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Es posible que haya oído hablar del ruido blanco que se utiliza para enmascarar los sonidos de fondo. Ahora, se ha demostrado que el ruido rosa mejora la calidad del sueño e incluso mejora la retención de la memoria.
Aunque, la ciencia es nueva y solo cuenta con unos pocos estudios pequeños que la respaldan, no ha impedido que miles de personas escuchen durante horas estos ruidos en YouTube y en aplicaciones de meditación, por eso te decimos qué es y por qué puede ser beneficioso para tu salud.
Estos son los beneficios del ruido rosa
Si bien, el ruido se define como “todo sonido no deseado”, aunque este deseo o rechazo es, en el fondo, una preferencia individual, existen aquellos ruidos que generan sonidos al alcance de cualquiera. Y es que, si bien los sonidos son ondas (vibraciones) que viajan a través de un medio, como el aire o el agua, hasta llegar a nuestros tímpanos; los colores de los sonidos hacen referencia a las frecuencias que producen.
De hecho, las ondas de frecuencia más alta tienen sonidos más agudos y se sabe que estimulan el estado de alerta y la concentración. Las ondas de frecuencia más baja tienen más graves o sonidos de tono bajo y están vinculadas a estados cerebrales relajantes
El ruido rosa, baja el volumen en esas frecuencias más altas, por lo que suena más bajo y más parecido al sonido natural de la lluvia o el océano, por esa razón según estudios aseguran es beneficioso para dormir pues es muy similar a la distribución de las frecuencias de las ondas cerebrales que vemos en el sueño de ondas lentas porque son ondas grandes y lentas.
Y es que, puede tener un efecto significativo en la reducción de la complejidad de las ondas cerebrales, la mejora de la calidad del sueño, la memoria y el estrés.
De hecho, los científicos de la Universidad Northwestern están estudiando cómo los pulsos cortos de ruido rosa pueden mejorar las ondas cerebrales lentas del sueño profundo. En estudios pequeños, estos pulsos de ruido rosa se han mostrado prometedores para mejorar la memoria y la respuesta de relajación.
Por Perla Vallejo. Ecoosfera