La mujer piensa que detrás del caso puede estar involucrada gente del entorno familiar, intereses económicos de por medio. Qué declaró Stella Maris Cejas ante la Justicia.

A primera vista se advierte que la tristeza cruza su rostro. También se percibe que la entrevista la incomoda. A poco de iniciar el diálogo, Stella Maris asegura que sólo es un rasgo de su personalidad que le cuesta superar. La timidez le impide que las palabras destilen su auténtico dolor y ella lo sabe, pero se impone y arremete hasta lo más hondo, hasta ventilar las sospechas más despiadadas que profundizan el dolor y se suman al que causó la desaparición de su padre, Jorge Leonardo Cejas (68), minutos antes del mediodía del 30 de marzo.
Tras un breve relato de su vida Stella se afloja y repasa las sensaciones que la llevaron a desconfiar de su primo hermano, Sergio Santilli, como el posible gestor de la desaparición de su padre. «Creo que él no es capaz de hacerlo. Pero pudo contratar a alguien», disparó, y comenzó a desgranar las vivencias de aquel fatídico domingo, cuando a las 23, la mujer de su padre, Idalina Flores, la llamó desde Paraguay para solicitarle que averiguara las razones por las cuales Jorge no contestaba los mensajes y los llamados.
«Me pidió que fuera hasta la casa de mi papá para ver qué le pasaba. Pero yo estaba en Cañada de Gómez. Entonces llamé a Ricardo, mi hermano, que ya se encontraba en la casa y me dijo que papá faltaba desde las 11», relató Stella. Jorge había viajado a Paraguay el viernes 21 de marzo y contra lo que tenía previsto la familia —que retornara a los 20 días— volvió el miércoles 26 por razones desconocidas.
El derrotero. «El lunes a la mañana llegué a Armstrong y fui directo a la casa de mi papá para ver si había vuelto —relató Stella—. Encontré a mi hermano y le pregunté cómo sabía que había desaparecido a las 11. Me contó que a las 10 él llamó a mi papá porque lo esperaba en el campo para comer un asado. Jorge le dijo que iría en unos minutos. Como no llegó, a las 13 mi hermano se vino al pueblo y encontró la casa de mi papá abierta, sus bolsos y sus cosas intactas. Cerró todo y se fue a la cancha a ver un partido del club Barraca».
Los hermanos esperaron a que llegara su primo, Sergio Santilli, hasta entonces el abogado de la familia, confidente y depositario de confianza de los bienes de Jorge. «Cuando llegó fuimos a la comisaría los tres. Ellos entraron a una oficina y me dejaron afuera. Cuando salieron les pregunté si habían hecho la denuncia y me contestaron que no se la tomaban hasta después de 48 horas de desaparecido», contó Stella.
La joven de 29 años volvió a las 23 del lunes a la comisaría para preguntar si había novedades sobre el paradero de su padre. «Encontré a mi primo. Le pregunté qué hacía ahí y me respondió que le habían avisado que encontraron la camioneta de mi papá quemada en Santa Fe. Me llamó la atención, porque se reía. Le pregunté si había hecho la denuncia y me dijo que la haría en ese momento», contó. A las 3 del martes su hermano le envió un mensaje para que fuera a declarar. Según narró Stella, él ya había declarado.
«Cómo vas a culparme». A las 9 de ese mismo día un nuevo mensaje, esta vez de su primo, le pedía que vaya a la comisaría. «Pensé que sabían algo más. Cuando llegué mi primo me sacó del brazo, me subió a su camioneta y me dijo: «Cómo vas a echarme la culpa. Me mostraron tu declaración y me echás la culpa. ¿Estás loca?». Me bajé de la chata, me fui a la casa de mi mamá y no hablamos nunca más. En mi declaración dije que desconfiaba de él», recordó.
La joven tampoco volvió a tener contacto con su hermano quien, según dijo, la evita permanentemente, al igual que su primo. «Tampoco volvieron a hablar con mi mamá», aseguró. Las dos organizaron, doce días más tarde, la primera marcha de silencio que repiten aproximadamente cada 15 días y en cada edición suman voluntades de vecinos y autoridades que piden por un pronto esclarecimiento del caso. Su hermano no adhirió a ninguna movilización.
«No sé si mi hermano sabe algo. Pero creo que a él le conviene esta situación porque mi primo le debe dar más plata que la que le daba mi papá», deslizó Stella, y agregó: «quizás lo esté encubriendo. Ellos me echan la culpa a mí pero Santilli tiene la plata de mi papá y los poderes de los bienes. Mi hermano tiene la casa, el auto y uno de los campos. Yo no tengo nada», dijo.
Desvinculados. A partir de la desaparición, Ricardo cortó vínculos con todos sus familiares. Solamente se relaciona con su pareja y su familia política. Su suegro es titular de un auto Alfa Romeo que fue secuestrado por la Fiscalía de Cañada de Gómez, tras ser apuntado por dos perros rastreadores que trabajaron días después de la desaparición en un campo de Cejas y aún es objeto de pericias. Un día después de que su primo le recriminara que lo vinculó con la desaparición, Stella recurrió al abogado Hugo Argañaraz, de Cañada de Gómez. Por la actitud de Santilli se había roto el círculo de confianza que abrazó a la familia durante tantos años.
Stella ató cabos y recordó después que su primo, antes de la desaparición de Cejas, le había recomendado reclamar su herencia en vida: «Tu papá puede vender lo que tiene y llevarse todo a Paraguay», la alertó. También hubo situaciones de enojo cuando la joven le reprochó a Santilli que desde que asesoraba a su padre ostentaba mucho dinero. Fue en el estudio de Argañaraz donde se enteró que su primo no es abogado, que hace grandes inversiones y que es beneficiario de poderes de administración y disposición de los bienes de su padre.
FG_AUTHORS: La Capital – Región