Después de 12 años de prisión un acosador de niñas sale a la vida “civilizada”. Será entonces cuando Walter trastabillará una y mil veces con el desprecio explícito de padres, madres, policías y compañeros de trabajo.
Calificación: * * * *
Después de 12 años de prisión un acosador de niñas sale a la vida “civilizada”. Será entonces cuando Walter (Kevin Bacon) trastabillará una y mil veces con el desprecio explícito de padres, madres, policías y compañeros de trabajo, pero (y peor aún) con la propia toma de decisión frente a la nueva minifalda del autobús.
Por Anabel Donnet especial para Rosarinos.com
“Doctor, ¿cuándo seré normal? ¿por qué no puedo ser normal?”
“¿Y qué es para usted ser normal?”
“Estar con una niña para conversar y nada más?”
La lucha es una riña de gallos: un deseo que no es aceptado por la sociedad frente a un deseo de vivir en sociedad. Dos codicias antagónicas, irreconciliables y, desgraciadamente, inmortales conviviendo en un mismo cuerpo; un cuerpo que tiene nombre, apellido y una historia escrita minuciosamente en los expedientes de la medicina, la justicia, y la seguridad oficial.
Walter Rosswort dice estar bien, cosa que no significa que le gusta estar donde está parado. Va de su casa al trabajo con las manos en los bolsillos y la mirada perdida entre las nubes o la gente que sube y baja del autobús. Va y viene para no quedarse embobado mirando por la ventana a las niñas que juegan el fresco juego de la inocencia.
Walter obedece las órdenes de su psicólogo y comienza un diario íntimo en donde expondrá las insinuaciones que le sugiere su mente… ¿distorsionada, perversa, asquerosa, negra, repugnante o simplemente enferma? Walter no responde ante las ofensas, simplemente baja la vista.
Porque esta película dirigida magníficamente por Nicole Kasell da cuenta de los hechos que la mirada puede llegar a producir en la existencia propia y en el otro par de ojos con el que se choca cuando lanza punzante su deseo de caza. Mirar con los ojos lleno de odio, mirar con los ojos llenos de lágrimas, mirar con los ojos llenos de obsesión, mirar con ojos que no saben pedir ayuda pero que claman desalmadamente por ella. A veces no es conveniente mirar con los ojos que reflejan el alma.
Por eso la directora se encarga de hacernos compartir esa contemplación vedada, escondida siempre atrás de algo para ocultar la obviedad de la intención. Manejos fílmicos a través de los que el actor, Kevin Bacon, pudo maniobrar con absoluta soltura y precisión. Sus gestos, mínimos y precisos, se encargan de trasmitirnos lo no dicho, lo disimulado por inconfesable, por castigable, por monstruoso.
Milagrosamente este engendro humano ha tenido la suerte de toparse con una mujer especial. Ella trabaja en la maderera donde él durará el tiempo que tarden el resto de sus compañeros en darse cuenta de cuál es el origen de tanto silencio y hosquedad social. Rasgo que ella interpreta como simple timidez, de esas que seducen a las mujeres autosuficientes que aman proteger y cubrir con su maternidad a los polluelos tiernuchos y dulces expectantes del amor caído del cielo.
Y será una rareza aún mayor que ella , conociendo su tenebroso misterio, decida continuar al lado del hombre que se come sin piedad a las pequeñas Caperucitas Rojas desperdigadas por la ciudad. Milagro que a Walter le abre la esperanza de llegar a ser una persona “normal”. Pseudo normalidad… como la de todos nosotros.
Otra mujercita también lo ayudará, golpeándolo con la más dolorosa paliza que un hombre como él puede recibir. Cara a cara se topará, en una de sus prohibidas excursiones, con una niña de 11 años que, con lágrimas en los ojos y una puñalada en la constitución de su subjetividad, le confesará que su padre también le pide que se siente en su falda.
Sentarse encima de las piernas del hombre, para satisfacer al hombre. Obedecer al hombre/padre porque la autoridad debe ser obedecida sin rebelión alguna.
¿Por qué a este gorrioncito no le importaba sentarse entre las piernas de un desconocido aún sabiendo que lo que estaba a punto de hacer era una cosa “asquerosa”? ¿Dónde están los educadores? ¿Enseñamos a nuestros hijos a defender la propiedad de su propio cuerpo?
La película puede suscitar odios, como a los compañeros de trabajo de Walter, de allí que una buena recomendación sería la abstención absoluta de los prejuiciosos.
Pero no hay que negar que Nicole Kassell ha conjugado magistralmente los deseos de este sujeto con los acontecimientos que efectivamente acontecen en su realidad (hay escenas que son un deleite para la vista del cinéfilo) y que la actuación de Kevin Bacon se lleva todos los aplausos.
El hombre del bosque Título original: The woodsman Género: Drama Dirección: Nicole Kassell Guión: Steven Fechter, Nicole Kassell Interpretes: Kevin Bacon, Kyra Sedgwick, Benjamin Bratt, Mos Def, David Alan Grier, Kevin Rice Fotografía: Xavier Pérez Grobet Música: Nathan Larson Montaje: Lisa Fruchtman, Brian Kates Origen: Estados Unidos (2004) Duración: 87 minutos Calificación: Apta para mayores de 16 años Sitio Web: http://www.thewoodsmanfilm.com Horarios: El Cairo 18:20 23:05 – Showcase Rosario: 12:10 14:20 18:25 20:25 22:25 Trasnoche: Viernes Sábado y Miércoles 0:35 |