Alguna vez Bruce Lee, sí el famoso que hizo películas de artes marciales, dijo una frase notable.
«Al final, importa una mierda si las cosas no salen como queremos. Porque vale más tener cicatrices por valiente. Que la piel intacta por ser cobardes».
En 1852… Nueve años antes de la Guerra Civil de los EEUU se publicó la novela «La Cabaña del Tío Tom», de la escritora Harriet Beecher Stowe. Fue un boom literario. Sólo en ese año se vendieron 300 mil ejemplares.
Ambientada en los años de esclavitud con látigo, mutilaciones, torturas, horcas y balazos por la espalda. La novela cuenta la historia del Tío Tom y la familia de esclavos que lo rodean.
El relato es simple; Tom es el manso, docil y servicial esclavo de Mister Shelby «el amo blanco bueno». Por una crisis financiera Mister Shelby se ve en la necesidad de vender a Tom y los otros esclavos.
El «amo bueno» necesitaba plata fácil. Algunos esclavos huyeron al ser vendidos. Pero no Tom… Resignado como buen negro cristiano a poner la otra mejilla una, y otra vez. En una onda bastante masoquista, el boludo del Tío Tom es vendido a un «amo blanco malo» llamado Simón Legree. Y Mister Legree lo explota y sacude a latigazos todos los días.
La novela fue considerada como un relato anti esclavista. Hasta Abraham Lincoln elogió la «supuesta posición abolicionista» del libro.
Pero «La Cabaña del Tío Tom» lejos está de ser una novela anti esclavitud. Es sólo un relato antí látigo.
En la novela los negros no dejan de ser buenos sirvientes. A los cuales no es necesario azotar. De hecho es falso que la esclavitud terminó finalizada la Guerra Civil en 1865.
Los negros en EEUU siguieron su vida de mierda hasta rasguñar los 1970… y poco más.
Aún hoy los policías blancos pueden matar por «sospecha» a cualquier ciudadano negro en el Imperio Americano y no pasa nada.
En 1976 Alex Haley publicó la novela «Raíces» de la cual se han hecho dos series de televisión.
En Raíces «Kunta Kinte». Un joven africano. Es arrancado de su tierra natal y llevado a los EEUU donde es vendido como esclavo.
A Kunta Kinte el amo blanco lo bautiza «Toby» a puro latigazo. Aún así… Kunta Kinte jamás deja de ser Kunta Kinte. Y eso que le cortaron un pie para que abortara sus sueños de libertad.
Entonces tenemos dos novelas sobre la esclavitud distanciadas por 124 años una de otra. La Cabaña del Tío Tom y Raíces. Y dos protagonistas; Tom, el esclavo dócil, el creyente sumiso y arrastrado al que le encanta el látigo. Y Kunta Kinte. Un ser humano digno y orgulloso.
En esta plantación llamada sociedad de mercado sobran los «Tío Tom».
¡Y vaya que son escasos los Kunta Kinte…! El amo blanco nunca pierde.
Por eso no existe el «Síndrome de Kunta Kinte».
Y en esta enorme plantación llamada sociedad de consumo capitalista el Síndrome del Tío Tom abunda. Está en el ADN de cada trabajador.
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(Tomado de la red)