Victoria. — Hoy iniciará su tercer mandato el intendente César Garcilazo, reelecto en las últimas elecciones municipales en marzo último. Lo hace en medio de una fuerte interna partidaria dentro del justicialismo que amenaza con cubrir de negros nubarrones su gestión.
Si bien las rispideces principalmente con el sector encabezado por el diputado provincial Carlos Almada son de larga data, el quiebre se produjo días atrás, cuando se anunció la repartición de cargos en Victoria.
Seguramente a partir de acuerdos previos a las elecciones, el grupo liderado por el legislador peronista reclamó el manejo de áreas de gobierno, como la Secretaría de Desarrollo Social y Económico, de la que dependen las coordinaciones de Deportes, Cultura y Turismo.
El desacuerdo se produjo cuando el intendente consideró que el pedido era excesivo y a cambio ofreció una fracción de la Secretaría, la parte Social mientras que las dependencias económicas responderán de una subsecretaría de Gobierno que se crearía.
El Concejo lo conformarán un edil radical, 4 justicialistas disidentes y 7 oficialistas. Con los ánimos divididos, se proclamaron allí las nuevas autoridades. Recibieron sus diplomas el jefe comunal y su hijo Gustavo —éste último elegido como viceintendente—, presidentes de las juntas de gobierno en distritos rurales y los 12 ediles.
La Capital