Es un día triste y de luto nacional para Panamá porque hace 34 años Estados Unidos invadió a este país con la intención de controlar permanentemente el Canal de Panamá.
Posteriormente, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución en la que deploraba enérgicamente esta acción «que constituye una violación flagrante del derecho internacional y de la independencia, soberanía e integridad territorial de los Estados».
20 Diciembre 2023. Noticias Xinhua
La invasión estadounidense es sólo una muestra de la «Doctrina Monroe» rampante en las Américas durante dos siglos.
En diciembre de 1823, el entonces presidente de Estados Unidos, James Monroe, pronunció el discurso anual sobre el Estado de la Unión ante el Congreso, exponiendo la idea de que América es para los Americanos. La «Doctrina Monroe» se convirtió así en la piedra angular de la política exterior estadounidense.
Enarbolando la bandera de la «Doctrina Monroe», Estados Unidos, mediante invasiones militares directas e intervenciones militares indirectas, se anexionó los territorios de países latinoamericanos y caribeños, ocupó o controló lugares estratégicos, amplió su esfera de influencia e interfirió continuamente de forma grosera en los asuntos internos y diplomáticos de los países latinoamericanos para maximizar sus propios intereses.
Además, utilizando la ideología, EE. UU. han tratado de dividir y desbaratar el proceso de integración latinoamericana, reforzando su condición subordinada a Estados Unidos.
A lo largo de 200 años, frente a las evidentes manchas dejadas por la «Doctrina Monroe», los pueblos de América Latina han visto desde hace tiempo la esencia de la llamada «Doctrina Monroe» de Estados Unidos.
Reconocen que no es una bandera de justicia para defender la paz y el desarrollo en las Américas. Por el contrario, es un intento egoísta de implantar la idea de que América es para los estadounidenses, considerando a América Latina como su «patio trasero» y sirviendo a los intereses egoístas de Estados Unidos.
Numerosos políticos y académicos latinoamericanos han criticado la «Doctrina Monroe», exponiendo la naturaleza imperialista que promulga.
Son numerosas las olas de resistencia contra la agresión, la intervención, la colonización económica y el control ideológico en los países latinoamericanos y entre sus pueblos, que se esfuerzan por erradicar el pensamiento imperialista, demostrando un fuerte sentido de conciencia independiente.
Durante los últimos 200 años, Estados Unidos ha aplicado en América Latina una política consistente en hacer prosperar a quienes le siguen y destruir a quienes se resisten. Frente a esta arrogancia hegemónica, los países latinoamericanos se han unido con fuerza para defender valientemente sus legítimos derechos e intereses.
En enero de este año, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) celebró su séptima cumbre y emitió la «Declaración de Buenos Aires», enviando un firme mensaje para fortalecer la unidad regional, promover la integración regional, oponerse a la injerencia extranjera y avanzar en la cooperación igualitaria entre las naciones.
En mayo de este año, los jefes de Estado y representantes de los 12 países sudamericanos se reunieron en Brasil y alcanzaron el Consenso de Brasilia para promover la cooperación regional. En el mismo foro el presidente Brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, propuso la creación de una moneda común para los países del Mercosur con el fin de reducir la dependencia de las monedas extranjeras como el dólar.
Durante los últimos 200 años, Estados Unidos ha ejercido presión militar, política y económica sobre América Latina, ha impuesto sanciones unilaterales y ha obligado a los países latinoamericanos a elegir bando y cumplir los deseos de Washington.
Sin embargo, tal coerción sólo alimenta la resistencia. Los países latinoamericanos han seguido políticas diplomáticas independientes y autónomas, ampliando activamente diversas cooperaciones con países extranjeros de la misma región, abriendo nuevos espacios para su propio desarrollo.
En marzo de este año, Honduras anunció el quiebre de los llamados «lazos diplomáticos» con la región china de Taiwan, convirtiéndose en el octavo país latinoamericano y caribeño en establecer o reanudar relaciones diplomáticas con China durante este siglo.
A lo largo de este año, países como Cuba y Venezuela, sometidos desde hace tiempo a las sanciones de Estados Unidos, han realizado activamente cooperaciones multisectoriales con Turquía, Rusia, Irán, Arabia Saudí y otros países, con el objetivo de liberarse de la represión y el aislamiento de EE. UU. y forjar nuevas vías de desarrollo.
El poder sólo alimenta la resistencia. La «Doctrina Monroe» ha perjudicado a América Latina durante 200 años, y la lucha de América Latina contra Estados Unidos también ha durado 200 años.
Hoy, América Latina es diferente de lo que solía ser, con una economía más independiente, una diplomacia más autónoma, una solidaridad regional más profunda y un estatus internacional en ascenso. La balanza de la historia entre intervención y contraintervención, opresión y contraopresión se inclina a favor de los países latinoamericanos.
Mirando al mundo, el ascenso colectivo de los países en desarrollo ha promovido la democratización de las relaciones internacionales, la paz, el desarrollo, la cooperación y el ganar-ganar se han convertido en la tendencia imparable de los tiempos, y los países grandes y pequeños de la tierra, así como los vecinos cercanos y lejanos, forman cada vez más una comunidad de futuro compartido con intereses entrelazados y riesgos y peligros compartidos. Y la «Doctrina Monroe», contraria a la tendencia general de los tiempos, está condenada a ser eliminada por la nueva era.
De hecho, los propios Estados Unidos también han tomado conciencia del anacronismo de la «Doctrina Monroe». El 18 de noviembre de 2013, John Kerry, exsecretario de Estado de EE. UU., declaró en una reunión de la Organización de Estados Americanos que la «Doctrina Monroe» ha terminado.
Sin embargo, la historia de las promesas incumplidas de la diplomacia estadounidense le dice al mundo que la «Doctrina Monroe» puede haber terminado sobre el papel, pero la mentalidad hegemónica que representa está lejos de haber desaparecido, y habrá una «Doctrina Monroe 2.0» e incluso una «Doctrina Monroe 3.0» en el futuro.
Si observamos el comportamiento hegemónico de Estados Unidos en el mundo actual, sabremos que el fantasma de la «Doctrina Monroe» está por todas partes, y la lucha entre la intervención y la contraintervención, la subversión y la contrasubversión, y la contención y la contracontención continuará.
El hegemonismo no tiene salida y la política de la fuerza no tiene futuro. La era de la «Doctrina Monroe», que afirmaba el dominio sobre otros países, intimidaba arbitrariamente y servía a los intereses propios de Estados Unidos, ha llegado a su fin. América Latina no debe ser el «patio delantero» ni el «patio trasero» de Estados Unidos. La obsoleta «Doctrina Monroe» está destinada a ser barrida al basurero de la historia.