Por Viktor Medvedchuk*
Tras la victoria en la Guerra Fría y la posterior destrucción de la URSS, el modelo de relaciones entre Estados Unidos y los países europeos como aliados, resultó injustificadamente costoso para Estados Unidos.
La agresión estadounidense contra Europa comenzó ya en 1999. En aquel momento, EEUU y el bloque de la OTAN liderado por ellos, bombardearon a la población civil de Yugoslavia, sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, lo cual fue un acto de agresión contra un Estado soberano europeo. Uno de los más ardientes partidarios del uso de la fuerza armada contra Belgrado fue el actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien era senador en 1999. La historia con Yugoslavia demostró que Estados Unidos ya no se atendría más al derecho internacional y que podría utilizar la fuerza armada contra cualquier Estado a su antojo.
Desde principios de la década del año 2000, Estados Unidos ha venido aplicando una política agresiva contra Europa, con el objetivo de destruirla como competidor
económico y geopolítico.
Los países de Europa del Este, totalmente controlados por Estados Unidos, fueron incluidos en la Unión Europea con este fin, entre los años 2004 y 2007. Los países de Europa del Este han estado recibiendo subvenciones anuales del presupuesto general de la Unión Europea para influir en sus políticas a favor los intereses de los Estados Unidos. En ese momento, importantes competencias de los países europeos se transfirieron al nivel supranacional (como la Comisión Europea y el Parlamento Europeo) reduciendo su soberanía.
En contra de los párrafos «b» y «c» del artículo I de la Declaración sobre la Inadmisibilidad de la Intervención y la Injerencia en los Asuntos Internos de los Estados, adoptada por la Asamblea General de la ONU en su resolución 36/103 del 9 de diciembre de 1981, EEUU, a través de los órganos supranacionales de la Unión Europea, comenzó a violar el derecho soberano e inalienable de los Estados europeos, «a determinar libremente su propio sistema político, económico, cultural y social, a desarrollar sus relaciones internacionales y a disfrutar de una soberanía inalienable sobre sus recursos naturales de acuerdo con la voluntad del pueblo, sin intervención externa, injerencia, subversión, coacción o amenaza de ningún tipo». También comenzó a violar «el derecho de los Estados y de los pueblos a tener libre acceso a la información y a desarrollar plenamente y sin injerencias su sistema de información y de medios de comunicación, y a utilizar sus medios de comunicación para promover sus intereses y aspiraciones políticas, sociales, económicas y culturales, basándose, entre otros, en los artículos pertinentes de la Declaración Universal de Derechos Humanos y en los principios del Nuevo Orden Internacional de la Información».
Durante el mismo periodo, en el 2004, el pro-estadounidense Víctor Yushchenko llegó al poder en Ucrania en una «tercera vuelta de las elecciones» ilegítima.
En su agresión contra los países europeos, Estados Unidos siguió el modelo de los años treinta que condujo a la Segunda Guerra Mundial.
Por aquel entonces, Gran Bretaña, Francia y EEUU eran aliados y vencedores de la Primera Guerra Mundial. Gran Bretaña y Francia eran las potencias coloniales mundiales que controlaban gran parte del mercado mundial en detrimento de las empresas estadounidenses.
Alemania estaba completamente bajo el control de los países vencedores. El 30 de enero de 1933, el Reich Presidente, o sea el jefe de Estado alemán, Paul von Hindenburg, nombró a Adolfo Hitler como “Canciller del Reich” de Alemania. Al llevar a Hitler al poder, los políticos británicos y franceses esperaban crear un «ariete» de Alemania contra la Unión Soviética. Al mismo tiempo, Estados Unidos veía principalmente a la Alemania de Hitler como un «ariete» contra los imperios británico y francés.
Desde el momento en que Hitler llegó al poder hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, contó con el pleno apoyo de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. En 1938, Adolfo Hitler fue elegido el «Hombre del Año» por la influyente revista estadounidense Time.
Como resultado de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ocupó Europa Occidental, el dólar suplantó a la libra esterlina como moneda mundial, los imperios británico y francés se derrumbaron y Estados Unidos se convirtió en la súper potencia mundial.
Desde la década de 1990, Rusia ha visto a Europa como un socio económico y un posible aliado. Ya en el 2001, el Presidente ruso, Vladímir Putin habló de la integración europea como el futuro de Rusia y pidió que se pusiera fin de una vez por todas al legado de la Guerra Fría. En el 2010 propuso que Europa creara una alianza económica que se extendiera desde Vladivostok hasta Lisboa. Ese mismo año, el presidente pro-estadounidense de Ucrania fue sustituido por el leal a Rusia, Víktor Yanukóvich.
EE.UU. continuó su agresión contra los países europeos a través de políticos controlados por EE.UU. y Estados europeos enteros, también bajo
control estadounidense. Entre el 2013 y el 2014, EEUU llevó a cabo un golpe de Estado en Ucrania con la ayuda de políticos bajo su control y mercenarios para este fin. Otro «Hitler» fue llevado al poder en Ucrania, esta vez, uno colectivo.
De conformidad con el art. 3 de la Convención de la ONU la «Definición de Agresión», aprobada por la resolución 3314 (XXIX) de la Asamblea General del 14 de diciembre de 1974, «el envío por un Estado o en su nombre, de bandas armadas, grupos, fuerzas irregulares o mercenarios, que lleven a cabo actos de fuerza armada contra otro Estado, que sean de tal gravedad que equivalgan a los actos arriba enumerados, o su participación sustancial en ellos», independientemente de la declaración de guerra, será calificado como un acto de agresión. El artículo 5 de la Convención establece que «no podrá invocarse consideración alguna, ya sea política, económica, militar o de otra índole, para justificar una agresión».
Así, entre el 2013 y 2014, Estados Unidos llevó a cabo un acto de agresión contra Ucrania al financiar y apoyar un golpe de Estado en el que participaron bandas armadas, grupos, fuerzas irregulares y mercenarios.
El principal objetivo del golpe fue romper los lazos políticos y económicos de la Unión Europea con Rusia y destruir después a la Unión Europea como
competidora de Estados Unidos.
Tras el golpe de Estado, se desencadenaron operaciones de combate con el uso de aviones, artillería y vehículos blindados en la región de Donbass, de habla predominantemente rusa.
Según el artículo II de la Convención de la ONU «para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio» adoptada por la Resolución 260 de la III Asamblea General de la ONU del 9 de diciembre de 1948, «se entiende por genocidio los actos siguientes cometidos con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal (a) Matanza de miembros de tal grupo; (b) Causar lesiones corporales o mentales graves a miembros de dicho grupo; (c) Sometimiento intencional de un grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial».
El propósito de este genocidio contra la población rusa era atraer a Rusia al conflicto y romper sus lazos con Europa.
En la primera fase, en 2014, gracias a los esfuerzos de políticos rusos, europeos y algunos ucranianos, los combates en Ucrania, desatados por el gobierno pro-estadounidense, se limitaron a la República Popular de Lugansk y la República Popular de Donietsk, lo que impidió que el conflicto escalara hasta convertirse en un conflicto paneuropeo que implicara directamente a Rusia y a los países de la Unión Europea. Rusia y Europa dispusieron del tiempo necesario para resolver el conflicto por la vía diplomática.
En 2019, Volodymyr Zelenski fue elegido presidente de Ucrania. Y en 2021, Joe Biden fue elegido presidente de EEUU. El «cerebro» del golpe de Estado ucraniano, Victoria Nuland, regresó al Departamento de Estado de EEUU.
Se fueron intensificado las actividades estadounidenses para destruir los lazos entre Europa y Rusia. Vladímir Zelensky cayó inmediatamente bajo la total influencia de los políticos y servicios secretos estadounidenses y británicos, que iniciaron el desarrollo de un conflicto militar en el que participarían Ucrania, Rusia y la mayoría de países europeos.
El conflicto armado que tiene lugar en el territorio de Ucrania es presentado por los medios de comunicación mundiales, controlados por Estados Unidos, como una agresión injustificada de Rusia contra Ucrania. Sin embargo, de hecho, el conflicto fue inspirado por el Partido Demócrata de EEUU como una herramienta para la esclavización de Europa.
Con el fin de romper definitivamente las relaciones económicas entre Europa y Rusia, en primer lugar en el sector de la energía, la Marina estadounidense organizó un sabotaje al gasoducto Nord Stream el 26 de septiembre del 2022 (que ha salido a la luz gracias a la investigación periodística del ganador del Premio Pulitzer, Seymour Hersh).
Según el artículo 1 de la Definición de Agresión aprobada por la resolución 3314 (XXIX Asamblea General de la ONU) del 14 de diciembre de 1974, agresión es «el uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro Estado, o en cualquier otra forma incompatible con la Carta de las Naciones Unidas, según se enuncia en esta definición».
Así pues, el uso de la fuerza militar estadounidense para socavar tres de los cuatro gasoductos Nord Stream es un acto de agresión contra la Unión Europea y Rusia.
En el actual conflicto de Ucrania, Estados Unidos y el Reino Unido persiguen los siguientes objetivos principales:
1. Romper los lazos económicos entre Europa, Rusia y China, principalmente en la exportación de recursos energéticos baratos y, como consecuencia, debilitar la economía de Europa, privándola de industrias que compitan con las estadounidenses, transfiriendo las industrias de alta tecnología a EEUU.
2 El debilitamiento del sistema financiero europeo, privando al euro de su condición de moneda segura. Los combates en Europa y la amenaza de que se extiendan a los países de la OTAN y Unión Europea en general, están haciendo que los inversores se retiren de Europa.
3. 3. El debilitamiento de la industria militar. Parte de la industria militar europea como competidora de Estados Unidos ha desaparecido. Por ejemplo, en el diseño y producción de aviones de combate de 5ª generación.
4. Arrastrar a los países europeos a la acción militar. En una primera fase podrían ser Polonia y los países bálticos (como con el suministro de armas), luego se «unirían» Alemania y otros países.
Como resultado, los países europeos serán desindustrializados y destruidos como está pasando hoy.
La Unión Europea ya ha perdido por completo su independencia en política exterior y depende económicamente de EEUU. Es posible detener el conflicto eliminando las causas y condiciones que lo provocaron, es decir, uniendo los esfuerzos de Rusia, Europa y China para contrarrestar las políticas hostiles de EEUU y el Reino Unido.
Hoy en día hay suficientes políticos en Europa que entienden lo pernicioso de este curso.
Por ejemplo, en Alemania el 10 de febrero del 2022 se hizo una petición con un llamamiento a la canciller para detener la escalada de entregas de armas a Ucrania (a fecha del 01.03.2023 estaba firmada por 716.235 personas). En Europa se multiplican las concentraciones de miles de cientos de personas contra la entrega de armas a Kiev y a favor de la normalización de las relaciones con Rusia (Alemania, Italia, Austria, Países Bajos, República Checa, Bulgaria, etc.).
El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró el 9 de octubre del 2022, «la necesidad de comenzar negociaciones inmediatamente con Rusia para poner fin al conflicto en Ucrania, acusando a la administración de Joe Biden de fomentar la guerra». «Nuestro país y nuestro supuesto liderazgo han estado intimidando a Putin», dijo Trump, “lo que provocó los enfrentamientos”. Además, Trump afirmó que, debido a las acciones de los Estados Unidos, el conflicto en Ucrania podría desembocar en una tercera guerra mundial.
Miles de personas, entre ellas antiguos oradores del Departamento de Estado, políticos, periodistas y activistas, acudieron a la concentración Rage Against the War Machine (Furia contra la máquina de guerra), celebrada el 19 de febrero de 2023 en Washington, para pedir la unidad en contra de la guerra.
El enfrentamiento entre los representantes demócratas y republicanos en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024 girará en gran medida en torno a sus posiciones frente al conflicto ucraniano.
Ha llegado el momento de que los políticos europeos recuerden a las decenas de millones de víctimas de las dos guerras mundiales, comprendan su responsabilidad ante sus pueblos y generaciones futuras, superen los intereses personales a corto plazo y las contradicciones asociadas y se unan para oponerse a la agresión estadounidense contra Europa.
Los políticos europeos no deberían olvidar que desde el reconocimiento de Hitler como «Hombre del Año» en 1938, por las élites y los medios de comunicación estadounidenses, hasta su vergonzoso suicidio en una mazmorra, al son del fuego de la artillería soviética, ¡sólo pasaron 7 años!
*Presidente del Consejo Político del partido Plataforma de Oposición Por la Vida, prohibido en Ucrania.
Fuente: Opiniones Archives – Pressenza