Héctor Viglianco nos ofrece una visión acerca del proceso electoral que vivirá el país en 2011…
Héctor Viglianco es miembro pleno del Partido Humanista en Santa Fe (Argentina). Aquí nos ofrece una visión acerca del proceso electoral que vivirá el país en 2011. "Nuestra identidad no es kirchnerista, pero bajo las actuales condiciones lo mejor para el país y para el proyecto político humanista, es que el gobierno nacional gane las próximas elecciones", afirma.
Pressenza, Santa Fe, 18/Febrero/2011,
por Héctor Viglianco
Sumar todo lo posible para la realización de este objetivo estratégico – para el país y para la integración latinoamericana – es la propuesta de trabajo político electoral mayoritaria del Partido Humanista de Argentina.
Desde esta perspectiva, lo provincial y lo municipal pueden adquirir distintas configuraciones electorales según situaciones y protagonistas en cada lugar, pero se debería promover e integrar la que pueda aportar la mayor cantidad de votos a la permanencia del actual modelo nacional.
Un gobierno provincial progresista dentro de un país gobernado por la derecha, difícilmente pasaría de lo meramente testimonial o podría desarrollar de modo efectivo sus propias políticas.
Si queremos que para luego del 2015 se multipliquen y profundicen los escenarios de transformación con una dinámica cada vez más centrada en la humanización, es imprescindible que ahora no gane la derecha.
Este proyecto debe continuar
La continuidad de la participación Argentina en el proceso de integración latinoamericana es determinante para las posibilidades de desarrollo coherente de nuestros países, y por consiguiente también lo es para nuestras provincias, ciudades y pueblos.
Esto es determinante ahora, en este instante presente, pero también para el largo plazo y para la aspiración humanista de avanzar hacia una Nación Humana Universal.
Mantener este rumbo de creciente complementación regional es imprescindible para las necesidades de todas las provincias y ciudades. Representa un punto de necesidad e intereses convergentes. Por lo tanto ese rumbo es innegociable (o debería serlo) hasta para la más pequeña comunidad rural. Sin integración no habrá progreso para nadie.
La consigna es: Primero la integración, luego lo demás.
Es bien visible que el proyecto nacional y popular K está ideológica, económica y políticamente involucrado y trabaja fuertemente a favor de la integración de Latinoamérica.
Los Humanistas apoyamos los lineamientos y las políticas activas del gobierno porque de su entremezclada y confusa dinámica de aciertos, de contradicciones y de errores, captamos una intencionalidad transformadora que está haciendo surgir cambios y nuevas condiciones que son válidas para avanzar hacia una sociedad que tenga al ser humano como máximo valor.
Escenarios tóxicos y escenarios estériles
Conforme a las actuales circunstancias, si este gobierno perdiera las próximas elecciones (2011), de ninguna manera su reemplazo sería – como algunos por sus ambigüedades parecieran creer – un pensamiento y un partido o alianza que pudiera, más allá de las intenciones y los discursos, continuar los grandes lineamientos de Estado que están en marcha y superar en eficacia a la actual gestión. (…si no es para superarla, entonces ¿para qué el reemplazo?)
La única corriente (retro corriente) que tiene posibilidades ciertas de acceder al próximo gobierno si el oficialismo lo perdiera, es la derecha.
Una derecha desesperada porque está viendo que si un próximo gobierno profundiza los lineamientos actuales, pueden comenzar a caer de verdad sus criminales privilegios; una derecha que de gobernar endurecería brutalmente todas sus políticas para recuperar, para prevenir, para dar escarmiento y para vengarse. Una derecha que enfriaría toda integración real de Latinoamérica y trabajaría a favor de las corporaciones imperiales. Mucho más aplicadamente que en otros lugares de Latinoamérica porque "domesticar" Argentina representa un gran paso para la compulsión de dominio regional con que ensueñan los antihumanistas.
Por otra parte, excepto el oficialismo, ninguna de las fuerzas afines – o agrupamiento de ellas – con cierta proximidad al pensamiento humanista o al de este gobierno, cuenta con estructura, extensión y recursos suficientes para tener posibilidades de ganar las elecciones del período 2011-2015.
Y si creyéramos que aún sin esas condiciones igualmente alguna fuerza progresista podría ganar, debemos aceptar que luego, para poder gobernar, tendría que compartir inmediatamente el poder obtenido y realizar con sus opositores acuerdos que neutralizarían su capacidad de transformación. Quedaría por tanto en situación de mayor debilidad que la del gobierno actual y totalmente vulnerable frente a la derecha. En vez de avanzar, estaríamos retrocediendo.
Entonces, ¿cuál es la razón de trasfondo que a veces nos lleva a dispersar pensamiento y fuerzas en alternativas políticas improbables, cuando estamos ante circunstancias decisivas que exigen máxima convergencia?
¿Será en parte porque al imaginarnos dentro de un conglomerado electoral de distrito que incluya energúmenos derechosos y dinosaurios mañosos nos sobreviene automáticamente la sensación de lo repulsivo e indigno y dejamos que eso decida por nosotros?
¿Será porque inadvertidamente se nos impone lo circundante inmediato y perceptual, y lo terminamos disociando de su contexto, de esa trama mayor de acontecimientos condicionantes que ineludiblemente imprimen la forma básica en la que se modela nuestra realidad cotidiana?
Escenario más saludable
Queda claro que bajo las actuales condiciones y de cara a las aspiraciones humanistas, la mejor opción es que gane el oficialismo y que lo haga del modo más contundente posible. Esto ayudaría a acelerar el proceso. Por ejemplo, que en el orden nacional gane en 1a. vuelta y en las provincias obtenga una mayoría de gobernadores aliados – aunque estos no fueran plenamente "propios" o “como uno” y aunque luego haya que “lidiar” con algunos- y así siguiendo.
Estamos en una situación especial en la que por sus consecuencias sería un verdadero y amplio desastre que gane la derecha.
El objetivo principal para el progresismo en general, hoy debería ser: La derecha no debe ganar la nación. Asegurémoslo sumándonos todos a quien hoy está en mejores condiciones político-electorales de lograrlo.
Escenarios provinciales
Analicemos ahora (hipotéticamente, y considerando que pueden aparecer imprevistos) la posibilidad de que en el distrito (por caso Santa Fe) perdiera en las internas el kirchnerista Rossi y resultara candidato un PJ de centroderecha o derecha. Como parte del armado de ese frente el PH participaría de las generales con ellos… pero sería un grueso error olvidar que los “progres” también seríamos parte y contrapesamos o promediamos.
No obstante, es cierto que ese conjunto quedaría más a la derecha de lo que estaría si el candidato elegido fuera Rossi… pero más grave que eso sería ir con un armado más débil (PJ por un lado y FpV por otro) y por un “delirio purista”, perder la provincia ante un opositor que quedaría aún más inclinado a la derecha (UCR-PS-ARI, etc.) y que NO va a sumar ningún voto para el oficialismo nacional.
Recordemos que por el grado de influencia sobre variables fundamentales, lo que suceda a nivel nacional en esta encrucijada de nivel latinoamericano es central respecto de lo que pueda ocurrir en uno o más distritos. Dicho de otro modo: si no se puede ganar simultáneamente en nación y también en provincia, entonces es preferible tener un gobierno nacional K y un gobierno provincial "mafioderechoso" pero encorsetado por alianzas y acuerdos electorales; antes que un gobierno provincial “bien progre” con un gobierno nacional “mafioderechoso”.
Así, la primera opción nos asegura bastante el desarrollo de la política de integración latinoamericana, la continuidad de políticas distributivas, aplicación plena de la ley de medios (factor indispensable para realimentar la integración), viviendas, asignación universal, paritarias, etc., etc. En cambio, la segunda opción traería retroceso y represión… y a un eventual gobierno “progresista” provincial, aislado y gastando su energía en una permanente gestión defensiva.
Desde este punto de vista la acción política provincial válida para las elecciones es la que puede aportar la mayor cantidad de votos posibles, a la fórmula y listas nacionales. Y si al mismo tiempo se logra un gobierno provincial empujando en la misma dirección, mucho mejor. Pero para decidir debe estar claro cuál es el orden de prioridades.
Como es mucho y vital lo que se juega en este año electoral, conviene centrar las energías en las variantes políticas y electorales que con más probabilidad pueden generar escenarios y condiciones favorables a la humanización. Las innovaciones experimentales están bien, forman parte de las exploraciones que pueden construir alternativas superadoras, pero si al mismo tiempo ya existen en el lugar o están en marcha armados que puedan asegurar una mayor tracción de votos favorables al nacional, deberían estimarse como relaciones por afuera de lo electoral o para después de lo electoral.
Esta mirada de apariencia electoralista no está, como a veces se sugiere, motivada por el patético y difundido interés por un puestito. Esta mirada intenciona todo lo que pueda crear y fortalecer ámbitos de democracia real y transformación creciente, y es por eso que considera a lo electoral uno de sus recursos importantes.
Escenarios futuros
Se puede considerar que si este año el proyecto nacional y popular vuelve a triunfar electoralmente podría continuar evolucionando más allá del 2015, pero también que su versión actual, quizá no vaya más allá. La razón de fondo radicaría en que las imágenes del paisaje mental generacional que inspiran sus iniciativas y programa, estarían agotadas o por agotarse luego de 12 años continuados de gobierno; su ideología y supuestos básicos a desencajar; su mirada a repetirse; su dinámica a cristalizarse; su permanencia a molestar hasta a aquellos leales que acompañaron…y también a los jóvenes que la siguen hoy, pero que en ese momento ya estarán urgidos a bajar a la realidad y por banda ancha, sus propios paisajes mentales de transformación.
Por la concurrencia de diversas razones, tan discutibles como fuera de lugar exponerlas acá, es en esa situación futura que el
progresismo y el humanismo en particular tendrían posibilidades de alcanzar un grado de protagonismo político y social que represente un verdadero salto de nivel y una ventana más allá del capitalismo.
El período 2015 – 2019 reunirá muchas condiciones tangibles e intangibles para que todas las relaciones que las nuevas organizaciones estamos estableciendo y construyendo hoy, de apariencia general algo caótica y desordenada, se polaricen y articulen dando lugar a una sensibilidad que resonará inequívocamente con fundamentos humanistas. Todos necesitaremos acceder a un nivel acorde en capacidad de comunicación pública (necesitamos plena aplicación de democratización de medios audiovisuales) y otros recursos. Necesitaremos de todas las relaciones entretejidas hasta ese momento…
De estas imágenes sueltas de proceso proyectado, surge que trabajar para ayudar al oficialismo a ganar las próximas elecciones es, para todas las fuerzas del progresismo, construirnos un puente entre 2011-2015 que nos facilite ese tránsito y podamos encontrarnos en los escenarios futuros con formas de convivencia más adecuadas para profundizar el desarrollo de una sociedad más humana.
Así, lo fundamental es establecer un trazado básico y no detenerse a buscar coincidencias en detalles y aspectos secundarios. Esos aspectos que no suman ni restan al proceso social profundo, que es el que en definitiva rodea y atraviesa nuestras vidas, impactándolas con más violencia y sufrimiento, o con más humanidad.
Resaltemos lo obvio: para ninguna persona ni para ninguna fuerza progresista será lo mismo transitar 2015-2019, si el próximo gobierno 2011-2015 resultara de derecha. Es fácil imaginar situaciones en uno u otro escenario.