Sin libretas. Ya están en la ciudad los sabuesos del Ministerio de Trabajo, que promete inspecciones masivas. Un total de 26 agentes y 20 gendarmes ingresaron ayer al Mercado de Concentración de Fisherton.
En el Mercado de Concentración controlaron puesto por puesto. |
El Ministerio de Trabajo de la Nación desembarcó en Rosario en un megaoperativo para detectar el trabajo en negro en la región. Ayer a media mañana 26 inspectores más 20 agentes de la Gendarmería Nacional comandados por el director regional de la cartera nacional, Roberto Deb, ingresaron al Mercado de Concentración de Fisherton (Mendoza y Wilde) para relevar puesto por puesto de frutas y verduras la situación de los empleados del lugar. «Este es el primer gran operativo que se hace en la zona, pero la actividad continuará por varios días, no sólo en grandes comercios o negocios, sino en locales de distinta envergadura», aseveró Deb.
Según el funcionario, el conurbano rosarino tiene los mismos guarismos de empleo informal que la media nacional, es decir, que ronda el 40 por ciento. «Estamos empeñados en bajar esas cifras, que no sólo perjudican a los empleados, sino que en determinado momento pueden afectar mucho al empleador, ya sea por juicios laborales o por sanciones del Estado», afirmó.
De todos modos el relevamiento y las actas que se labraron ayer en el Mercado de Concentración arrojarán resultados la semana próxima. Es que los datos se chequearán de modo informático, por lo que recién después de cruzar los cuit de los empleadores con los nombres de los empleados detectados se sabrá si se están haciendo los aportes sociales por esos trabajadores.
Factor sorpresa
Lo cierto es que el operativo sorprendió a la mayoría de los trabajadores que estaban ayer por la mañana en el lugar. Rápidamente las miradas se cruzaron y no fueron pocos los muchachos que salieron de los galpones hacia afuera del predio central. Es que cada puesto es privado, con sus propios empleados pero existe un trabajo intensivo aunque esporádico que realizan los changarines.
El funcionario nacional justificó la presencia de los efectivos de la Gendarmería para evitar cualquier situación de violencia. «Fue solamente preventivo y la verdad es que salvo alguna pequeña escaramuza no hubo ningún problema y todo salió bien», relató al final del operativo.
Marcelo Rulo trabaja en un puesto de verduras con muchos años de antigüedad. «Empezó mi abuelo, después siguió mi padre y hace unos años me integré. Nosotros tenemos a toda la gente en blanco, eso se ha ido regularizando mucho en los últimos tiempos», aseguró el comerciante.
Una versión similar dio Francisco Di Giacomo, 33 años y 16 de trabajo en el mercado. «Estamos acostumbrados a las inspecciones, en general tenemos todo en regla, es cierto que a veces con los changarines hay problemas, pero es difícil porque no vienen todos los días los mismos, tienen sus propios horarios y sus particularidades», abundó el joven.
Nación y provincia
Si bien Deb añadió que la tarea de la Nación no se superpone con la de la Secretaría de Trabajo provincial, llamó la atención que no participaran autoridades o agentes locales en el operativo de ayer. Es que según pudo averiguar La Capital de otras fuentes, desde la Nación observan que en distintas provincias argentinas no se han sistematizado los controles para erradicar el trabajo en negro. Esta asimetría entre los estados provinciales habría sido uno de los motivos principales que llevaron a la Nación a encarar este proyecto, que se realizará durante cuatro años y en todo el país.
En rigor, el director regional coordina por estas horas el trabajo nacional en Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe, Chaco y Formosa. «Es una región muy grande y dispar, pero estamos trabajando en todas», afirmó.
La intención de la cartera laboral no es comenzar a sancionar a los empleadores que no hagan los aportes sociales, sino «convencerlos» de que regularicen la situación de los trabajadores. «En el mismo sentido también queremos que cualquier persona a la que no le estén pagando pueda hacer la denuncia correspondiente, porque se le reservará la identidad», remató el funcionario nacional.
Changarines: una actividad muy difícil de formalizar
El Mercado de Concentración de Fisherton, ubicado en Mendoza y Wilde, funciona con un consorcio administrador, similar al de un edificio de departamentos o una galería comercial. Es decir que se ocupa de los espacios comunes y el pago de los servicios del predio. En el lugar hay una nave central dividida como en tres largos corredores, en donde están dispuestos alrededor de 130 puestos de ventas al por mayor de frutas y verduras de estación. El sitio también es compartido por productores frutihortícolas.
Allí se pueden adquirir frutas y verduras por bolsas o cajones aunque también hay venta de bandejas de hortalizas cortadas, lavadas y algunos productos elaborados como encurtidos o salsas. Estos productos están ubicados para la venta al por mayor o al público en el pabellón central.
A lo largo del día llegan hasta Wilde y Mendoza camiones y chatas de distintos sitios del país y de quintas del conurbano rosarino. Las transacciones corren por cuenta del puestero y del productor. Los volúmenes de productos varían de acuerdo a la estación y también a los cambios climáticos. Es decir, en épocas de intensas lluvias la mercadería escasea, y las transacciones comerciales decaen.
En ese contexto los changarines son las personas, hombres y en su mayoría jóvenes, que se acercan día a día al lugar y ofrecen su mano de obra para la carga y descarga o el acomodamiento de productos en los puestos. Una vez terminada la tarea cobran un jornal o incluso hasta le pueden pagar con mercadería que se llevan a la casa. «Algunos están en la cooperativa, pero la verdad es que no vienen todos los días, a veces trabajan un par de horas o menos, son personas especiales. Acá no le pedimos antecedentes a nadie, incluso hay ex convictos, es gente que hace changas que no podría hacer en otro lado y vive al día», confió Gerardo Calabretta, integrante de la Cooperativa Nueva Generación.
En rigor, a estos trabajadores se les paga por bulto, es decir, por cajón o bolsa de fruta o verdura que cargan o descargan, por el que reciben entre 15 y 20 centavos. Con esta tarifa puede llevarse a su casa entre 10 a 25 pesos.
«Los changarines somos descartables, laburamos por el día y si nos pasa algo chau: ¡afuera! No tenemos nada de nada, pero es así, qué se va hacer», confió un hombre que prefirió no dar su nombre y quedarse afuera del lugar aguardando que los inspectores se fueran.
Fuente: diario La Capital – Isolda Baraldi – Imagen: Ángel Amaya