En la reciente visita del Turismo Carretera al autódromo «Ciudad de Rafaela», hubo serios cuestionamientos al escenario, en particular el viernes. El problema se solucionó, pero quedó sentado un precedente que nos compromete a luchar para conservar la fecha de TC.
Desafectación es la palabra más temida por los clubes propietarios de autódromos. En los últimos tiempos se aplicó esa sanción en varias oportunidades y a distintos escenarios. Hoy, tenemos que decirlo con todas las letras, Atlético de Rafaela no recibió oficialmente «ningún tipo de notificación» por parte de la ACTC, como lo señaló Ero Borgogno a LA OPINION, en una nota que publicamos la semana anterior.
Todo lo que se ha mencionado sobre una eventual resolución de esa naturaleza, por lo tanto, debe encuadrarse en el terreno de los trascendidos. Pero más allá de no existir un pronunciamiento formal de la entidad que fiscaliza la actividad del Turismo Carretera, consideramos oportuno efectuar algunas reflexiones sobre una situación en la que todos debemos involucrarnos.
Desde la institución propietaria del autódromo y organizadora de las actividades mecánicas que se realizan en esta ciudad, Atlético de Rafaela, hasta cada integrante de una comunidad que se siente plenamente identificada con el deporte motor.
El pasado viernes 11 de julio, los inconvenientes que presentó el circuito, obligaron a recortar el cronograma. Se dio lugar, en consecuencia, a cualquier tipo de especulaciones. Las reacciones, ante ese problema, no se hicieron esperar. Y Atlético, precisamente, estuvo en el ojo de la tormenta. Algunas críticas se aceptan por su coherencia. Otras, en cambio, resultan dolorosas.
Pegarle al autódromo rafaelino, para algunos, es un ejercicio natural. Y cuando se dan este tipo de circunstancias no deseadas, son los primeros en hacer leña del árbol caído. Para evitar ese tipo de actitudes, no se deben cometer errores. O al menos, tratar de minimizarlos. Las buenas intenciones, como quedó demostrado en la última visita del TC, muchas veces no resultan suficientes. Se quiso hacer un buen trabajo en el sellado de las grietas. Se empleó el material indicado. Pero el resultado no fue el esperado. Todo lo contrario. Y la factura que la ACTC le pasó al club ha sido «muy pesada». Demasiado, quizás, para una institución con un riquísimo historial como organizador de competencias. ¿Qué contribuyó Atlético? Puede ser. ¿Se pudo haber evitado? Seguramente. Pero la realidad, que es lo único válido a esta altura de los acontecimientos, indica que «nuestro autódromo» hoy está en observación.
Atlético tendrá, indudablemente, una oportunidad «histórica» como para revertir la situación. Pero no sería bueno que lo dejen solo en esa cruzada. El apoyo logístico -y también económico- que pueda realizarse desde el Gobierno de la Provincia, será determinante. Imprescindible además, para acompañar el respaldo del municipio y de la ciudad toda, que deberá concientizarse también, para que este «fenómeno social», tremendamente convocante, pueda seguir viniendo a Rafaela.
Para que se entienda bien. Hay que hacer buena letra. Y por sobre todas las cosas, no darle pasto a las fieras. Sólo de esa manera, vamos a poder disfrutar en el futuro de una fiesta como la que sólo puede generar el Turismo Carretera.
Todos debemos asumir este compromiso. Sin buscar culpables, pero sí tratando de reducir a la mínima expresión el margen de error. Esta lucha tenemos que plantearla, sin dramatizar, como una cuestión de honor. Por respeto a una actividad que hizo trascender el nombre de Rafaela. Y a quienes hicieron grande a nuestro automovilismo. Los obstáculos a sortear no van a resultar sencillos. Pero con la fuerza y el coraje que siempre han distinguido a nuestra gente, seguramente podrá alcanzarse ese objetivo.
Por: Víctor Hugo Fux – Diario La Opinión de Rafaela