index.cfm?id_cat=303
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