(Desde San Pablo) – El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva se impuso este domingo en la primera vuelta en Brasil por cinco puntos porcentuales sobre el mandatario Jair Bolsonaro
Lamentablemente no alcanzó el piso necesario para evitar el balotaje del 30 de octubre frente a un adversario que logró un mejor desempeño que el que le auguraban las encuestas y robusteció su posición en ámbitos legislativos y en algunas gobernaciones.
Con el 99,51 por ciento de los sufragios contados, Lula obtenía el 48,31 % y Bolsonaro el 43,30 por ciento, según datos del Tribunal Superior Electoral (TSE). El líder del PT dispone de cuatro semanas para hacer campaña en busca de los votos que le faltaron en esa primera vuelta, debido a que en la jornada de este domingo quedó menos del 1,70 por ciento de los sufragios necesarios para alzarse con la presidencia en el primer turno.
El bolsonarismo sorprendió a los prestigiosos estudios demoscópicos de Datafolha e Ipec, que preveían una victoria de Lula por hasta 14 puntos de ventaja y quizás sin balotaje.
Esta nueva derecha renovada logró fortalecer la presencia de su fuerza política el Congreso, acceder a gobernaciones y disputar segundas vueltas para gobernador, a la vez que le dio a Bolsonaro una aparente chance de ser reelecto, cuando antes de las 17 de este domingo parecía un derrotado.
Lula volverá así a disputar un balotaje. Nunca había ganado en primera vuelta, ni en 2003 ni en 2006, cuando obtuvo su reelección, y en 1989 perdió en segunda vuelta ante Fernando Collor de Mello.
El único político brasileño que logró ganar la primera vuelta fue Fernando Henrique Cardoso, quien lo hizo en 1994 y 1998.
Desde que se inició la transmisión de datos en tiempo real, a las 17, tras el fin de la jornada electoral, que no tuvo episodios de violencia graves ni generalizados, en el bunker de Lula en San Pablo todo era «desorientación» porque los primeros cómputos le daban ventaja de hasta siete puntos a Bolsonaro, algo que se revirtió a medida que se incorporaban los votos al conteo oficial.
«La verdad que esperábamos el voto silencioso, el voto vergonzoso de los que no decían ni dirán que habían votado a Bolsonaro», dijo a Télam un dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) que es uno de los principales asesores en leyes de Lula, en el Novotel Jaragua de San Pablo.
Bolsonaro logró una victoria en el estado de San Pablo, el más desarrollo y poblado del país, ya que su candidato y exministro de Infraestructura, Tarcisio de Freitas, venció al favorito Fernando Haddad, del PT, por 42 a 35%.
Otro ministro de Bolsonaro, el astronauta y exministro de Ciencia Marcos Pontes, quien ejecutó el mayor ajuste del área en su historia durante su gestión, fue elegido senador por San Pablo, derrotando al exgobernador Marcio França, del Partido Socialista Brasileño (PSB) de Geraldo Alckmin.
El poder en San Pablo, que el cuatro veces gobernador Alckmin le debía aportar a Lula al ir como su vice, se deshizo como el polvo este domingo en el estado más fuerte del país, sobre todo en el interior, donde las clases medias ratificaron el rechazo a las opciones progresistas, como a lo largo de la historia.
Haddad y Freitas dejaron afuera del balotaje a Rodrigo García, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que dejará de gobernar San Pablo por primera vez en 27 años.
«En este escenario, en caso de vencer las elecciones en la segunda vuelta, Lula deberá enfrentar una fuerte resistencia de la derecha en el Senado», explicó el analista Oliver Stuenkel, de la Federación Getulio Vargas.
El libertario bolsonarista Romeu Zema, gobernador de Minas Gerais, del Partido Novo, fue reelecto con el 57 por ciento de los votos en el segundo distrito electoral del país contra Alexandre Kalil, intendente de Belo Horizonte y expresidente de Atlético Mineiro, del PSB, un gran aliado de Lula.
En la presidencial, Lula ganó en Minas Gerais, confirmando que allí está su salvación para evitar que en la segunda vuelta se revierta el resultado gracias a la máquina bolsonarista, que vio en las urnas electrónicas -que no denunció hasta el momento, como había amenazado- el fruto del arsenal de ayuda social y dinero repartido desde julio entre taxistas, camioneros y 21 millones de familias.
También venció en el nordeste, donde la votación fue como esperaba el dos veces presidente, que le respondió a la altura de su coalición política de centroizquierda.