Con un chamamé de fondo 25 columnas de humo que se contorneaban con el viento dieron el color exacto al 2ª Encuentro de Asadores a la Estaca Con un chamamé de fondo y el sol que se le quería animar al frío, 25 columnas de humo que se contorneaban con el viento dieron ayer el color exacto al 2ª Encuentro de Asadores a la Estaca. El certamen, que pone a prueba las destrezas culinarias criollas, se realizó en el predio de la ex Rural del parque Independencia, en el marco de los festejos del Día de la Bandera.
La prueba, que comenzó a las 16 y concluyó a las 20, convocó a expertos y novatos dispuestos a darle el punto justo a los apetitosos costillares que hacían la delicia de los espectadores. «Lo importante es venir y compartir un momento de camaradería», dijeron los concursantes que participaron en pareja, asador y fogonero, enfundados en impecables delantales blancos, con el logo del encuentro.
Pero más allá del buen momento con mate en mano y anécdotas, cada uno de los 25 equipos puso «todo sobre el asador». Secretos, experiencia, dedicación y, sobre todo, paciencia durante las más de cuatro horas que insume llevar al plato esa modalidad de cocción.
Hubo estacas para todos los gustos. Desde las clásicas y poco pretenciosas con forma de cruz, hasta las más elaboradas que permiten alejar la carne del fuego a medida que la cocción avanza. Abrigados, con sombrero y pañuelo al cuello como típicos paisanos, los participantes dieron rienda suelta al orgullo de todo asador: sorprender el paladar de los comensales.
Claro que para provocar sorpresa a veces hay secretos que prefieren dejar a salvo. «No uso chimichurri, eso vino de afuera, no es criollo», sorprendió Juan Leguizamón, un experimentado asador que llegó desde Carcarañá y convidó salame casero para dar prueba de los embutidos que elaboran en su zona. El hombre prefiere «ir mojando el asado» con una salmuera de ajo, hojitas de laurel y pimienta negra y mal no le va.
Para José Reinoso y Albano González, de la agrupación gaucha La Tacuara, que el año pasado obtuvo el primer premio, asar es casi una rutina. «Lo hacemos todos los fines de semana», explicó José, que sorprendió al asegurar que acompaña el asado con gaseosa o agua. En la edición 2006, el jurado los premió por el sabor que lograron darle al costillar. «Recién salamos cuando damos vuelta la carne», aseguraron.
Además de mano experta, también hubo entusiasmo de debutantes que se animaron «para aprender». Es el caso de Alejandro Chiumiento y Dardo Allarau, de los barrios Tablada y Alberdi. Son amigos y tienen una casa en la isla donde «despuntan el vicio de asar lo que sea» y participaron del encuentro con una estaca de factura propia.
Enfundada en un poncho, Noelia Chialvo, conductora del programa radial Hombres y Paisajes, también fue de la partida. «Las mujeres también asamos», aseguró. Pero el asado no fue la única estrella de la tarde, también hubo tortas y un hornito de barro que se levantó para la ocasión y que se usó para varias «exquisiteces criollas», relató Marcelo Olmedo, micrófono en mano, encargado de animar la tarde con música y palabras.
fuente: Silvia Carafa / La Capital