

A – Presente y futuro de la Cultura Occidental
La hipótesis: «Siglo XX» nos hace remontar a las primeras consideraciones sobre la altura histórica de la conciencia. La visión de las culturas que de algún modo se han relacionado con la llamada Cultura Occidental, y la relación de ésta con las otras culturas, nos sitúa desde ya en una estructura (cultural por supuesto, y por tanto histórica) en la cual la antigua hipótesis se verifica. Admitida la existencia de Culturas y en particular ésta. la Occidental, se puede ya hablar de un principio, un lugar y una relación. Tiempo, espacio y relación, configuran la estructura que permite hablar de la cultura Occidental y específicamente, del Siglo XX.
Esta estructura histórica es mi circunstancia y por tanto, es un poco mi «yo». En cuanto mi circunstancia es histórica, su movimiento es mi preocupación. Sólo podré ocupar mi vida con sentido, cuando conozca el sentido de la Historia. La Historia en este sentido, es un saber a qué atenerse. Y muy bien puede descubrirse el sentido de la Historia, conociendo (cuando menos) que la Historia no tiene sentido, que en Historia no puede preveerse, que la constitución misma de la Historia es el absurdo o lo inaprehensible.
Sucede, que la Historia no es un acontecer externo a la conciencia, ya que la estructura de la misma, es histórica. Por tanto, si puede preveerse en la conciencia humana, puede predecirse en la historia.
En el 1917 Spengler trató de predecir la Historia. Mucho Biologismo había detrás (digámoslo, mucho Racionalismo).
Hoy, en 1961 no podemos permitirnos el lujo de adscribirnos a las ponencias realistas o idealistas, o como quiera llamársele a cualquiera otra que pretenda separar o confundir a la Historia con la Conciencia. Estos dos elementos ni se aíslan, ni se confunden. Decir «yo soy yo y mi circunstancia» y decir luego «mi circunstancia es histórica» es esbozar el método que corresponde a nuestra altura.
Así pues, tratemos de predecir qué rumbos seguirá la conciencia puesta en esta circunstancia.
Sabemos qué rumbos han tomado en las distintas Culturas en sus tres momentos: Tradicionalista, Racionalista y Desilusionada. Y sabemos también que hoy nos corresponde el tercer momento. Cuando los ojos están ciegos, la luz no entra por los ojos. Cuando la conciencia está desilusionada, no hay sentido que pueda transmitir la ilusión.
Nuestra circunstancia: Tiene Kant, en algún lugar de su «Crítica de la Razón Pura» estas palabras: «Nuestra época es propia de la Crítica, a la cual todo ha de someterse. En vano pretendan escapar a ella, la Religión por santa y la Legislación por majestuosa pues exitarían motivadas sospechas al impedir el paso de un examen minucioso racionalmente llevado.» No faltará el tiempo en que los nuevos filisteos digan: «Nuestra época es propia de la Fuga, a la cual todo ha de someterse…»
La Desilusión está señalada ya en aquél discurso de Zarathustra sobre «el último hombre».
B – Presente y futuro de las culturas
En cuanto al presente y futuro de las Culturas podemos decir: no esperen ya las culturas actuales su salvación, porque están muertas. Occidente ha vencido sobre todas, en el momento de su declinación. El viejo Parménides ha engañado al mundo.
El fundamento del mundo actual es el fundamento de Occidente y Occidente ha perdido su fundamento… el mundo ha perdido su fundamento. Digámoslo, el mundo ha perdido a Cristo.
——————————
Quien tenga conocimiento de todo esto y no sólo conocimiento, sino también medios para montarse sobre el proceso actual de la conciencia, quien pueda dirigir la conciencia hacia el ocaso de la Desilusión, tiene asegurado el triunfo humano.
Pero el otro triunfo, el de las ultimidades, tal vez no pueda nunca tenerse entre las manos.
Como afirmación de mi vida, impido que me maten. Ese es el fundamento, y por tanto, la obligación del gran político.
Esta política aparece como una obligación inexcusable para quien no es suficientemente imbécil, para quien no quiere dejar el pellejo y para el que no siente el placer de convertirse en un honorable tornillo.
¡Viva el Progreso, viva el Confort, viva el Dinero!
«Todos somos iguales» dice el último hombre y guiña los ojitos.
Fuente: Instituto Humanista de Pronosticación Sistémica
Autor: Instituto hps