El escenario post PASO, que dejó al libertario Javier Milei al tope de los votos, sacudió a toda la escena política y perjudicó, particularmente, a la candidata del PRO, Patricia Bullrich.
En pocos días, se consolidó la idea de que la disputa por la agenda conservadora en los social y en lo económico la está ganando el líder de la Libertad Avanza. En el camino, «la Piba» pareció hacer todo lo posible, desde lo gestual y el posicionamiento público, para empeorar aún más su condición.
Esa debilidad discursiva y del conocimiento básico encendió todas las alarmas en Juntos por el Cambio y generó dos efectos, uno hacia adentro del espacio y otro hacia afuera, en los círculos del poder económico: el primero, una serie de reuniones de los equipos económicos del macrismo para ver qué hacen con Bullrich, perdida en el discurso técnico. El segundo, un giro -impensado hace unos meses- de los ceos más cercanos al macrismo. En muchos de esos círculos empresarios se debaten hoy las propuestas de Milei y hasta se armó un grupo de Whatsapp para discutir sobre la idea estrella del libertario, la dolarización de la economía.
Para el establishment -y en parte eso se percibió esta semana en el foro del Council de las Américas- el escenario político se reconfiguró hacia la posibilidad de un triunfo de Milei o, en su defecto, un ballotage del libertario con el candidato de Unión por la Patria, el ministro Sergio Massa. Dicen, en los pasillos del poder, que hoy las opciones por derecha y peronistas están bien marcadas y que Bullrich quedó extraviada por la apuesta de Mauricio Macri de dinamitar el espacio de Juntos para refundarlo en una línea más parecida a lo que plantea Milei. Quizás haya sido el ex presidente el que mejor vio el giro del electorado conservador bien al extremo, e hizo una movida doblemente exitosa: se sacó de encima al alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y elevó a Bullrich, una candidata que en el mismo entorno de Macri no ven con ganas de disputarle el poder, como sí pasaba con Larreta. En síntesis, Macri volvió a empoderarse, en contraposición a la perdida de volúmen de su espacio.
Una candidata sin norte
En los equipos económicos de Juntos hay cónclaves casi diarios para tratar de ponerle un vocero a Bullrich. Lo que aceleró los tiempos fue la ponencia de la dirigenta en un congreso del campo, organizado por Coninagro, una de las entidades de la Mesa de Enlace. Allí, le preguntaron a Bullrich que haría con las retenciones. En un intento poco claro de explicación que duró dos minutos, Patricia deslizó la posibilidad de bajarlas pero computándolas como un crédito futuro para el productor, es decir, no quitar las retenciones. El conductor del evento intentó, sin éxito, reinterpretarla. «Les gusta esto, no?», se animó Bullrich mirando a un público que no comprendió la idea y mucho menos la pregunta.
El segundo episodio fue más de carácter político comunicacional, y se dio en el Hotel Alvear, en la reunión del Council. Luego de un tiempo de ostracismo, Larreta salió a bancar a Bullrich ante los empresarios y adelantó que trabajará para su campaña. A continuación, Bullrich subió al mismo escenario y ni siquiera agradeció el gesto, lo que dejó con gusto amargo a los ceos que bancan al macrismo. Un rato después, en la reunión de Juntos en el Hotel NH Bolivar -propidad del histórico empresario marplatense Aldrey Iglesias-, intentó acomodar las cosas. «No tengo ningún rencor, vamos a trabajar juntos», aseguró ante los líderes del espacio. Ya era tarde: la relación de Larreta y Bullrich no ha cicatrizado, admiten en ambos entornos, a pesar de los intentos individuales del alcalde de enderezar el vínculo.
«No le encuentran la línea, el mensaje no tiene tono», contó a Página I12 uno de los laderos de la candidata, preocupado por el devenir de una campaña que le tiene preparados momentos incómodos a una Bullrich vacilante en lo económico. Sus equipos -con los que tuvo una reunión el viernes último- piensan en los debates y en la previa a los debates. Avizoran catástrofes en el espadeo con rivales que vienen afilados.
En ese sentido, el primer gesto es que hay un intento de colocar a Carlos Melconian de vocero, disfrazado de potencial ministro de Economía, algo que se formalizará la próxima semana. También trajeron al corral a Hernán Lacunza y a Eduardo Levy Yeyati, que hasta ahora trabajaban para Larreta y el radicalismo, respectivamente. Y sumaron al ex presidente del BCRA, Guido Sandleris. Lo de «Melco» lo describen como la ley del útlimo recurso, dado que los que hasta ahora hablaron por ella son desconocidos para el gran público.
Luciano Laspina, el espadachín de estos momentos díscolos de Bullrich, se preocupa al máximo por ver cómo se sale de esta situación, porque se enfrentará en el debate conservador con un Milei que parece no dejar flancos débiles. Lo cierto es que el libertario, según describen los que lo conocen, es hábil pero no un erudito. Aunque su claridad conceptual en lo económico la pone a Patricia contra las cuerdas.
Los chats del dólar
Pasan cosas curiosas en el ambiente empresario. En plena campaña para Macri presidente en 2018, Marcos Galperín, el ceo de Mercado Libre, creó junto a Martín Migoya, de Globant, un chat de Whatsapp llamado Nuestra Voz. Una especie de militancia celular del entonces líder PRO. Con el tiempo y la elección que consagró a Alberto Fernández, el grupo fue perdiendo peso y Galperín tuvo un exilio militante hacia el Uruguay.
Ese grupo que él fundó tiene hoy un giro curioso. Se abrió un sub grupo de Nuestra Voz, llamado «Dolarización», en el que se debaten las propuestas económicas de Javier Milei. Lo crearon un puñado de empresarios entre los que destacan Sebastián Gurmendi, titular para la región del banco Credit Agricole; Gonzalo Tanoira, titular de Citrícola San Miguel, una de las principales exportadoras de cítricos y derivados del mundo; y Eduardo Bastitta, un ceo sub 40, de la empresa Plaza Logística y miembro de Endeavor, grupo creado por Galperín.
En los últimos días, se postearon allí artículos sobre la experiencia de Ecuador y El Salvador con el dólar, y hubo comentarios sobre la necesidad de una moneda estable. Se hizo incluso un Zoom para hablar del tema. Cuando Larreta habló en contra de la dolarización, muchos se animaron a criticarlo. También se suben consideraciones sobre Emilio Ocampo, el alma matter del proceso dolarizador de Milei, que es hermano del economista macrista Agustín Echebarne, un habitué del chat Nuestra Voz. Si bien los participantes de ese chat aseguran que «no hemos virado hacia las ideas de Milei», lo cierto es que la única agenda que se debate es esa.