Oliveros.— El policía entró a la habitación, extrajo su arma reglamentaria y gatilló un par de veces. Los dos balazos atravesaron el cuerpo de Nelson Regaldo Rosso, un profesor que enseñaba historia en Rosario y vivía en Oliveros.
Con esa acción quedó cerrada la historia de un vínculo entre el uniformado y el docente. Hasta anoche, la motivación del crimen no había sido determinada por los investigadores. La hipótesis más firme sugería una discusión por conflictos personales que mantenían los dos hombres.
El oficial que está acusado de matar a Rosso con su arma reglamentaria es el subcomisario Alejandro Scalcione y revista en la Unidad Regional II. Tiene 42 años y es el jefe del destacamento policial del Hospital de Emergencias Clemente Alvarez. Según señaló su abogado defensor, José Luis Abichain Zuaín, Scalcione es además «terapeuta de pareja y estudiante de psicología». Después de que produjo los balazos mortales se entregó de inmediato a la policía.
Rosso tenía 61 años y dictaba clases de historia en las escuelas San Patricio y San Francisco Solano de Rosario. Había sido además encargado de la biblioteca del convento de San Lorenzo. Su vida transcurrió en Oliveros, en su casa paterna —situada en el centro de la localidad—, a unos pocos metros de San Martín al 200. También en Rosario donde comenzó su actividad docente, conoció a su esposa y vivió tres décadas. El matrimonio tuvo dos hijos, un varón, de 31 años, y una mujer de 29. El profesor y su esposa se habían separado hace algunos años.
Tras su separación Rosso decidió establecerse a su casa de fin de semana de Oliveros, pueblo situado a 45 kilómetros al norte de Rosario, donde viven unas 5 mil personas. Para llegar a la casa de Rosso hay que atravesar la ruta 11 y luego recorrer una calle de tierra con ondulaciones y pendientes, en una zona donde alternan casas de fin de semana y terrenos descampados.
El docente vivía en una propiedad ubicada en Maipú 322. Es una casa de estilo colonial, con un jardín delantero bordeado con flores en la vereda. En la parte posterior asoma una pequeña pileta de natación. Ayer a la tarde, unos vecinos que viven en una casa ubicada enfrente de la de Rosso estaban conmovidos y no conocían detalles de lo que había ocurrido. «Era una muy buena persona», se limitaron a decir.
El hecho. Cerca de las 3.40 del sábado dos detonaciones resonaron en la casa de Maipú al 300. A esa hora, Rosso dormía en una de las habitaciones. En ese momento llegó Scalcione. Al parecer, los dos hombres discutieron por cuestiones que ni la policía ni los familiares precisaron, pero algunos vecinos indicaron que la relación que mantenían desde hacía algunos años se había quebrantado.
Según contaron familiares del docente, Scalcione vive en un Fonavi de Oliveros y le había alquilado un cuarto a Rosso. Allí, dos veces por semana, atendía como terapeuta a familiares de víctimas de accidentes de tránsito y a chicos con problemas psicológicos. En el consultorio, según Daniel Rosso —el sobrino del docente—, el policía exhibía un diploma con el título de operador en psicología, aunque, según dijo, no está «matriculado».
Las marcas del colchón. A poco de llegar a la casa del profesor, el subcomisario abrió fuego. Un proyectil perforó el tórax del docente y otro estalló en la cabeza, lo que le provocó pérdida de masa encefálica. Murió en el acto. Dos pequeñas huellas de sangre salpicaron el colchón. Enseguida el oficial se contactó con la comisaría de Oliveros, anunció que había matado al profesor y dijo que allí esperaba. Un rato después quedó detenido.
En la madrugada del sábado, la sirena de una ambulancia alertó a un albañil de que algo inesperado había ocurrido en la casa de Rosso. El obrero preguntó a los uniformados que estaban allí qué había pasado y acudió a la casa del hermano del docente, Osmar, para comentar lo ocurrido. «La policía recién nos avisó a las 9 del sábado», se quejó el familiar.
Daniel Rosso, otro de los sobrinos del docente y diplomado como forense, explicó que «retiraron el cuerpo cuando todavía nosotros no habíamos llegado. Primero lo llevaron a la morgue de la colonia psiquiátrica (de Oliveros) y después al Instituto Médico Legal de Rosario. Además, el médico policial arrastró el cuerpo de la habitación al comedor y, desde alli, al consultorio para realizar el examen del cadáver».
Tras los balazos letales, el subcomisario Scalcione se entregó a la policía. Fue trasladado a la alcaidía de Cañada de Gómez donde quedó incomunicado. Hoy a las 8.30 será indagado en el juzgado de Instrucción en turno en San Lorenzo. Lo más probable, según adelantó su abogado, es que en la primera comparecencia ante el juez se abstenga de dar testimonio.
El profesor tenía 61 años y estaba separado de su mujer. Vivía en una zona de quintas»
Lo inesperado
«Se trata de un arrebato sorpresivo e inexplicable: un instante de irracionalidad en una persona de vida serena e intachable, de la que nadie habría esperado algo así», dijo ayer José Luis Abichaín, defensor del subcomisario Scalcione. El abogado contó que su cliente tiene domicilio en Puerto Gaboto y que trabaja en Rosario y Oliveros.
fuente: La Capital