Hoy en la Argentina hay un millón de jóvenes que no estudian ni trabajan, es decir, están afuera. Excluidos, cada vez más son captados por las infinitas redes de la delincuencia…
LA REVOLUCIÓN EDUCATIVA
Apuntes para una salida de la exclusión y el camino
hacia un desarrollo sustentable y participativo
Por Mario Barletta *
Hoy en la Argentina hay un millón de jóvenes que no estudian ni trabajan, es decir, están afuera. Excluidos de toda formación, contención, posibilidad de crecimiento, caen fácilmente en el abandono de un proyecto personal, y en muchos casos en las drogas y el delito. Sin otras oportunidades, cada vez más son captados por las infinitas redes que tiene la delincuencia en nuestro país, para terminar prontamente encarcelados o muertos. En los últimos años las cifras han aumentado en forma alarmante.
No tengo dudas que la educación es la herramienta central para llevar adelante las transformaciones sociales necesarias para lograr la inclusión de estos jóvenes y de todos los que habitan nuestro suelo, uno de los más bendecidos del planeta. El 2013 tiene que ser el año de la educación, en el que por fin comprendamos como sociedad que si no pensamos seriamente en cómo mejorar todo nuestro sistema educativo, seguiremos padeciendo altos índices de inseguridad, de exclusión, de violencia social, desperdiciando a nuestros jóvenes porque no pudimos darles oportunidades. Y por otro lado, negándole al conocimiento la posibilidad de estar al servicio de la economía, lo que nos beneficiaría a todos en nuestra calidad de vida.
En definitiva, tenemos que iniciar un largo período en el que la educación en todas sus formas y modalidades sea la herramienta prioritaria de una estrategia central de desarrollo social. Educación para todos, educación para el trabajo, conocimiento e innovación para la producción, educación para una sociedad más integrada y segura, esa es nuestra propuesta. Es una situación que está en nuestras manos cambiar, no dependemos de créditos externos o de acuerdos internacionales.
El gobierno nacional ha invertido cifras siderales en Educación en los últimos 10 años, pero los índices de calidad educativa no han parado de bajar. Hoy estamos en el puesto 50 en el índice de desarrollo para la educación de la UNESCO. No es posible, como señalan los expertos, que habiendo estado a la vanguardia de América Latina, más del 50 % de los adolescentes argentinos no comprenda lo que lee y carezca de los conocimientos básicos que el futuro demanda.
¿Qué es lo que podemos hacer? Necesitamos un proyecto educativo nuevo, diversificado, que no siga trayectorias lineales y que no se resuelva sólo desde los ministerios de educación. Un proyecto educativo al servicio de los nuevos contextos sociales, y del sistema productivo, para formar parte de un gran plan de desarrollo sustentable. Y esto tenemos que estar discutiéndolo hoy, ya no hay tiempo que perder porque las consecuencias de no transformar la educación la padecemos todos.
Los chicos tienen que pasar más tiempo en la escuela, no sólo para estar menos tiempo en la calle, si no porque deben recibir otros conocimientos o desarrollar otras aptitudes. Los docentes tienen que capacitarse permanentemente para poder ofrecer siempre lo mejor a sus alumnos. Pero además, la escuela debe transformarse en algo nuevo, diferente; debe ser el centro de la vida social de las comunidades, el punto nuclear de los niños, jóvenes y adultos que forman parte de ellas. Un espacio diferente, donde el arte, el deporte, la vida comunitaria, tengan su caja de resonancia.
Como sociedad no podemos postergar la educación temprana de la primera infancia, ya no alcanza con la inicial que conocemos. Los jardines maternales – que no abundan- para niños y niñas desde la más temprana edad son el primer contacto de los chicos con el mundo exterior, donde reciben sus primeras herramientas para crecer y desarrollarse como personas. Hoy en Argentina esto no está garantizado para todos. Tenemos que lograrlo, como lo hicimos en la ciudad de Santa Fe, donde hoy ya 30 jardines municipales con salas a partir del año de edad en los barrios más necesitados, constituyen un espacio donde no solamente se acoge al niño sino a la familia, el núcleo donde se construye una comunidad. Necesitamos jardines gratuitos y obligatorios, para que los niños se socialicen y potencien sus aprendizajes, y para que las madres puedan trabajar; debemos crear jardines maternales, junto a municipios y comunas y transformar las guarderías en jardines. Y en todos ellos deben trabajarse temáticas centrales con los padres como violencia doméstica, adicciones, capacitación para el trabajo, etc.
Necesitamos adaptar los contenidos e incorporar temáticas que hacen a la formación integral, que mejoren la capacidad ciudadana para afrontar viejos temas que nos preocupan y que requieren de nuevas miradas como la educación sexual, la seguridad vial, la educación en y para los derechos humanos, la prevención del consumo de drogas, la educación ambiental para hacer sostenible nuestro desarrollo, etc. Y tenemos que ocuparnos de la educación cívica de nuestros jóvenes, más aun desde la aprobación del voto a los 16 años.
Debemos repensar la secundaria para que los chicos no la abandonen, entre otras cosas porque es la forma de tener mayores oportunidades para ingresar al mundo del trabajo. Tenemos que renovar las herramientas de enseñanza, utilizar la tecnología a nuestro alcance, fomentando en los alumnos la exploración, el criterio de selección, la actitud crítica, y no la acumulación de contenidos sin sentido. Tenemos que poder brindar secundaria a distancia, con un sistema de tutores para el seguimiento de los alumnos; y apoyo escolar gratuito durante todo el año y para preparar materias en diciembre y marzo.
Debemos educar para el trabajo con la mirada puesta en el desarrollo local, que mejore la calidad de vida, para que las familias rurales y los jóvenes puedan mejorar la producción agropecuaria de nuestros campos y no emigren a las grandes ciudades. Tenemos que crear Centros Educativos Rurales para las familias de pequeños productores, trabajadores rurales y cooperativas agropecuarias. Uno en cada pueblo, que permita el acceso a todos los niveles educativos, secundario, terciario, universitario. Y volver a la formación en oficios y la reactivación de las escuelas técnicas.
Como rector de la Universidad Nacional del Litoral pude ver de cerca el impacto que la investigación, el conocimiento aplicado, tienen sobre el sistema productivo; no solo apoyando las empresas existentes sino promoviendo nuevos procesos, nuevos productos, contribuyendo así al sistema de innovación nacional. Nuestros institutos y agencias de investigación, con capacidades ya instaladas, deben estar en contacto con las necesidades de la industria nacional, y trabajar con ella para posibilitar una verdadera sustitución de importaciones, razonable y que beneficie a todos.
Y antes que eso, pueden darnos soluciones a temas tan urgentes como la desnutrición. Cuando fui intendente de Santa Fe, impulsamos la primera planta de alimentos nutritivos de la provincia, en base a una investigación de la Universidad Nacional del Litoral. Con la más alta tecnología, permite, desde el reciclado de deshechos producir a bajísimo costo alimentos nutritivos que proveen, entre otros, a los comedores escolares. Y esto gracias a nuestros investigadores.
Debemos trabajar en el desarrollo de carreras cortas, con rápida salida laboral, según las necesidades de cada lugar del país, creando puentes de ida y vuelta entre el mercado y el sistema educativo, de producción y conocimiento. Potenciar lo que ya sabemos que nos destaca: no sólo somos buenos produciendo soja: desde nuestro software a nuestro diseño industrial ya ha quedado demostrado que aun sin ningún apoyo gubernamental, nos destacamos en el mundo por nuestra creatividad, nuestras ideas, nuestros profesionales e investigadores. Vincular esos recursos que hay en todo el país, con los productores de nuestras economías regionales para poder crear nuevos circuitos comerciales, sumarle valor agregado a los productos, vincularlos con mejores proveedores, etc. es aun una tarea pendiente.
Y finalmente, un pedido a los padres, que pueden hacer mucho desde sus casas: volvamos a leer. El contacto con los libros nos abre la cabeza, tanto o más que la televisión y los videojuegos. Siempre es bueno tener un libro que nos cuente una historia, que nos enseñe cosas. Regalemos libros a nuestros hijos. Leamos con ellos. Apaguemos el televisor un rato. Cada uno tiene algo que aportar en este cambio que todos deseamos y necesitamos.
* Mario Barletta es presidente de la Unión Cívica Radical a nivel nacional. Fue Intendente de la ciudad de Santa Fe (2007-2011) y dos veces rector de la Universidad Nacional del Litoral. Es pre-candidato a diputado nacional por la provincia de Santa Fe.