El sistema ferroviario en Argentina atraviesa un momento complejo y la única respuesta del Gobierno nacional es la reprivatización del sistema, una opción a contramano del mundo y cuyo fracaso tuvo como resultado la tragedia de Once.
En ese sentido, es fundamental pensar nuevas herramientas que potencien nuestros trenes antes de la privatización o concesión, por lo que el Poder Ejecutivo debería buscar dinamizar la gestión creando nuevos mercados, tanto en pasajeros como cargas, con el objetivo de desarrollar nuevos productos que puedan ayudar a capturar nueva demanda y mejorar los balances de Ferrocarriles Argentinos. Uno de ellos son los trenes turísticos de media y alta gama, más conocidos como servicios “Slow Travel”.
El presente contexto internacional coloca a la recuperación ferroviaria en el centro del debate sobre movilidad e incrementa el atractivo por otro tipo de servicios que ya presentaron una buena performance en el plano operativo y comercial durante los últimos años: los trenes turísticos de media y alta gama. Este tipo de prestación incluye hotelería a bordo del tren, servicios de gastronomía y equipamiento de primer nivel para garantizar una mejora sustancial en la experiencia de viaje.
Existen servicios ferroviarios de lujo en los 5 continentes, entre los que se destacan el “Transcantábrico Gran Lujo”, en el norte de España; el Belmond Andean Explorer, a lo largo del camino hacia Machu Picchu; el Belmond Eastern & Oriental Express, desde Singapur hasta Tailandia; el Royal Canadian Pacific, a lo largo de las montañas Rocallosas; el Rovos Rail, atravesando Sudáfrica, Namibia y Tanzania; o el “Palacio sobre ruedas” de India, entre muchos otros. Todos ellos constituyen servicios con un tiempo de viaje promedio de 5 a 7 días con un costo por pasajero promedio de USD 2.500 dólares, apuntando a un segmento de alto poder adquisitivo.
Nuestro país cuenta con una fuerte impronta ferroviaria, la más importante de América Latina, alcanzando un pico de pasajeros transportados superior a los 70 millones y una cobertura de 47.000 kilómetros de vías férreas operativas promediando el siglo pasado. Esto se conjuga con una pujante industria turística, que movilizó a más de 23 millones de turistas luego de la peor pandemia en un siglo, dentro de una geografía extensa y rica en diversidad. No obstante, pese a que el 10% de la demanda de los trenes de lujo de España proviene de turistas argentinos, esta modalidad no se presta en nuestro país, lo que supone la pérdida de una oportunidad de captación de ingresos locales como también de turistas extranjeros. Es decir, generación de divisas.
Debido a la extensa red ferroviaria de la que aún dispone Argentina, se podrían prestar servicios ferroviarios de lujo con foco en la promoción del turismo receptivo y un mercado potencial superior a las 400.000 personas. Algunas trazas con atractivo turístico son las rutas Buenos Aires — Bariloche, la cual presenta condiciones para implementar ese tipo de servicio en el corto plazo; el ramal Buenos Aires — Mendoza, uno de los destinos vitivinícolas más importantes a nivel mundial o, por qué no pensar en un tren de lujo que conecte nuestra capital con los Esteros del Iberá y Cataratas del Iguazú, a través de una oferta ferroviaria y fluvial en nuestra Mesopotamia.
La ventaja de implementar este tipo de servicios de lujo radica en que el grueso de la inversión debe realizarse en las formaciones y no en la infraestructura de vía, entonces requiere de una inversión menor por tratarse de servicios intermitentes a menor velocidad y con baja interferencia del servicio regular de cargas. Estas rutas generalmente incluyen paradas intermedias a lo largo del recorrido, permitiendo el desarrollo local de distintos poblados turísticos del país.
A su vez, en Argentina existen ferrocarriles que brindan servicios turísticos, como son el “Tren de las Nubes” en la provincia de Salta, “La Trochita” en la provincia de Río Negro o el “Tren del fin del Mundo” en Tierra del Fuego. Ferrocarriles Argentinos podría asociarse con ellos y, con la inversión necesaria, ofrecer también este tipo de servicios de gran lujo.
El ferrocarril es una parte indispensable del progreso de nuestro país, sin una política estratégica ferroviaria no habrá desarrollo posible. Quizás sea el momento de recurrir a la creatividad y buscar parte de ese desarrollo en servicios que rememoran un pasado cinematográfico y romántico del ferrocarril, a la vez que permiten descubrir nuevas experiencias turísticas en la Argentina con el positivo potencial económico que ofrecen para las arcas ferroviarias.
Privatizar y rematar el patrimonio público es una salida tan anacrónica como fallida ante los desafíos que presenta el ferrocarril en nuestro país. Existen mejores opciones que requieren de creatividad empresarial y políticas públicas estratégicas que revaloricen y potencien lo que es de todos los argentinos para el beneficio de las próximas generaciones.
Fuente: CENITAL
Autor: Federico Conditi