Ex Sacerdote Vitali: "El mensaje es que se puede hacer de todo, pero que no se haga público y menos con una mujer. A este paso la Iglesia Católica se va a convertir en una pequeña secta europea"…
El ex sacerdote Adrián Vitali tuvo que renunciar a la Iglesia Católica pese a que mantenía intacta su vocación pastoral y su compromiso con los pobres. Se enamoró de una mujer que quedó embarazada y enfrentó una decisión "perversa y cruel"; eligió dejar los hábitos y formar una familia terrenal.
Adrián Vitali dejó la sotana para formar una familia
A 14 años de aquel momento, asegura que el 90 por ciento de los clérigos mantiene relaciones sexuales, que las autoridades de la Iglesia lo saben y no se rasgan las vestiduras por ello. Que la sanción llega sólo cuando el diablo mete la cola, y las historias se hacen públicas. Acusa al Vaticano de perseguir el poder económico sin reparar en los métodos. Escéptico, realista y con las marcas que le dejó su propia historia, cree que la jerarquía eclesiástica está decidida a que "nada cambie".
Este es parte del diálogo que mantuvo con el programa Zona de Noticias (FM Meridiano).
—¿Cómo vivió la situación del ex obispo Fernando Bargalló, fotografiado mientras pasaba sus vacaciones con una mujer en playas del Caribe?
—Hay dos cosas ahí. Por un lado las fotografías con una mujer, que son una instancia privada. Lo que es grave es que no se explique de dónde salieron los recursos para ese viaje. Cáritas no hizo una auditoría ni nadie le pidió cuentas por eso. El obispo no tiene otra fuente de recursos. A él lo hicieron renunciar porque lo vieron con una mujer, pero no lo sancionaron por pasar diez días en un hotel fastuoso, algo que no tiene nada que ver con la opción por los pobres que había hecho. No se pueden hacer campañas de pobreza cero y después gastar 50 mil pesos en diez días de vacaciones.
—¿Le causa sorpresa que sigan pasando estas cosas en la Iglesia?
—Para nada. De hecho hay estadísticas a nivel mundial que dicen que el 90 por ciento de los clérigos tiene una vida sexual activa. Hay heterosexuales, homosexuales y, desgraciadamente, pederastas.
—¿Por qué, entonces, se insiste con el celibato?
—La Iglesia mantiene el celibato para no generar herencia y mantener el poder económico. Si estas situaciones no se hacen públicas no hay problema, se puede seguir ejerciendo tranquilamente el ministerio.
—¿Cuáles son las estadísticas que sostienen que el 90 por ciento de los clérigos mantiene relaciones sexuales?
—Son trabajos hechos en Estados Unidos, Canadá, España e Italia. Y si lo trasladamos a nuestro país y a América latina la proporción tendría que ser mucho mayor. Son datos que se conocen, como el de los abusos. La pederastia es una preocupación en todo el mundo; en la Argentina y América latina tenemos apenas cinco casos, es extraño. ¡Qué bien que está todo en la Iglesia argentina!
—¿Qué cree usted que pasa realmente?
—En aquellos países es menor el compromiso político con el poder eclesiástico y las denuncias se investigan. Pero acá la gente abusada ve que al sacerdote Julio Grassi, condenado a 15 años, está libre, que al ex arzobispo Edgardo Storni, condenado a 8 años, le compran una casa y lo mandan de vacaciones. Si los abusos fueran cometidos por laicos se investigan y terminan castigados por la Justicia.
—Retomando la situación de Bargalló, quien dijo que terminó su noviazgo con una amiga de la infancia para seguir siendo sacerdote, ¿usted cree que una relación afectiva puede perjudicar el desempeño pastoral?
—Yo diría que es lo contrario. Y lo digo por experiencia. De hecho al obispo no se lo ve en un estado de crisis de conciencia vocacional en la playa. Lo hace con naturalidad y así debe ser. Creo que en ese sentido su renuncia es una pérdida para la Iglesia argentina.
—Pero más allá de las consideraciones personales, está claro que el celibato es una institución prioritaria para la Iglesia.
—El mensaje es que se puede hacer de todo, pero que no se haga público y menos con una mujer. A este paso la Iglesia Católica se va a convertir en una pequeña secta europea.
—¿Todo es hipocresía?
—Hay que transparentar esto, pero la hipocresía es rentable. Pagar estos costos es rentable porque el poder real no se modifica. La búsqueda de la Iglesia es la búsqueda del poder económico. Para eso, si es necesario, sacrifican a alguno de sus miembros en el altar de la moralidad de vez en cuando. El dinero que llega a Roma va a parar a fondos de inversión. El banco católico alemán, por ejemplo, invierte su dinero en una fábrica de armas. El poder sigue siendo tan sólido porque es un poder material.
—Que casos como el de Bargalló se hagan públicos, ¿cambia algo?
—Es imposible esperar cambios de una persona de 85 años (el Papa Benedicto XVI), rodeada de cardenales de la misma edad, que han vivido siempre en una estructura muy conservadora. Ellos saben que estas cosas pasan y que seguirán pasando, y no se rasgan las vestiduras.
—¿Imaginó alguna vez la posibilidad de retomar su actividad pastoral?
—Siempre he seguido vinculado a la tarea pastoral y social. La opción por los pobres la llevo en el alma y no he renunciado a ella. Yo no me fui por una crisis vocacional o porque no creía más en Dios, me fui porque me enamoré y eso no se permite.
—Enamorarse es pecado.
—Es pecado. Se permiten otras cosas, pero eso no. Puede haber curas oligarcas, usureros, explotadores, abusadores, pero si uno se enamora, se tiene que ir.
—Pasaron muchas cosas en estos años en la Iglesia, pero no hay grandes transformaciones en algunos temas.
—La Iglesia pregona que la familia es la base de la sociedad pero la institución canónica de la Iglesia no es la familia: en el Vaticano sólo hay hombres. El Vaticano es un Estado sin niños.
La Capital