Piden destacamentos, móviles o que los efectivos «caminen» las zonas calientes. Se hicieron asambleas en Empalme Graneros y en La Florida. Dicen que existe una guerra silenciosa. La ola de inseguridad que azota a dos barrios de Rosario provocó que los vecinos -hartos de sufrir a diario robos- se enfrenten cara a cara con la policía. En La Florida, la plaza Ovidio Lagos congregó a más de 300 personas quienes exigieron mayor presencia de uniformados en las calles. Mientras que en Empalme Graneros, el club La Gloria sirvió de escenario para que cientos de vecinos planteen sus reclamos a funcionarios del Ministerio de Gobierno y a funcionarios policiales. En ambos casos se tomó nota de cada reclamo con la promesa de redoblar los esfuerzos, en medio de un clima de asamblea popular, donde se exigió reforzar la seguridad con garitas policiales y nuevos destacamentos.
Sobre las 20, la esquina de Agustín Mazza y Martín Fierro comenzó a poblarse de vecinos quienes antes del arribo de los efectivos policiales fueron desgranando los últimos episodios de robo.
En La Florida no se salvan ni las bicicletas de los pibes y según se denunció las víctimas de los atracos quedan en ropa interior a plena luz del día. «Desde Ricardo Núñez y bulevar Rondeau hacia Granadero Baigorria es zona de nadie, a punto tal que muchos padres le prohíben a sus hijos sacar la bicicleta por miedo a que se la roben», indicó Jorge Quiroga, un comerciante de Mazza al 4000.
De día, de noche, a pie, esperando el colectivo o en bicicleta los vecinos de Florida Norte sienten que al salir a la calle algo les va a suceder.
Uno de los vecinos presentes en la plaza Ovidio Lagos contó como la inseguridad golpea a la actividad económica que se genera en el barrio, al citar como ejemplo los últimos tres robos que sufrió un supermercado de Fontanarrosa y Mazza.
«El otro día a un joven que viajaba a Buenos Aires lo desvalijaron a las 5 de la tarde en Rondeau y David Peña. Con esta inseguridad, ningún padre quiere mandar los pibes con bicicleta a la calle porque se las roban», prosiguió Quiroga.
Tanto el jefe de la zona segunda, Luis Selak, como el titular de la seccional 10ª, Adrián Scardilli, escucharon la catarata de reclamos que les llegaba desde todos los rincones. «La comisaría ha incorporado un móvil más, y ahora hay 6 patrulleros que pertenecen a la comisaría y diversas dependencias», intentó calmar Scardilli, pero recibió otro reclamo como respuesta. «Queremos más presencia policial, y sino hay plata para la nafta de los móviles, que caminen junto a nosotros», dijo un joven que se llevó una ovación de los asistentes. Un anciano insistió con la idea de instalar un destacamento en la zona, «y sino es posible, al menos una garita policial como hay en el resto de la ciudad», prosiguió. «Lo voy a canalizar con el jefe de la Unidad Regional II y llamaremos a las vecinales para ver si están de acuerdo», prometió Selak.
Pero no fue suficiente. Un grupo de vecinas pidió que «entren a las villas de los alrededores y les saquen las armas a los delincuentes». Hubo otro caso para recordar: el de una señora que en Mazza y Martín Fierro le manotearon el bolso desde una moto cuando estaba esperando el 153. «Este barrio parece zona liberada», había dicho Quiroga.
Pasadas las 21.30, Selak redondeó la interpelación con dos promesas: hacer un seguimiento personal de los operativos de prevención montados en el barrio y confirmó su presencia para un encuentro a desarrollarse el próximo miércoles, a las 20, en una escuela de la jurisdicción.
Empalme, zona caliente
El Club Social y Deportivo La Gloria albergó anoche a cientos de vecinos, a la delegada del Ministerio de Gobierno, Adela Iachino; al jefe de la seccional 20ª, Fernando Torres, y al titular de la 9ª, Oscar Rendo. El nivel de tensión comenzó a elevarse hacia las 22, cuando hubo varios choques verbales entre los funcionarios y los asambleístas.
«Queremos un destacamento policial en Juan José Paso y las vías del ferrocarril», exigió el presidente de la entidad, Hugo Bruschini, y ofreció el polideportivo para que lo instalen allí.
«Nos quieren robar a toda hora, no se puede pasar ni corriendo por el lugar porque nos asaltan. Las mujeres tienen que ir custodiadas con dos conocidos para que no las roben», ejemplificó Bruschini. «El barrio está rodeado de asentamientos, lo que explica la inseguridad. Se ha desatado una guerra silenciosa entre los delincuentes y los vecinos», advirtió. Después de tomar nota, los efectivos policiales acordaron mantener un nuevo encuentro.