Al mediodía del Miércoles 10 de Diciembre de 2003, asumió la Intendencia de Rosario Roberto Miguel Lifschitz, quien recibió el traspaso de mando del saliente Hermes Juan Binner, en una ceremonia realizada en el Salón Carrasco de la Municipalidad. Tras asumir, Lifschitz se comprometió a impulsar la autonomía y fortalecer la integración social
Lifschitz en el Concejo Municipal al momento de jurar como Intendente Imagen: Angel Amaya, diario La Capital |
El ingeniero Miguel Lifschitz asumió este mediodía como intendente municipal de Rosario en un acto celebrado en el Salón Carrasco del Palacio de los Leones, durante el cual el mandatario saliente, Hermes Binner, formalizó el traspaso del mando tras gobernar la ciudad por dos períodos consecutivos (10 de diciembre de 1995-10 de diciembre de 2003).
La ceremonia se cumplió tras la jura en el Concejo Municipal del nuevo intendente, marco en el cual Lifschitz pronunció un mensaje donde recordó los ejes prioritarios de su gestión, entre los cuales destacó un firme impulso al reclamo por la autonomía municipal –a la que consideró clave para tener poder de decisión en servicios básicos como saneamiento y energía y en aspectos como seguridad y justicia vecinal–; la institución de un ente metropolitano para impulsar un nuevo plan estratégico a nivel regional y el énfasis en materia de equidad social. “La batalla contra la pobreza y la exclusión será nuestra principal preocupación y el eje de nuestra tarea durante los próximos cuatro años. Pensamos en que la ciudad de Rosario vuelva a ser, como en la primera mitad del siglo pasado, capital del trabajo y la producción”, conceptualizó en ese aspecto el flamante jefe comunal. En tanto, para esta tarde está prevista la puesta en funciones de los nuevos integrantes del Departamento Ejecutivo, la que se cumplirá a las 19 en el Teatro Príncipe de Asturias del Parque de España.
“Este es un día de júbilo para la ciudad de Rosario y para la democracia. Cumplimos 20 años de ejercicio democrático y esta renovación en el municipio es la mejor celebración”, dijo visiblemente emocionado Binner tras ceder el mando comunal a su sucesor ante el escribano José Raúl Palotti, quien previamente procedió a la lectura del diploma expedido por el Tribunal Electoral de la Provincia que acreditó a Miguel Lifschitz como intendente electo de Rosario tras los comicios celebrados el pasado 30 de octubre. En su despedida, Binner señaló luego que “en estos ocho años han quedado muchas cosas y por lo tanto es el momento de los agradecimientos, a toda la ciudadanía de Rosario, a todas las instituciones intermedias, a todas las instituciones de la sociedad civil y por supuesto a nuestro querido equipo de colaboradores: al gabinete, directores generales, directores y trabajadores que tanto han hecho para merecer estos reconocimientos de la Organización Panamericana de la Salud, Unicef, la Unesco y finalmente la distinción de Naciones Unidas”. “Muchísimas gracias a todos, verdaderamente no tengo palabras para agradecer todo lo bien que ha trabajado la sociedad civil para lograr estos méritos. Muchísimas gracias”, concluyó el intendente saliente.
Formalizada el acta de rigor, Binner y Lifschitz se confundieron en un emotivo abrazo ante un prolongado aplauso por parte de funcionarios y familiares, amigos y simpatizantes de autoridades entrantes y salientes que desbordaron el principal salón del Palacio de los Leones.
“Continuidad y cambio”
“Esta será una gestión de continuidad y de cambio al mismo tiempo”, dijo por su parte Lifschitz. “De continuidad lógicamente porque compartimos con Binner el mismo proyecto político que viene trabajando en esta ciudad desde muchos años, con el que vamos a seguir trabajando en estos próximos años, con los mismos objetivos y fundamentalmente con los mismos valores. Y de cambio porque la gestión que termina fue sinónimo de cambio, y ésta que comienza lo va a ser también de la misma manera. Porque hay una realidad nueva, un escenario distinto, porque tenemos la responsabilidad de gobernar con una mirada nueva, con la capacidad para advertir a tiempo los cambios que se van dando en la realidad nacional, en la de nuestra ciudad, en la temperatura social y saber actuar en consecuencia. Encontrar las respuestas adecuadas para los problemas que aún existen, y al mismo tiempo, enfrentar con éxito los desafíos que esta época nos va a deparar”, amplió a continuación. En tono casi intimista, Lifschitz se dirigió en un tramo de su mensaje al propio Binner, al recordar que la ceremonia se celebraba “en este salón (por el Carrasco) tan cargado de historia, en el cual a lo largo de estos ocho años hemos pasado tantas cosas juntos, tantos momentos difíciles, a veces, y momentos de entusiasmo en otros casos, pero siempre en estos ocho años trabajando juntos para Rosario”.
“Hoy es un punto de inflexión, una etapa donde pasaron muchas cosas en el país, pero afortunadamente nuestra ciudad, a pesar de las dificultades externas, pudo encontrar alternativas y caminos para salir adelante”, agregó el flamante intendente.
Luego Lifschitz agradeció a todo el equipo de gobierno saliente y a los empleados municipales “porque han puesto todo su esfuerzo y han sido parte fundamental de los logros obtenidos en estos años por la ciudad, el más importante de ellos efectuado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo que distingue a Rosario entre casi 250 ciudades de América Latina”.
Por último, el nuevo intendente agradeció a Binner “por las oportunidades que me ha dado en estos años de trabajar junto a él en distintos puestos de responsabilidad, la posibilidad de poner a prueba nuestra capacidad para enfrentar los problemas y resolverlos, y en definitiva por la confianza otorgada para trabajar y actuar sin ningún tipo de condicionantes ni limitaciones”. “Para mí ha sido un orgullo, un honor haber participado en estos ocho años de una gestión extraordinariamente exitosa, y esto me carga de un enorme responsabilidad y compromiso para duplicar el esfuerzo para que nuestros próximos años estén a esa altura e incluso poder superar lo que hemos hecho hasta ahora. Así que, gracias Hermes, gracias a todos, y a partir de mañana nos encontraremos trabajando nuevamente por una ciudad mejor”, concluyó.
Tras las palabras de Lifschitz, el intendente saliente entregó a su sucesor la llave simbólica de la ciudad, oportunidad en la que Binner se permitió quebrar el protocolo con la humorada de que su gestión “no le cambió la cerradura a la Municipalidad”.
“Vocación de protagonismo en el país que se viene”
Previamente, en un acto realizado en el recinto del Concejo Municipal, Miguel Lifschitz prestó juramento como nuevo intendente de la ciudad ante los representantes del cuerpo legislativo. El flamante jefe comunal recordó los 20 años de democracia y señaló que «Rosario fue sacudida por los cimbronazos de los conflictos y las crisis que se vivieron en el país, pero supo encontrar maneras de construir un camino distinto».
Asimismo, aseguró que el primer compromiso de su gestión «es alentar, apoyar, contribuir al esfuerzo nacional desde la ciudad de Rosario, para ser parte de la conformación de un nuevo modelo de país, más equilibrado y solidario, donde las grandes ciudades del interior se constituyan en los pilares en los que se funde el desarrollo económico y la nueva institucionalidad del país», para concluir que Rosario tiene «vocación de protagonismo en el país que se viene».
«No queremos que la historia nos pase por el costado, y para ello resulta indispensable que en esta etapa Rosario obtenga el reconocimiento de la autonomía municipal sancionada por la Constitución Nacional en 1994. Ya no alcanzan las promesas, es necesario poner en marcha los mecanismos para que, por vía de una reforma constitucional, se otorgue a nuestra ciudad ejercer el derecho a su autonomía en forma plena», puntualizó.
En ese sentido, Lifschitz señaló que la autonomía de Rosario es necesaria para tener poder de decisión en la prestación de servicios básicos para el desarrollo de la ciudad como el saneamiento y la energía, «para tener competencias mayores en materia de seguridad y de justicia vecinal, para desarrollar políticas activas de promoción económica, para dotarnos de nuestra propia arquitectura institucional y de una legislación moderna en materia de gestión local para sentar las bases de un Estado local democrático y participativo. Pero no queremos la autonomía para separarnos de la provincia o para desentendernos de su destino. Todo lo contrario. La autonomía es un instrumento para facilitar la integración».
Además, el nuevo intendente dijo que es necesario diseñar un nuevo plan estratégico para la región, y contar con un instrumento que institucionalice una gestión compartida y coordinada de las políticas metropolitanas, es decir, “un ente metropolitano para toda la región, que debe surgir del acuerdo entre los municipios y las comunas involucradas». Finalmente, Lifschitz recordó que la crisis social y económica que azotó a nuestro país en la última década dejó al 55 por ciento de los vecinos por debajo de la línea de pobreza, y “éste es nuestro principal desafío”. “La batalla contra la pobreza y la exclusión será nuestra principal preocupación y el eje de nuestra tarea durante los próximos cuatro años. Pensamos en que la ciudad de Rosario vuelva a ser, como en la primera mitad del siglo pasado, capital del trabajo y la producción. Pero también tendremos que ampliar la tarea social en los barrios. Pretendemos una ciudad con reglas de juego claras para todos, una ciudad cuidada y ordenada y segura”, explicó.
«La otra gran batalla de nuestra época –agregó luego- estará centrada en dotar a la ciudad de las grandes obras de infraestructura cuya carencia históricamente ha limitado su progreso y condenado a sectores importantes de la población a grandes déficits en su calidad de vida, como el servicio de agua potable y desagües cloacales, pavimento y accesos. Estoy convencido de que vamos a trabajar con ahínco y sin descanso, con decisión y firmeza, con prudencia pero sin renunciar a nuestros sueños para cumplir con las enormes expectativas de una ciudad que espera una gran oportunidad».
En el Monumento, palabras de Binner
Antes de ceder el mando municipal a Lifschitz, Binner asistió a primera hora de la mañana al izamiento de la bandera en el Mástil Mayor del Monumento, acompañado por todos los integrantes del Departamento Ejecutivo municipal, ceremonia que se constituyó en el último acto de gobierno en su carácter de primer mandatario municipal. Para la ocasión estuvieron presentes numerosos agentes municipales que dieron una cálida despedida a Binner, al tiempo que dieron la bienvenida a Miguel Lifschitz, a partir de hoy nuevo intendente de la ciudad.
En ese marco, consultado sobre cuál fue “la obra” más importante de su gestión, Binner señaló que fue «la integración social», y agregó que «cuando vemos otras ciudades del país con grandes problemas, con sucesión de piquetes y de crisis profundas, sabemos que aquí, si bien tenemos déficits sociales, hay esperanza, esperanza que está en la gente que cultiva en las huertas comunitarias, en la que participa en las cooperativas, en aquellos que asumen un microcrédito para un microemprendimiento; hay esperanza de que las cosas comiencen a cambiar y esto es muy saludable para nuestra ciudad».
«Todo lo que se hizo es lo que se pudo. Pendientes quedaron muchas cosas, como también quedaron de gestiones anteriores. Cuando uno llega no es verdad que hay que hacer todo, y cuando uno se va no es verdad que está todo hecho», concluyó Binner.