Una investigación periodística desmintió la versión oficial que quiso imponer el Ejército de Perú en torno a la trágica muerte de seis soldados que se ahogaron mientras trataban de cruzar un río.
Los hechos ocurrieron el pasado domingo en la ciudad de Ilave, ubicada en el departamento de Puno, en el sur del país, y que, junto con Lima, ha sido el epicentro de las protestas en las que desde hace tres meses miles de personas exigen la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, el cierre del Congreso y el adelantamiento de elecciones.
El Ministerio de Defensa aseguró en un principio que un contingente de soldados había tratado de escapar del ataque de una muchedumbre de indígenas aimaras que les lanzaban piedras. En la fuga, cruzaron un río y seis de ellos murieron ahogados.
Las víctimas son Franz Canasa Cahuaya, Álex Quispe Serrano, Elvis Pari Quiso, Elías Lupaca Inquilla, Percy Alex Castillo Pongo y Carlos Quispe Montalico. Tenían entre 18 y 20 años.
Sin embargo, el periodista Liubomir Fernández, quien se encontraba en el lugar en ese momento, desmintió de inmediato a las autoridades, y advirtió que no hubo ningún ataque ni persecución.
Además de su propio testimonio, Fernández siguió investigando y este miércoles público en el diario La República las declaraciones de un soldado que sobrevivió a la tragedia, quien ratificó que no hubo agresión alguna por parte de los aimaras y que el capitán Josué Frisancho Lazo dio la orden de cruzar el río.
Esto implica que la responsabilidad de la muerte de los seis soldados fue única y exclusivamente de uno de sus superiores.
«La lluvia de piedras ha sido muy fuerte», dice Manuel Gómez de la Torre, jefe del @CCFFAA_PERU, sobre los soldados q murieron en el río Ilave, en Puno. Pero su versión ha sido desmentida por el periodista q estuvo en el lugar, por fotos y por los mismos pobladores. 👇 pic.twitter.com/Og2N3xYpZC
— Un Chasqui del Bicentenario (@unchasqui) March 8, 2023
¿Qué pasó?
La grave crisis política que arrastra Perú derivó en diciembre pasado en la destitución de Pedro Castillo y la asunción de la actual presidenta, Dina Baluarte, cuya gestión ha estado marcada por la violenta represión a las protestas sociales.
Para contrarrestar las denuncias de violaciones de derechos humanos que se acumulan en su contra, el Gobierno ha afirmado de manera reiterada que la violencia proviene por parte de los manifestantes que, incluso, atacan sedes policiales o militares.
En ese contexto de permanente tensión, los Ministerios de Defensa y del Interior reportaron el fin de semana una serie de ataques en el distrito de Juli (también ubicado en Puno), que afectaron el Centro de Esparcimiento del Ejército, una comisaría y una sede del Poder Judicial.
Según esa versión, «extremistas violentos» incendiaron instalaciones, lanzaron bombas molotov, tomaron a soldados como rehenes, destruyeron vehículos y robaron documentación. Las protestas dejaron un saldo de seis militares y diez manifestantes heridos.
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«La violencia contra instalaciones estatales, así como contra el personal policial y el servicio militar que se encuentra al interior de las misma, no tiene justificación alguna», advirtieron los Ministerios en un comunicado.
Pero el lunes la situación se agravó, cuando un contingente partió de Ilave con la intención de llegar a Juli, que está a sólo 30 kilómetros de distancia, con la intención de reforzar la presencia militar en la zona.
Versión oficial
El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas aseguró en un comunicado que los cerca de 40 efectivos fueron interceptados «por un numeroso grupo de manifestantes radicales» que les impidieron el paso a los militares, mientras los amenazaban y les lanzaban piedras.
«Frente a esto situación y a fin de evitar confrontaciones con los radicales, los cuales se encontraban completamente fuera de control y sin proporcionar ninguna posibilidad de diálogo, incluso amenazaban en todo momento al personal militar: es en ese momento que lo patrulla decide tomar una ruta alterna, la cual contemplaba cruzar un río», señaló.
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Pero, debido a «las dificultades en el cruce y el alto caudal», seis efectivos fueron arrastrados por la corriente.
Desmentido
Para reforzar la historia oficial, el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, Manuel Gómez de la Torre Araníbar, insistió en que los soldados habían sido atacados.
«Han estado cruzando (el río) en cadena, agarrados, el problema se ha suscitado cuando una lluvia de piedras y avellanas y otro tipo de objetos les han caído en pleno cruce», acusó.
La versión que trata de culpar a los aimaras ha comenzado a ser desmentida por videos, testigos, familiares de los militares e incluso por uno de los sobrevivientes.
El martes, el periodista Liubomir Fernández escribió una crónica pormenorizada de lo ocurrido, subrayando que él fue testigo directo porque se encontraba en Ilave y vio el momento en el que los soldados comenzaron a cruzar el río.
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Explicó que los comuneros efectivamente impidieron que los militares fueran a Juli y rechazaron su presencia en la región, pero cuando los uniformados estaban por volver a su cuartel en Ilave, no había aimaras cerca suyo y nadie los estaba atacando, como siguen asegurando las autoridades.
«Posteriormente, los miembros de la patrulla en fila se dirigieron hacia la orilla del río. Su propósito era cruzar el río Ilave para cortar camino (rumbo al cuartel)», contó Fernández, quien insistió en que los aimaras se limitaron a presenciar la partida desde un cerro.
Cuando se dieron cuenta de que varios soldados se estaban ahogando, los propios aimaras corrieron a rescatarlos.
El sobreviviente
Este miércoles, el periodista sumó el audio de un soldado que sobrevivió y que afirma que cruzaron el río por órdenes del capitán Josué Frisancho Lazo, pero los mandos militares les han pedido que den una versión falsa de lo que ocurrió.
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«Los oficiales no quieren hacerse cargo (…) Ahorita están desesperados. Quieren hacer creer, quieren desmentir, creo. Que no ha pasado lo que ha pasado. Quieren dar otra información. En la mañana ha venido el general y ha preguntado. Nos dijo que debíamos hablar algo que [no] denigre al Ejército. Que no narremos a detalle», afirmó el soldado.
También confirmó que, contrario a lo que están diciendo sus superiores, no había gente atacándolos.
«El capitán dijo: ‘¡Perros, vamos a cruzar el río, ¿o se harán los pobrecitos?’. Muchos han dicho que no sabían nadar (…). Aun así teníamos que cruzar. Estábamos con nuestra mochila, así. Con el peso, y todo, creo que a mí también se me ha hecho difícil llegar a la orilla. El peso de la mochila, el armamento», dijo al precisar las condiciones en las que los forzaron a cruzar el río.
«Estábamos cruzando agarrándonos, pero nos hemos soltado por completo porque cada uno quería nadar. Cada uno quería salir por sí mismo. Ya no podía ayudar a otro. Ahí nos hemos comenzado a desesperar. Nos hemos desesperado y todos nos hemos soltado», agregó.