La derecha avanza sobre el discurso público
por Nicolás Lantos | ElDestapeweb.com
Las denuncias contra Roberto Navarro son la punta de lanza de un nuevo avance de «el gobierno de los jueces» mientras los discursos de odio apuntan al peronismo y la democracia.
Hace doce años el Congreso eliminó las penas de prisión (aunque mantuvo las económicas) para calumnias e injurias. Lo hizo siguiendo un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Kimel contra el Estado Argentino.
El tribunal había considerado que la posibilidad de ir preso por los dichos de una persona significaba una amenaza a la libertad de expresión porque en los hechos podía funcionar como un mecanismo indirecto de censura previa. Las dos denuncias contra Navarro, en aparente sincronía, sugieren que se le impute el delito de “incitación pública a la violencia colectiva”, que contempla de cuatro a seis años de prisión con cumplimiento efectivo. Ignorando el espíritu de Kimel dejan un ominoso antecedente.
Que no hubo incitación a la violencia es algo que puede corroborar cualquier observador bienintencionado que repase las palabras de Navarro. Lo que hizo fue pedir una mayor intervención del Estado para regular los discursos de odio sobre los que construye su sentido común la derecha a través de los medios de comunicación tradicionales y de las redes. No se trata de un invento suyo, ni de un fenómeno autóctono sino que es un problema global. La ONU reconoce la categoría de “discursos de odio”. Angela Merkel, antes de dejar su cargo, llegó a pedir al parlamento que se oponga “al discurso extremista” porque sin ese límite “la sociedad alemana no volverá a ser una sociedad libre”. Existen leyes en ese sentido en más de cuarenta países de todo el mundo.
En circunstancias normales, las presentaciones judiciales deberían ser desestimadas en pocas horas, en cuanto se compruebe fácilmente la inexistencia de delito. Comodoro Py, donde se radicaron las denuncias, es una anormalidad que le da sustancia a la amenaza. La Justicia Federal devenida en grupo de tareas. El sorteo cantó juzgados 5 y 8. Jueces María Eugenia Capuchetti (asidua visitante de la AFI macrista y protegida por Daniel Angelici) y Mariano Martínez de Giorgi (sobreseyó a Macri y a los camaristas Hornos y Borinsky por las visitas a Casa Rosada y la Quinta de Olivos). Fiscales: Carlos Rívolo (fiscal de Los Sauces y pivot de Stornelli en Cuadernos) y Gerardo Pollicita (impulsor de la denuncia de Alberto Nisman contra CFK).
Así, en esa trama de juzgados y estudios de televisión, se construye el mecanismo que primero legitima y luego ejecuta, paso a paso, la degradación de la política. Con la complicidad de buena parte del arco político y empresarial del país, el Poder Judicial toma para sí cada vez más atribuciones mientras obtura los mecanismos previstos para su control. En los últimos años los jueces se han dado la última palabra en cuestiones que tienen que ver con facultades ejecutivas, como las políticas sanitarias; legislativas, como la conformación del Consejo de la Magistratura; de organismos autónomos, como la asignación de dólares para importaciones; y hasta de consensos políticos fundacionales, como cuando avanzaron con el 2 por 1 a los genocidas.
Que el siguiente paso sea avanzar sobre el discurso público no puede sorprender. Se trata del mismo esquema de poder que conspiró con éxito para encarcelar a los dueños del principal canal opositor durante el gobierno de Macri sin despertar, en el acto, la preocupación de los paladines de la libertad de prensa. Las denuncias contra Navarro no apuntan solamente contra Navarro. Son un chantaje a todos los que no están dispuestos a aceptar lo que la derecha prepara para el país a partir del 2023. Si no le ponen un freno, la derecha seguirá interviniendo en decisiones que no le corresponden. Ayer, la sociedad de Enlace operó sobre la candidatura presidencial del Frente de Todos, descartando a Sergio Massa. En ese clima se renuevan los rumores de proscripción de CFK.
Eso lo escribió, sin ponerse colorado, uno de los denunciantes de Navarro, Luis Majul.
IMAGENES: Algunas de las escenas montadas por los alienados seguidores del discurso de odio