Miles de personas enroladas en organizaciones piqueteras, sociales y de derechos humanos protagonizaron ayer un multitudinario acto en Plaza de Mayo, enmarcado por marchas y cortes de ruta en distintos puntos del país, a un año de las violentas jornadas que determinaron el fin de la gestión de Fernando de la Rúa. Las marchas y concentraciones se desarrollaron sin incidentes, con excepción de una pelea protagonizada en Córdoba entre dos militantes del Partido Obrero, que sufrieron heridas de arma blanca.
Si bien en un primer momento la policía local indicó que uno de ellos había fallecido, fuentes oficiales corrigieron luego que el hombre se encuentra internado en gravísimo estado.
La Plaza de Mayo, centro de las jornadas de protesta, represión y violencia de diciembre del año pasado, fue escenario de dos marchas centrales que quedaron unidas por el reclamo común de un recambio «total» de la clase dirigente.
Por la mañana llegaron las columnas de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y la Federación Tierra y Vivienda (FTV), y por la tarde lo hicieron el Polo Obrero, el Bloque Piquetero Nacional, la CTA, partidos de izquierda, sindicatos, asambleas barriales, centros de estudiantes y organismos de derechos humanos.
Los piqueteros, convertidos en la fuerza social y política más convocante del país, al punto que desplazó a los partidos tradicionales y los sindicatos, coincidieron en reclamar «que se vayan todos», que se ponga fin al modelo económico de exclusión y que no haya elecciones fraudulentas.
Las movilizaciones y protestas transcurrieron en absoluta calma, al ritmo de una ciudad a media máquina, con clima de feriado, como consecuencia de los asuetos dispuestos para los empleados de la administración pública y algunas empresas privadas, el cierre preventivo -ante el temor de incidentes que nunca se produjeron- de comercios y la considerable disminución en el número de automóviles en circulación.
De este modo, los acontecimientos se encargaron de desactivar la guerra de nervios -con rumores de saqueos y hechos de violencia- que se había desatado en los últimos días y cuya gestación fue vinculada, según el caso, a la interna del PJ, a grupos piqueteros o a la Side, por los distintos sectores que mutuamente se responsabilizaron de promover el caos.
Fue notorio, en este sentido, el cuidado puesto de manifiesto por parte de las organizaciones en el diseño de sus propios dispositivos de seguridad y por las autoridades, quienes dispusieron un operativo policial, a distancia de las movilizaciones, para evitar cruces y provocaciones.
No obstante, la jornada estuvo precedida por una sugestiva serie de episodios menores, cuya relación con las protestas no fue establecida, como falsas amenazas de bombas en la Casa de Gobierno de San Luis y en un avión de Aerolíneas Argentinas, la detención de un grupo de jóvenes armados con palos y explosivos caseros en Formosa y la detonación de dos bombas lanzapanfletos frente a locales del Citibank y Telefónica en Lomas de Zamora.
El primer acto en Plaza de Mayo, que comenzó pasadas las 13, fue realizado por los piqueteros enrolados en la CCC, liderados por los dirigentes Carlos Alderete y Luis D’Elía, con apoyo de sectores de la CTA.
Por la tarde, el resto de las organizaciones, entre las que se contaron el Bloque Piquetero Nacional, integrado por las agrupaciones Polo Obrero, Barrios de Pie, MTD Aníbal Verón, Movimiento Patriótico 20 de Diciembre (MP-20), Quebracho y Martín Fierro, entre otros, marchó desde distintos puntos del conurbano a través de dos grandes columnas, a las que se agregaron partidos de izquierda, asambleas barriales, centros de estudiantes, sindicatos y organismos de derechos humanos.
Sobre el final del acto, y mientras hablaba Néstor Pitrola, se produjo una pequeña escaramuza que los mismos piqueteros se encargaron de desbaratar. La desconcentración se produjo en paz.