"Si alguien se imagina que el Dakar es una carrera que empieza el día de la largada, mejor que no se meta en esto". La frase es de Christian Rudi, uno de los argentinos que largará el 1 de enero la nueva edición de la competencia. Y hace referencia a todas las pruebas –logísticas, tecnológicas, burocráticas- que deben atravesar los equipos antes de poner sus vehículos ante el cronómetro de salida.
Rudi será el navegante de Gastón González. Ambos son de la zona de Río Cuarto, Córdoba, e irán a bordo de una Toyota Tundra, número 393, con el equipo Rally Raid.com. Pero la dupla, que hará su debut en un Dakar, viene –al igual que muchos otros participantes- batallando contra los plazos, las Aduanas, la burocracia, y hasta barcos que se rompen. Contra ese sinfín de problemas y contratiempos que los participantes deben resolver si quieren largar.
"El Dakar, el que se corre, es para nosotros la llegada de otra carrera. La bandera a cuadros de una competencia que quizás no sea tan física, pero que sí es muy estresante y agotadora mentalmente, y que también pone a prueba ciertas habilidades de los participantes y sus equipos", afirmó.
En general, ese otro Dakar arranca con la elección del vehículo, una decisión que puede determinar parte del éxito o fracaso que vendrá después. Luego, viene la etapa de diseño, y encontrar los preparadores, los proveedores de las piezas para la construcción y de los repuestos. "Hay que estar preparado para que, en el mejor de los casos, el 20 por ciento de lo planeado se cumpla. El resto hay que superarlo e ir cambiándolo sobre la marcha", confiesa. Esta situación es la norma para la mayoría de los participantes, salvo aquellos de los equipos oficiales (entre ellos VW), que manejan presupuestos multimillonarios.
"En nuestro caso, tener la camioneta en la línea de largada –y todavía nos falta un trecho que recorrer- significó partir de una 4×4 cero kilómetro, diseñarla y construirla en un tiempo record de 45 días", relató Rudi.
Luego, ya con la "chata" –una bestia de 6 metros de largo, motor V8 y 400HP- terminada, arrancó la travesía para traerla a la Argentina. Sólo pudieron conseguir un barco que saliera a tiempo en Houston (Texas), por lo que tuvieron que manejarla durante 24 horas para unir los 2.500 kilómetros que separaban el puerto del taller. "La despachamos en un contenedor y cruzamos los dedos", recordó el navegante. Pero si algo malo podía pasar, esta vez pasó. El barco debía llegar al puerto de Valparaíso, en Chile, y hacia allí viajaron ilusionados González y Rudi. Pero faltando pocas horas para el amarre la nave se rompió y tuvieron que volver a Córdoba con las manos vacías y con menos tiempo para seguir trabajando en el taller, donde había que darle las puntadas finales al vehículo.
Días después, piloto y navegante volvieron a Valparaíso, ya con la camioneta descargada en el puerto. "Ahí empezó el capítulo burocrático. Si alguien cree que pasar una Aduana con un contenedor cargado con un vehiculo de carrera y lleno de repuestos es una tarea fácil, que se prepare… Aún con un ejército de despachantes de Aduana, con apoyo de mucha gente, con papeles en orden y buena voluntad, estuvimos allí hasta las 9 de la noche", relató Rudi. "Tuvimos que tratar de explicar que tal pieza, que era un amortiguador y que parecía un amortiguador, no sólo lo era sino que hubo que convencerlo de que no era un sifón o vaya a saber qué cosa hecha en China… ¡Imaginen las cosas más complejas, como un sensor de masa de aire!".
Finalmente, partieron por tierra, manejando la camioneta rumbo a Córdoba. Ahora queda pulir los últimos detalles, rodar algunos kilómetros para chequear que esté todo bien y llegar a Buenos Aires, donde habrá que pasar con éxito la verificación técnica. Será el final de una carrera contra todo, una difícil prueba que termina justo antes de que arranque el Rally Dakar.
Fuente: Clarín