Por Instituto Humanista de Pronosticación Sistémica – IHPS. Pressenza.com
Lucía Irurozki.-
Mirando a mi alrededor, obsevo a las personas adentro de sus pensamientos opresivos, adentro de autos, caminando en la ciudad apresuradamente hacia lugares inexcusables. Me detengo y pienso en un gran guía espiritual, que observa desde las cumbres del Himalaya.
Nikolái Konstantínovich Roerich (San Petersburgo, 1874 – Kulú, 1947). Su apellido se pronuncia «Rérij». Fue mucho más que un excelente artista: promotor de la cultura y la paz, expedicionario, investigador arqueológico, escritor y figura pública, estuvo en continuo contacto con intelectuales, científicos y artistas del panorama cultural ruso de la época.
Junto a su esposa Helena, Roerich recorrió toda Rusia para contrastar los estilos arquitectónicos con el contexto histórico; para ello realizó más de setenta y cinco láminas de dibujo. Inmediatamente después, en 1904, Roerich pintó su primera obra religiosa. Sus representaciones se basan principalmente en santos y leyendas de Rusia y el mundo eslavo.
Si en sus primeras pinturas, las imágenes coloridas de la epopeya popular de la antigua Rusia fueron los temas predilectos, en adelante el tema de la India y Oriente se impone cada vez más en sus lienzos y en obras literarias.
Pintó más de 7000 lienzos (muchos de los cuales se encuentran en galerías famosas por todo el mundo) y escribió más de 30 obras literarias. Fue el inspirador del acuerdo internacional sobre la protección de las instituciones artísticas, científicas y los monumentos históricos (el llamado «Pacto Roerich»), y el fundador del movimiento internacional de protección de la cultura.
En 1899 Roerich conoce a Elena (Helena) Ivánovna Sháposhnikova, y en octubre de 1901 se celebra su boda. Elena se hizo compañera fiel e inseparable de Nikolái y su inspiradora en la aventura y en la obra espiritual. Caminaron juntos a lo largo de la vida, complementándose uno a otro en la creación y en las búsquedas espirituales. En 1902 nace su hijo Yury, futuro científico orientalista, y en 1904, su hijo Sviatoslav, quien también sería reconocido como pintor.
Después de terminar su tesis universitaria, Roerich planeó un viaje de un año por Europa para visitar los museos, exposiciones, talleres y salones de París y Berlín. Justo antes de salir conoció a Helena, hija del arquitecto Shaposhnikov y sobrina del compositor Mussorgsky. Parece que hubo una atracción mutua inmediata, y se comprometieron inmediatamente. Helena Roerich fue una mujer excepcionalmente dotada, un talentosa pianista y autora de numerosos libros, incluyendo las bases del budismo y una traducción al ruso de Doctrina Secreta de Helena Blavatsky. Su epistolario, en dos volúmenes, son un ejemplo de sabiduría, la visión espiritual, y consejos simples que compartía con una multitud de corresponsales.
Continuando trabajando activamente como pintor, Roerich en su último período también escribió grandes ciclos de ensayos autobiográficos «Hojas de diario» y «Mi vida».
El talento multifacético de Roerich se manifestó claramente en sus obras para producciones teatrales. Durante las famosas «Estaciones rusas» de Diaghilev, en el diseño de Nikolái, «Danzas polovtsianas» del «Príncipe Igor» de Borodin, «La doncella de Pskov» de Rimsky-Korsakov, el ballet «La consagración de la primavera» con la música. de Stravinsky tuvo Lugar.
Es considerado como maestro del simbolismo ruso y personaje extraordinario en la escena cultural de su época. En 1915 conoció al crítico e historiador Vladimir Stasov, a través del cual se puso en contacto con un buen número de compositores y artistas. Comenzó a diseñar decorados y vestuario para teatro: trabajó en la compañía de ballet de Serguéi Diáguilev e ideó la decoración para algunas óperas del Teatro de Arte de Moscú. En 1920 viajó a Estados Unidos gracias al Instituto de Arte de Chicago. Al año siguiente, creó el Instituto de las Artes Unidas.
Roerich, rebelándose a la mediocridad académica, instituyó un sistema de formación en el arte que parece revolucionario incluso para los estándares de hoy: enseñar todas las artes – pintura, música, canto, danza, teatro, y las llamadas «artes industriales», tales como cerámica, pintura sobre porcelana, cerámica y dibujo mecánico – bajo un mismo techo.
El cruce de las artes que promovió Roerich fue la evidencia de su inclinación para armonizar, unir, y encontrar correspondencias entre los conflictos aparentes u opuestos en todos los ámbitos de la vida. Esta era una característica de su pensamiento, y uno lo ve demostrado en todas las disciplinas que exploró. En su propio arte desafió la categorización y creó un universo único y personal. En sus escritos sobre la ética también, se puede ver que buscaba constantemente conectar los problemas éticos con el conocimiento científico del mundo.
Esencia espiritual
Garabed Paelian afirma en su libro Nicholas Roerich: «aprendió cosas ignoradas por otros hombres, relaciones percibidas entre fenómenos aparentemente aislados, e inconscientemente sintió la presencia de un tesoro desconocido»
La cultura en la comprensión de los Roerich, como base de la evolución de todos los pueblos hacia la Luz, es una síntesis de los logros del pensamiento creador de toda la humanidad, y ante todo, su deseo de conocer la Verdad en el arte, filosofía, ciencia y religión.
En 1923, la familia Roedich emprendió una expedición al Oriente, con el fin de estudiar las costumbres, idiomas, religiones y culturas de aquellas regiones. El viaje duró cinco años y los llevó hasta lugares como el Turquestán chino, Altai, Mongolia y Tibet. Durante aquel recorrido Roerich elaboró aproximadamente 500 pinturas que reflejan la evolución de sus conceptos filosóficos y su percepción del esplendor de regiones como la del norte de la India. Terminada la expedición la familia se instaló definitivamente en el Valle Kulú, en las colinas al pie del Himalaya, ante una imponente vista.
Nikolái Roerich propuso un tratado para la protección del patrimonio cultural de los pueblos. El Pacto Roerich establecía que los lugares de importancia cultural, los centros educativos, artísticos, científicos y religiosos debían ser respetados y preservados, tanto en tiempos de guerra como de paz.
La idea recibió el apoyo de Romain Rolland, George Bernard Shaw, Rabindranath Tagore, Albert Einstein, Tomas Mann y otros destacados pensadores. La solemne firma del Pacto tuvo lugar en Washington, el 15 de abril de 1935, con la participación del Presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt y representantes de los 20 países miembros de la Unión Panamericana. Posteriormente otros 15 países firmaron el Pacto. Este tratado aún está vigente y muchas personas, grupos y asociaciones alrededor del mundo continúan promoviendo el pacto, la bandera y sus principios fundamentales.
Nikolái Roerich continuó hasta el final de su vida viviendo en el Himalaya y pintando infatigablemente los mismos panoramas de montaña, siempre cambiantes bajo distintas luces, en una obsesión que lo emparenta con el Monet de la montaña Sainte-Victoire pero que se caracteriza sobre todo por esa dimensión trascendente tan consustancial a la cultura rusa. La búsqueda de Shambhala, en la mejor tradición de la sabiduría oriental, deviene el viaje interior cuya meta es el autoconocimiento y la revelación espiritual.
En el ensayo Flores de Morya Irina Corten escribe: «el núcleo del sistema de creencias de Roerich es el concepto hindú de un universo sin comienzo ni fin, que se manifiesta en ciclos recurrentes de la creación y disolución de las formas materiales causados por la pulsación de la energía divina. En el plano humano, esto significa el ascenso y la caída de las civilizaciones y, en términos de la vida individual, la reencarnación de un alma … «
Roerich escribe en el poema sobre lo eterno:
Hermano, abandonemos
lo único que cambia rápidamente.
De lo contrario, no tendremos tiempo
para dirigir nuestros pensamientos a lo
que no cambia en absoluto.
Lo eterno.
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