PRESSENZA · Ecología y Medio Ambiente
Por Barina Montoya
Chile ha emergido como líder en la adopción de energías renovables en América Latina y, en particular, en la producción de energía solar. Sus recursos naturales privilegiados sitúan al país en una posición envidiable para transformar su matriz energética. Sin embargo, el boom de proyectos solares camina más rápido que la retirada de centrales a carbón. ¿Estamos reemplazando realmente los combustibles fósiles o solo agregando capacidad renovable al sistema energético?
SANTIAGO – El desierto de Atacama ubicado en el norte de Chile tiene los niveles de radiación solar más altos del mundo. Por esto, la industria de energía solar crece exponencialmente pues “existen condiciones únicas para hacerlo”, asegura Bárbara Yañez, presidenta del directorio de la Asociación Chilena de Energía Solar (Acesol).
Datos entregados por Generadoras de Chile, asociación de empresas de energías renovables, indican que en 2023 la generación renovable alcanzó un récord de 63,8 %, la cifra más alta desde que se tiene registro, en la cual la generación solar representó 20 % debido a la entrada en operación de más de 1,1 gigavatio (GW) de nuevos proyectos solares.
En particular, la energía eólica y solar han representado un ingreso masivo al sistema eléctrico chileno desde 2013, “transformando completamente la matriz energética del país”, afirma Camilo Charme, gerente general de Generadoras de Chile, y además agrega que solamente en 10 años la capacidad instalada de energía solar pasó de ocho megavatios (MW) a más de 9000.
Es más, se proyecta que para el 2024, la capacidad instalada renovable supere los 29 000 MW con una inversión de más de 30 mil millones de dólares en la última década.
En opinión de Jorge Leal Saldivia, especialista en energías renovables, “las políticas actuales como La Ruta Energética y la Agenda de Energía van en la línea de fomentar la transición hacia fuentes de energías renovables, pero asegura que “no se ha planteado la eliminación completa de las fuentes de energía en base a combustibles fósiles”.
Un informe de Chile Sustentable arrojó que de las 28 centrales a carbón que operaban en 2019, cuando se inició el cronograma de descarbonización, ocho termoeléctricas están cerradas, 12 están con compromiso de cierre al 2025 y ocho carboneras no tienen compromiso de cierre y podrían operar hasta el año 2040.
Bajo ese contexto, en abril de 2023, el Ministerio de Energía lanzó la agenda inicial para un segundo tiempo de la transición energética, que considera el despliegue de las primeras 10 medidas en cuatro ámbitos de acción: promoción del almacenamiento; mitigación de riesgos a suministradores; flexibilidad operacional; y acciones políticas, regulatorias y obras urgentes.
Los desafíos
Charme explica que los retos que enfrentan los proyectos de generación en Chile, incluidos los solares, “tienen relación con las condiciones habilitantes que permitirán continuar avanzando en la transformación del sistema eléctrico, para así seguir disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero del sector”.
El profesional destaca que, en primer lugar, se encuentra “la necesidad de un mejor uso de las redes existentes y una adecuada ejecución de la planificación del sistema de transmisión”.
Por esto, Generadoras de Chile y Transmisoras desarrollaron en 2022-2023 un estudio que busca identificar acciones de corto, mediano y largo plazo que permitan cumplir ese objetivo.
Esta investigación determinó que la mayoría de las medidas propuestas no requieren cambios legales y permitirán una gestión más efectiva de las redes de transmisión, maximizando el uso de los recursos disponibles y promoviendo un desarrollo de infraestructura robusta y oportuna de manera costo-eficiente, sin necesidad de amplias holguras.
Por otro lado, Charme asegura que el sector de la generación de energía también enfrenta desafíos operacionales “sin precedentes”.
Datos entregados por Generadoras de Chile dan cuenta de que, en más de 80 % de los días del año 2023, la generación renovable superó a la térmica. Es más, hubo momentos, como el mediodía del 30 de octubre, en que la generación renovable instantánea alcanzó 94,6 % del total de la energía eléctrica del sistema.
En este contexto, las tecnologías gestionables, como los sistemas de almacenamiento, adquieren una importancia creciente al proporcionar atributos de seguridad, energía gestionable y flexibilidad.
Por ejemplo, pueden adaptarse a cambios imprevistos en los pronósticos de generación eólica y compensar las diferencias de generación producidas durante el mediodía y el atardecer cuando la energía solar disminuye drásticamente.
Otro de los desafíos es resolver el tema del ciclo de vida de las tecnologías solares, es decir, saber qué se hará con el gran volumen de materiales, instalados a lo largo del desierto de Atacama y otras zonas del país.
En opinión de Edward Fuentealba, director del Centro de Desarrollo Energético Antofagasta (CDEA), esa situación “se está evaluando” debido a que cada día surge la incógnita de saber cuál será el destino final de todas esas instalaciones una vez terminada su vida útil.
Fuentealba, que actualmente participa como miembro del comité consultivo de la nueva política energética de Chile al 2050, hace énfasis en un gran reto: la normativa que tiene Chile en el ámbito energético. El profesional no duda al decir que las actuales leyes “son muy antiguas e imposibilitan el crecimiento de este tipo de energía”, y no titubea en decir que “esa situación tiene que cambiar”.
Ese último punto, para los especialistas en materia energética, es clave para avanzar hacia el cambio a una matriz limpia.
En cuanto a resolver los desafíos para lograr la carbono neutralidad en el país, Saldivia, que además es jefe de gestión de activos de Sonnedix Chile, asegura que lo más importante es poder otorgar “seguridad de suministro” como potencia firme, reservas y partidas rápidas, entre otros, en base a fuentes solamente renovables.
“La electrónica de potencia debe desarrollar equipos que permitan esto, y la industria debe ser capaz de utilizar masivamente esos equipos. Por ejemplo los inversores Grid Forming que pueden regular características técnicas en las redes de transmisión”.
Proyecciones
En Chile existe un compromiso de descarbonización, con metas a largo plazo que buscan cubrir hasta 60 % de la matriz energética con energías renovables para el año 2035 y hasta 70 % para el año 2050. Estas metas son fundamentales para la transición energética y se apoyan en iniciativas como la Planificación Energética de Largo Plazo (PELP), entre otras instancias.
Gracias a su geografía, el país cuenta con un alto potencial de recurso solar en el norte y eólico distribuido a lo largo del territorio. Este hecho ha potenciado la integración masiva de energías renovables solar y eólica.
A lo anterior se suma la crisis de precios de los combustibles fósiles en 2022, lo que fue un recordatorio elocuente de los poderosos beneficios económicos que la energía renovable puede proporcionar en términos de seguridad energética.
De hecho, según lo presentado por el reporte “Renewable power generation costs in 2022” de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena), la energía renovable desplegada a nivel mundial desde el año 2000 ahorró aproximadamente 521 mil millones de dólares en costos de combustible en el sector eléctrico.
Bárbara Yañez reconoce que los costos para proyectos solares fotovoltaicos han disminuido 82 % durante los últimos 10 años, y siguen con una tendencia a la baja.
Actualmente, los proyectos solares están concentrados entre las regiones de Antofagasta y Atacama, dice la presidenta del directorio de Acesol y destaca que una “de las gracias” por las cuales esa industria ha crecido a pasos agigantados es que la puesta en marcha de plantas solares solo requiere de dos años.
Originalmente se instalaron en el norte de Chile porque hay más radiación disponible. Sin embargo, así como han ido bajando los precios de los módulos fotovoltaicos, se han hecho rentables proyectos en lugares con menos radiación, como la zona central.
Respecto al escenario actual, Saldivia destaca que es bastante propicio para la instalación de centrales renovables porque, en general, tienen bajo impacto medioambiental y destaca que en el caso de los proyectos solares el impacto “es mayoritariamente por el uso de suelo, que en caso de no tener especies protegidas y no ser suelos aptos para la agricultura en realidad no tienen muchos usos alternativos”.
Desde Generadoras de Chile comentan que se espera que la participación de la energía solar siga aumentando en los próximos años. Para diciembre de 2023 se encontraban en construcción más de 4,3 GW de esta tecnología, con lo cual alcanzaría 13,3 GW de capacidad instalada.
“Esto posiciona a la tecnología solar como la principal fuente en términos de capacidad instalada, dejando de lado su carácter no convencional”, asegura el gerente general de la asociación gremial.
En síntesis, el crecimiento de la energía solar camina mucho más rápido que la retirada de centrales a carbón. Frente a ese escenario, Saldivia es enfático en decir que sí se están reemplazando algunas centrales a carbón, “pero que aún existe mucha más potencia renovable de lo que se está retirando”.
Durante el 2023 el carbón representó 17 % de la generación eléctrica nacional, según datos de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (Acera).
Frente a ese escenario, el Coordinador Eléctrico Nacional anunció la salida de 20 plantas termoeléctricas a 2025, lo que traería como consecuencia que la capacidad instalada a carbón caiga 69 %. Desde Generadoras de Chile destacaron que este es un “un hito relevante” que reafirma el compromiso que tiene el país con el proceso de descarbonización.
Este artículo se elaboró con apoyo de Climate Tracker América Latina.
RV: EG
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