Cada vez más padres aceptan que novias y novios se queden a dormir con sus hijos. Mayormente con chicos de 20 años, en pareja estable y sólo el fin de semana
Cada vez más padres aceptan que novias y novios se queden a dormir con sus hijos. Mayormente con chicos de 20 años, en pareja estable y sólo el fin de semana
Modernos. Gloria (de pie) y Ángel (remera) permiten que sus hijas Lara y Georgina duerman con sus novios en la casa. Ramiro (derecha) se suma al desayuno (Foto Pedro Castillo)
Marcela Fernández / Diario La Voz
Desde la época no tan lejana en que los padres amenazaban con “sacar una escopeta” si los pretendientes de sus hijas osaban acercarse demasiado a la nena, hasta ahora, ha corrido mucha agua debajo del puente.
Tanta, que cada vez hay más familias que, en las antípodas de lo que pasaba hace un par de décadas o incluso de lo que les pasaba a ellos mismos, aceptan que las parejas de sus hijos – sin importar si son varones o mujeres– se queden a dormir con ellos.
No es todos los días y no con cualquiera. Alrededor de los 20 años y con previo diálogo al respecto parecen ser los denominadores comunes de esta nueva tendencia familiar, que implica, en forma expresa o implícita, que los padres admiten que sus hijos tienen sexo.
La seguridad de saber que están en casa y no “por ahí”, y los problemas que ocasiona el hecho de que muchas veces los novios viven en la otra punta de la ciudad, suelen ser, a su vez, los argumentos explícitos para el permiso.
“Es todo un proceso que desemboca del diálogo que siempre hemos tenido con los chicos”, dice Ángel Laiacona, empleado de una automotriz y carpintero, quien, en total acuerdo con su mujer, Gloria, casi todos los domingos en su casa de barrio Poeta Lugones desayuna sin conflictos con la familia ampliada. O sea con sus hijas de 23 y 21 años, su hijo Ramiro de 20 y los novios de las chicas.
“Pero no es que un día se quedaron y ya está. En casa siempre hablamos mucho con los chicos, también de sexo, que es algo maravilloso y natural, y creo que por eso se llega a un momento en que se ve como normal que los novios se queden, aunque siempre debe estar presente el respeto”, cuenta Ángel, quien tiene algo más de 50 años, al igual que su esposa. Y aclara: “Cada uno hace su vida, pero el respeto hacia el resto de la familia es ineludible”.
En el mismo sentido, advierte que hay ciertas pautas: “No es que se pueden quedar todas las noches sino más bien los fines de semana, ni tampoco que van a caer todos los días con uno distinto. Porque acá somos muy abiertos y compartimos muchas cosas, pero está claro que no perdemos el rol de padres; esto no es un viva la Pepa, ni se toma a la ligera”, recalca.
También señala que “no deja de ser una tranquilidad saber que están en casa, sin los riesgos de afuera e incomodidades que son innecesarias”. “Porque está claro que si quieren estar juntos, lo van a hacer acá o en otra parte”, admite. “Y nosotros preferimos que estén acá”.
El resultado de su actitud, para Ángel y Gloria, es muy positivo. “Tenemos con los chicos una relación más abierta, más cercana, sin mentiras ni necesidad de andar escondiendo cosas, y con la certeza de que si surge algún problema lo resolvemos entre todos”, se alegra.
¿Qué piensa el resto de la familia o los amigos? “Algunos ni se animan a opinar”, se ríe Ángel, pero asegura que en general lo ven bien, incluso la abuela.
“Nosotros estamos muy conformes y tranquilos con la decisión de que se queden porque estamos convencidos de que es lo acertado”, asegura.
Para no repetir la historia. Mercedes y Gustavo tienen cuatro hijos y también rondan los 50 años. Los dos son profesionales y viven en Argüello.
“Empezó con mi hija que ahora tiene 26, por una cuestión de seguridad porque el chico vive bastante lejos y no tienen auto”, cuenta Mercedes, a la vez que asegura que “es mucho más lógico que estén acá y no deambulando en la calle a las 4 ó 5 de la mañana”.
“La primera vez, ella me preguntó si el novio se podía quedar, y pusieron un colchón en el piso y dejaron la puerta abierta”, se ríe la madre. Ahora el colchón extra pasó al olvido y la puerta tiene llave. Y, además, el varón de 24 años también duerme con su novia en la casa familiar todos los fines de semana.
“Los tiempos cambian, las costumbres cambian y creo que hay que ser más abierto”, opina Mercedes, quien, después de pensarlo un poco, reconoce que en esta apertura tal vez haya algo de no querer repetir la historia que sufrió en carne propia con su marido cuando eran novios.
“Gustavo pudo entrar a mi pieza recién después de que nos casamos”, recuerda. “Y no sé si será porque a nosotros nos jorobaron tanto con el control, que ahora tenemos esta postura”, reflexiona. Y cuenta que, paradójicamente, ahora los abuelos ven bien que los chicos duerman juntos.
También aclara que aunque no les molesta para nada que las parejas de sus hijos se queden a dormir, hay cosas que como padres no toleran, como el abuso del alcohol. Y agrega que tampoco admitirían pernoctadas con relaciones ocasionales o en el caso de los hijos adolescentes.
Para terminar, Mercedes pone el foco en otra realidad: la imposibilidad de que los jóvenes se muden solos por razones económicas.
“Lo que yo veo es que mis hijos mayores ya están en edad de irse a vivir solos, pero económicamente no pueden hacerlo y por eso siguen acá, con novios incluidos”, concluye.
Alejandro, 18 años. Estudiante secundario.
“Me parece que si es una relación seria y no una historia casual, no debería haber problemas de quedarse con la novia en casa. Es normal, y después de todo también es la casa de uno. Está bueno que los padres entiendan que el sexo es algo normal en una relación. A mí me parece perfecto poder quedarme en mi casa. Lo que sí, lo hablaría antes con mis padres, siempre es mejor poner las cosas bien claras”.
Pía, 24 años. Estudia y trabaja.
“A mí me parece súper bien, pero no para cualquier historia. Si se trata de una relación estable y ya asumida por la familia, me parece mucho mejor poder quedarme en mi casa. Porque si el otro no vive solo, las otras alternativas no son tan copadas, no sólo por el gasto. Es tu casa, tu lugar y está bueno que los padres te den esa confianza. Conozco gente que lleva a la casa una relación ocasional, pero yo no haría eso”.